Baden-Baden es sinónimo histórico de lujo y exclusividad. A finales del siglo XIX sus aguas termales, su casino y su agradable clima estival, convirtieron a la pequeña urbe alemana en el lugar favorito de descanso de la burguesía europea. Después, emperadores, reyes y príncipes de las monarquías del Viejo Continente fueron clientes asiduos.
La ciudad es un vestigio de la Belle Époque en pleno siglo XXI. El final del siglo XIX y los comienzos del XX la adornaron con un esplendor que no ha caído en el olvido. El balneario europeo con más glamour no ha quedado varado en el tiempo. La ciudad se ha adaptado perfectamente a los cambios sin perder su orgulloso pasado, aunque no sin padecer cierta nostalgia.
Una urbe verde, tranquila y extremadamente ordenada que invita a pasear. Sus cuidados jardines, la belleza de sus edificios y los ritmos pausados de sus arterias principales, especialmente entre Langestrabe y Saphienstrabe, animan a perderse durante horas.
[Una aventura por los gigantes páramos de arena que se extienden hasta el infinito: los desiertos]
Una ciudad de palacios, mansiones, parques y preciosos jardines. Centro de lujo, elegancia y fuentes termales, capaz de arrastrar al visitante a los extremos. Horas para acicalarse y vestirse de etiqueta, y poder entrar en su famoso casino, y tiempo para olvidar el resguardo de la ropa y relajarse en sus fantásticos y legendarios baños.
Balnearios y termas.
Sin duda, la calidad terapéutica de las aguas termales es la razón de ser de Baden-Baden. Las modernas Termas de Caracalla son, actualmente, una combinación de piscinas con agua a diferentes temperaturas, chorros, corrientes, burbujas, jacuzzi, sauna o hamman. Las propiedades de estas aguas atrajeron también, ya durante el siglo XIX, a grandes artistas, pintores o compositores como Franz Liszt o Brahms, que llegaron en busca de bienestar, paz e inspiración.
El legendario Balneario Friedrichsbad fue construido por iniciativa del duque Federico I, a mediados del siglo XIX. Son, sin lugar a duda, las termas más elegantes y elitistas de Baden Baden y está considerado uno de los complejos termales más bonitos del mundo. En el exterior luce una impresionante fachada renacentista con cúpula. El interior de estos bellísimos baños públicos, está decorado con raras especies de mármol y madera, estatuas de dioses griegos, pinturas, bajorrelieves y mosaicos.
Además, la magnífica construcción oculta en sus sótanos otro antiguo lujo, los baños romanos construidos hace más de dos mil años. Los romanos fueron grandes conocedores de las propiedades curativas y terapéuticas de estas aguas e idearon unas termas con grandes avances para la época, como un genial sistema de calefacción interior.
El suntuoso Casino Kurhaus es uno de los más legendarios y lujosos de Europa. Más que una sala de juego es un espacio con gran valor arquitectónico y un lujo acorde con los visitantes que, desde hace siglos, llegan a Baden-Baden. No solo es posible visitarlo como cliente, sino también como turista. Una buena forma de aprovechar las visitas guiadas y recorrer los rincones para poder apreciar su suntuosa decoración, muy al estilo de un lujoso palacio francés.
Los guías son muy aficionados a relatar las historias y anécdotas de las personalidades que pasaron por sus salas. La propia Marlene Dietrich calificó Kurhaus como el casino más hermoso del mundo. Y antes, durante el siglo XIX, contó entre sus célebres jugadores con el mismísimo Fiódor Dovstoyevski. El escritor ruso tenía una enorme debilidad por el juego y sus apuestas en la ruleta superaron, con creces, su patrimonio. Al parecer, le sobraban acreedores. Cuentan que su obra "El jugador" fue escrita en tiempo record, 26 días, para pagar algunas deudas de juego.
Cerca del Casino se encuentra la Trinkhalle, actualmente ocupada por la Oficina de Turismo. En el exterior aparece una larga galería protegida por columnas corintias y está decorada con pinturas murales que ilustran leyendas locales vinculadas a la Selva Negra.En la zona posterior surgen caminos que atraviesan el parque del Kurhaus y en la zona más elevada se alza una capilla rumana ortodoxa, Stourdza. Desde este lugar se contemplan las ruinas del antiguo castillo de los margraves, o marqueses, de Baden.
También merecen una visita la Festspielhause, la segunda sala de ópera y conciertos más grande de Europa, y el Museo Fabergé, en el que se exhiben objetos, accesorios y piezas creadas por el famoso, y extravagante, joyero que fabricó "los huevos" para los zares de Rusia.