La despoblación afecta principalmente a la España rural y en mayor medida, a los municipios pequeños. En la última década, 6.232 municipios han perdido población, es decir, tres de cada cuatro términos municipales.
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En este contexto, el coworking rural surge como una alternativa para recuperar y atraer población. "El establecimiento de estos espacios con buenas infraestructuras y programas de actividades puede convertirse en un potente atractivo para las zonas rurales", explica el investigador de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Carles Méndez, experto en el fenómeno del coworking.
En el Estado español están impulsándose iniciativas destacadas de coworking rural como, por ejemplo, Cowocat Rural en Cataluña. "Esta asociación es un referente en cuanto al coworking rural en Europa. Sus profesionales han viajado a diferentes países europeos, como Alemania, para asesorar iniciativas de este tipo", explica Méndez.
Otras organizaciones relevantes son la asociación Cowocyl y el proyecto Sierra de la demanda, en Castilla y León, una de las comunidades autónomas más afectadas por la despoblación, junto con Extremadura, Galicia y Asturias. Y, en cuanto a Europa, los países líderes son Bélgica y Alemania, seguidos de Irlanda y los países bálticos.
Para Méndez, el éxito de estas iniciativas está, en gran parte, en el trabajo hecho por los técnicos y gestores que han impulsado estos proyectos. "Han demostrado habilidad para iniciar y redirigir las iniciativas según las necesidades y características del entorno. Esta flexibilidad les ha permitido atender las demandas de los trabajadores y adaptarse a los cambios en el mercado laboral", comenta el experto.
Por otro lado, la financiación pública de los organismos del territorio y la apuesta decidida por parte de las autoridades locales y regionales han sido clave. "Este apoyo ha proporcionado los recursos necesarios para su creación y mantenimiento, y les ha dado el impulso y la sostenibilidad básicos para crecer y ser atractivos", añade Méndez.
Perfil del coworker rural
"El perfil de los trabajadores que optan por el coworking rural es autónomo y freelance, sobre todo, a diferencia del coworking urbano, en el que también hay una significativa presencia de trabajadores corporativos. Este tipo de usuarios disfrutan de las comodidades que ofrecen estos espacios en un entorno natural", explica el investigador de la UOC.
También, se encuentran trabajadores por cuenta ajena que se pagan el espacio porque "quieren trabajar en el pueblo donde normalmente hacen vacaciones".
Durante el periodo posterior a la pandemia de la COVID, el número de trabajadores por cuenta ajena que utilizan el coworking rural ha experimentado un aumento considerable, especialmente gracias al incremento del teletrabajo.
"A pesar de esto, la mayoría de los usuarios siguen siendo freelance y autónomos que encuentran en esta opción una forma atractiva de conciliar el trabajo con el bienestar que proporciona el entorno rural", apunta Méndez.
Profesionales de empresas del sector TIC
Al coworking rural también se apuntan profesionales de empresas y organizaciones, sobre todo vinculadas a las actividades TIC, ingenierías y del ámbito de la comunicación. "Aproximadamente, en Cataluña el grupo de profesionales vinculados a estos ámbitos representa alrededor del 45 % de los usuarios que utilizan espacios rurales de coworking. El 55 % restante son otras áreas, como artes gráficas, turismo, entre otros", señala Méndez.
El coworking rural acoge una amplia variedad de perfiles profesionales. "Este entorno atractivo es escogido por una diversidad de trabajadores autónomos, freelance e incluso algunos trabajadores por cuenta ajena que buscan combinar las comodidades de trabajar en un entorno natural con las necesidades de sus actividades profesionales", comenta el experto.
Sinergias y riesgos
El coworking rural puede generar sinergias en los ámbitos social y económico que van más allá de las posibilidades de un espacio de coworking urbano. "Puede crear un marco propicio para la formación de vínculos más intensos entre los profesionales que compartirán este espacio. Esta conexión más estrecha puede favorecer colaboraciones y sinergias profesionales que enriquecen las oportunidades de negocio y el intercambio de conocimientos", señala el experto de la UOC.
Atraer talento y profesionales a estas áreas rurales no solo tiene un impacto directo en la generación de riqueza y la actividad económica de los pueblos y comarcas, sino que también tiene un impacto indirecto mediante la creación de servicios y el impulso de la economía local.
"Aprovechar las ventajas únicas que ofrecen los espacios rurales, frente a los espacios urbanos, puede provocar un cambio de paradigma en la economía y la demografía de estas áreas que las haga más atractivas para nuevos residentes y empresas", comenta Méndez. En resumen, "fomenta la cohesión social, la actividad económica y el desarrollo sostenible de las zonas rurales".
Sin embargo, el coworking rural tiene sus riesgos. "El principal es la viabilidad económica. El modelo de negocio de los espacios de coworking en Barcelona o cualquier gran ciudad está focalizado en el alquiler de espacios; solo alquilando los espacios ya tienen suficiente para ser viables económicamente. Esto mismo no sucede en los coworkings rurales, en los que el número de usuarios es muy inferior al que puede tener un coworking urbano", advierte Méndez.
Para ser una iniciativa viable, puede acogerse principalmente a dos modelos de negocio: "Uno es contar con financiación pública en una gran parte o convertirse en un servicio público en su totalidad. Y el otro es recibir financiación pública de forma parcial o convertirse en una iniciativa privada, en la que el coworking debe reinventarse y ofrecer otros servicios más allá del alquiler de un espacio (por ejemplo, el alquiler de habitaciones, el famoso coliving, servicios a empresas externas, servicios de ocio o restauración, entre otros)", concluye el experto.