De palo, de agua, de cucurucho, en una refrescante tarrina, en forma de bombón helado o de tarta crujiente de chocolate… Las variedades son todas frescas y sabrosas, incluso con los sabores más exóticos o sin una gota de grasa (ni calorías).
Si se te ha ocurrido en más de una ocasión hacer un ‘do it yourself’ pero no te has lanzado aún, no dejes pasar ni un solo verano más sin salir de tu zona de confort heladera.
Un poquito de historia
A los humanos nos fascina todo lo que es efímero, y más cuando es algo que sabe bien y que hay que comer deprisa y sin tiempo para que la culpa asome. Ese es el secreto del helado, y los chefs lo saben bien, pues lo han elevado en muchos de sus fogones a la categoría de arte. Los chinos ya lo sabían hace 3.000 años cuando desarrollaron los primeros helados con pasta de leche de arroz y nieve. Pero quien lo introdujo en Italia en el siglo XIII fue Marco Polo; allí se desarrolló durante toda la Edad Media hasta que el siciliano Francesco Procopio abrió en 1686 el Café Procope al que acudía feliz el mismísimo Luis XIV a disfrutar de sus helados.
En el siglo XVIII los helados se empezaron a incluir en los libros de cocina, y en el XIX ya aparecieron en París las primeras copas de helado. Sin embargo, el helado no se democratizó hasta 1960, cuando los primeros frigoríficos permitieron degustarlo en casa.
Ahora, el helado da un paso más con la posibilidad de producirlo sin salir de casa, con los sabores y ‘toppings’ que más te apetezcan. Las heladeras profesionales hoy nos permiten disfrutar en la sobremesa de las mejores recetas de helado italiano y a la carta: sin gluten o sin lactosa, veganos o con las frutas y sabores más originales. ¡El límite lo pones tú!
La que propone la firma Cuisinart, la ICE100E, con un litro y medio de capacidad, incorpora compresor y bol de congelación instantánea, con lo que podrás preparar un lote de delicioso helado casero detrás del otro en poco más de media hora, además de aprovechar sus palas ‘pro’ para conseguir diferentes texturas: cremosas, compactas o más firmes.
¿Beneficios? ¡También!
Seguro que no sabías que el helado, además de ser una de las mejores tentaciones que existen, aporta una alta cantidad de calcio, sube el estado de ánimo y te hace feliz.
Refresca, te quita la sed, te hidrata, añade a tu dieta la recomendadísima fruta llena de vitaminas o los frutos secos, y no tiene por qué engordar (opciones sin azúcar ni grasa) porque su base es el agua, el zumo de fruta o la leche (proteínas).
Y lo de hacerte feliz no es broma: se han hecho estudios con la ayuda de resonancias magnéticas para observar qué áreas de cerebro se activan cuando tomas helado, y son las mismas que cuando lo pasas bien o escuchas tu música favorita. Por algo se consumen en el mundo 15.000 millones de litros de helado al año.
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