Todos tenemos una lista de actividades que nos gustaría realizar antes de morir: visitar un país exótico, viajar solo o tirarse en paracaídas. Pues bien, si no tienes añadido en tu lista la idea de montar en globo aerostático, te recomendamos que lo apuntes, ya que es una experiencia inolvidable.
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Cuando pensamos en volar en globo, los primeros lugares en los que pensamos son en la Capadocia Turca, en el desierto de Wadi Rum, en Jordania, o en el desierto de Atacama, en Chile. Pero no hace falta irse tan lejos para disfrutar de esta experiencia, ya que a tan solo una hora de Madrid, podemos disfrutar de este fantástico plan.
Además, es la oportunidad perfecta para poner a prueba tu vista, puesto que El 80% de los españoles padece algún defecto visual, según el último ‘Estudio de la Visión en España’ realizado por Clínica Baviera.
Prepararse para la aventura
Lo primero que tenemos que hacer es desplazarnos hasta Segovia, donde se encuentran varias empresas de alquiler de globos aerostáticos. El viaje suele durar aproximadamente una hora, y, dependiendo de la gente que seáis, podéis reservar desde un globo de 2 personas, hasta de 12.
Cuando llegamos al sitio de despegue, el piloto nos muestra como se prepara el globo y se llena de aire. Primero se llena con aire frío y luego con aire caliente para levantarlo. Es entonces cuando podemos apreciar como el globo va cogiendo forma y pasa de ser una lona en el suelo, a tener unas dimensiones espectaculares.
Una vez que el globo está listo, te enseñan como debes subirte en la cesta y como hay que colocarse en caso de aterrizaje. Antes de despegar, es posible que la cesta se tambalee un poco, algo a tener en cuenta si sueles marearte con facilidad.
Y llega el momento más esperado: el despegue. El globo suele ascender de forma lenta, y una vez arriba, la sensación de paz y tranquilidad es inexplicable. Al estar en Segovia, tienes la posibilidad de ver desde las alturas monumentos históricos como el acueducto o el Álcazar de Segovia, uno de los castillos medievales más famosos del mundo.
El viaje dura alrededor de una hora, y es el sitio y el momento perfecto para olvidarse de las preocupaciones y disfrutar de la paz que se siente al estar arriba.
El aterrizaje
El globo tiene que aterrizar siempre en la dirección en la que sople el viento a ras de tierra, y a la misma velocidad. Por ese motivo las previsiones de viento son tan importantes y no se puede volar si el viento supera ciertos límites.
Además, los globos pueden controlar la altura mediante el quemador para ascender y una válvula en su parte superior llamada paracaídas que enfría el aire interior a demanda para descender.
Sin embargo, el aterrizaje de un globo puede ser brusco en algunas ocasiones y, en nuestro caso, tuvimos que colocarnos en una posición muy concreta: espalda con espalda y con las piernas dobladas, para evitar hacernos daño en el caso de que la cesta se vuelque.
Una actividad 100% recomendable para disfrutar tanto con tu pareja como con tus amigos, original, diferente, y muy especial. Eso sí, recomendamos llevar una gorra porque al estar volando, del globo cae una especie de arena bastante molesta si no llevas la cabeza protegida, y en caso de hacerlo en invierno, ir bien abrigado.