Por el calzado, por la forma de caminar, por un apretón de manos o por tu letra. Hay numerosos estudios que tratan de encontrar los patrones que diferencian una personalidad de otra. Pero el más extraño podría ser el que realizó la doctora Gilda Carle, experta en "relaciones con las estrellas", con su test de personalidad del papel higiénico.
En la investigación, publicada en el Journal of Research in Personality, Carle entrevistó alrededor de 2.000 hombres y mujeres para conocer en qué sentido colocaban el papel higiénico para desenrollarlo. Y lo bautizó como The Toilet Paper Personality Test. Por supuesto, se trató de un trabajo sin demasiado rigor científico.
"Les pregunté si desenrollaban el papel higiénico por encima o por debajo", explica al medio i100. Y señala que también les preguntó sobre su autopercepción: si eran asertivos en sus relaciones con los demás, en una escala del 1 al 10.
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Y descubrió que "las personas asertivas (que desenrollan el papel higiénico de arriba a abajo) tienden a desempeñar funciones de liderazgo y tener una actitud de asumir el mando", descubrió Carle. Mientras que "los que desenrollan de abajo a arriba tienen más probabilidades de ser sumisos". Por lo general, según Carle, las personas sumisas tienden a ser "más agradables, flexibles y empáticas".
¿Y a los que les da igual? Los que no tienen preferencias tienden a minimizar los conflictos. Además, aprecian la flexibilidad y disfrutan poniéndose en situaciones nuevas.
Un estudio realizado en 2010 descubrió que la gente que se preocupa por cómo debe colgarse el papel higiénico, lo cambia en casa de otras personas. Carle, recogiendo el testigo, descubrió que había personas que cambiaban el sentido de los rollos de papel higiénico cuando estaban en casas ajenas: una de cada cinco lo hacía.
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"Originalmente, creé el Test de Personalidad del Papel Higiénico como una forma divertida de que la gente evaluara sus comportamientos diarios inconscientes", confesó Carle a i100.
Un test de compatibilidad
Preguntar en una cita cómo se coloca el papel higiénico en el cuarto de baño puede parecer completamente desconsiderado. La dirección en la que cuelga la hoja del rollo es, como indica el psicólogo Christopher Peterson de la Universidad de Michigan en su libro A Primer in Positive Psychology (Oxford University Press, 2006), un interés personal, como las comidas favoritas o los equipos preferidos, que ayudan a los individuos a sentirse únicos y especiales.
Por eso, puede ser útil para ayudarte a elegir a tu próxima pareja y considerar si la relación funcionará. No se trata de una herramienta de evaluación precisa, pero puede resultar divertido ponerla en práctica. Carle advirtió que, si en una casa hay dos personas a las que les gusta tener el rollo de papel higiénico de abajo a arriba (overs), pueden surgir conflictos. En cambio, si hay dos sumisos, no habrá problema.
La manera correcta
El físico Brian Wecht, en declaraciones a Vice, apuntó que, desde el punto de vista la física, es indiferente la dirección en la que esté la hoja del papel higiénico: "La energía cinética de rotación que imparte al rollo es la misma y requiere la misma fuerza si el papel cuelga por un lado, o por el otro".
No obstante, el psicólogo Nicholas DiBella de Standford rebatió para el mismo medio la afirmación de Wecht al señalar que estaba ignorando el factor más importante: el ser humano es vago por naturaleza. "Hay una simetría física, pero la asimetría aparece cuando tienes en cuenta la habilidad humana", explicó.
"Normalmente, cuando la gente está sentada en el váter, tiende a apostar por el mínimo esfuerzo", explica el psicólogo de Stanford. Eso, en palabras de DiBella, "se traduce en que las personas arrancan el papel en lugar de girar el rollo". Y la tira se rasga tangencialmente de izquierda a derecha: "Cuando el papel cuelga por delante es más fácil porque existe más espacio para rotar el brazo".
Pero para conocer la manera correcta —y no más sencilla— de hacerlo, basta con acudir a la hemeroteca de patentes de Google.
El inventor del papel higiénico, Seth Wheeler, planteó en su patente original, firmada en 1891, que se desenrollara de arriba a abajo.