Potosí, ciudad situada al sur de Bolivia, es una de las ciudades más altas del mundo, situada a una altitud de unos 3.900 metros sobre el nivel del mar. Extendida sobre las faldas de la legendaria montaña llamada Cerro Rico, centra toda su fama por una única actividad, que se remonta a los años de la conquista española: la minería de la plata.
Allá por 1545, un pastor quechua llamado Diego Huallpa se perdió con sus llamas por el cerro y decidió hacer una hoguera para pasar la noche, momento en el que descubrió que algo brillaba en la tierra. Era plata. Pero la expedición española no tardó en llegar, ya que en abril de ese mismo año, a la cabeza de Juan Villarroel llegó la fiebre española de la plata. A partir de este momento Potosí comenzó a crecer de una manera desenfrenada, se convirtió en una de las ciudades más grandes y más ricas del mundo.
En la actualidad, la actividad minera ha caído fuertemente, pero ante este hecho ha cobrado especial importancia el papel del turismo en la región. Además de los sitios más populares entre los visitantes, como Uyuni, Toro Toro o la patrimonial Villa Imperial, se suman otras comunidades que muestran la vida al interior de la montaña y su milenaria historia. La Villa Imperial fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y los grandes atractivos de Potosí podrían ser los siguientes:
La Catedral de Potosí se construyó en 1808 y para ello se utilizaron piedras y ladrillos, formando una cúpula central y dos torres. Esta edificación es una de las muestras más claras del estilo arquitectónico Neoclásico. Además, en su interior alberga importantes reliquias religiosas de oro y plata, también un órgano que fue donado por Simón I. Patiño, magnate de la minería. En el centro de la ciudad se encuentra la Plaza 10 de Noviembre, donde destaca la Estatua de la Libertad, al puro estilo neoyorquino, además del edificio del Ayuntamiento y de la Gobernación.
La torre de la Compañía es uno de los símbolos de la ciudad. Se trata de un convento religioso del siglo XVIII y en su arquitectura destaca el arco del triunfo con cinco aberturas, treinta y dos columnas salomónicas y tres cúpulas de media naranja. Desde la torre, que se puede subir, se ofrecen unas vistas espectaculares de Potosí. Otro edificio religioso destacable de la ciudad es la Iglesia y Convento de San Francisco. La Iglesia, que se comenzó a construir en 1707, destaca por la torre de dos cuerpos, la hermosa portada y el retablo exterior para la cruz, con un estilo barroco y en madera. En su interior destaca la imagen del Cristo de la Vera Cruz, que data del año 1550, convirtiéndose así en la más antigua de Bolivia.
El principal museo de Potosí es la Casa de la Moneda, lugar imprescindible para poder comprender la grandiosidad que alcanzó la ciudad. El edificio colonial, con patios interiores, puertas de cedro y balcones de madera construido entre 1759 y 1773, conserva todavía hoy la maquinaria encargara de procesar la plata que se extraía del cerro: desde los primeros mecanismos de madera movidos por mulas hasta las últimas que usaban energía eléctrica.
La actividad inolvidable e imprescindible en esta región será visitar las propias minas de plata del Cerro Rico. Esta visita muestra la cruda realidad de los mineros, quienes trabajan duro en condiciones extremas, muchas veces llegando a sufrir graves accidentes. Además de plata, hay otras minas de zinc y plomo. La mina Pailaviri es la mina más antigua de Potosí y ha permanecido en continuo trabajo desde 1545. Antes se extraía plata y ahora estaño.
Otros lugares sorprendentes que se pueden visitar en esta región en el sur del país boliviano son las Termas de Tarapaya, una laguna volcánica muy frecuentada para tomar baños termales con propiedades curativas. Las lagunas de Kari Kari, que fueron construidas por orden del Virrey español en el siglo XVI con técnicas muy avanzadas para la época, tienen la función de acumular agua de lluvia para el consumo doméstico. Sus alrededores suponen una zona ideal para realizar caminatas y senderismo. Finalmente, los Baños termales de Miraflores, a 18 kilómetros de la ciudad, ofrecen infinidad de temperaturas en sus termales sulfurosos.
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