La bretaña francesa es una región que se ubica al noroeste del país, justo al sur de Normandía. Uno de sus puntos fuertes es que no es un destino turístico de masas, por eso se presenta como una buena opción si lo que se busca es un lugar en el que vivir la esencia de la región, con sus gentes y sus tradiciones. Además, es uno de los mejores lugares de Francia para disfrutar de una ruta en coche.
En esta región se encuentran paisajes preciosos, pueblos de ensueño, castillos y, sin olvidarlo, una gastronomía fantástica. También es una tierra llena de mitos y leyendas, con huellas del mago Merlín, del rey Arturo y Camelot. Sin dejar de mencionar sus playas, muchas de ellas alejadas del abarrotamiento. Si queremos más historia, siempre nos podemos acercar a la región de Normandía para poder imaginar uno de los episodios más importantes de la Segunda Guerra Mundial.
Para muchos, la joya de la Bretaña francesa es la ciudad corsaria de Saint-Malo, una ciudad marinera de la costa bretona. Se trata de una histórica ciudadela que conserva la muralla defensiva al completo. Pasear por ella disfrutando de las vistas al mar y a las callejuelas empedradas del casco histórico es una de las mejores actividades que realizar aquí. Destaca también la bahía del Mont Saint-Michel y el enclave fortificado de Concarneau.
Entre las ciudades más destacadas también resalta Dinan, probablemente la más hermosa de las ciudades medievales. Su máximo esplendor lo vivió entre los siglos XIV y XVIII, y todavía hoy podemos apreciarlo a través de su fantástico entramado de casas de madera, un castillo y unas calles que sumergen al transeúnte en la edad media. Otro casco histórico que sorprende es el de Josselin, que es famoso especialmente por su castillo de estilo gótico flamígero propiedad de la familia Rohan, una de las estirpes más antiguas de Bretaña. Además del pueblo Locronan, que destaca por las elegantes casas de granito y la iglesia que adornan sus calles principales, así como el aroma de los tradicionales pasteles kouing-Amann.
El rincón más bello de Francia y otros lugares destacados es en la Bretaña francesa donde se encuentra el lugar clasificado como el rincón más bello de Francia. Se trata Vitré, una de las ciudades mejor conservadas de la región en la que sorprende su rico patrimonio, que le llevó también a validar el título de ciudad de Arte e Historia en 1999. Es una población de estilo medieval, donde se pueden ver sus antiguas murallas, sus empedradas y coloridas calles y su ostentosa iglesia de Notre Dame.
Entre los pueblos más bonitos de la región hay que mencionar a Combourg, que también destaca por su castillo, pero también por el lago que se encuentra a sus pies, el entramado de sus calles medievales y la vegetación que lo rodea. Combourg es la cuna del romanticismo y es el lugar de origen del conocido escritor y poeta francés Châteaubriand.
No solo pueblos y ciudades, también hay que mencionar las islas del archipiélago. Sorprende Ouessant, a unos 30 kilómetros de la punta de Saint-Mathieu, que junto con Molène es una de las dos islas habitadas. El principal encanto de esta isla es que se encuentra delimitada por preciosos acantilados y los diferentes faros que se encuentran sembrados por su territorio.
En la Bretaña se encuentra la fortaleza más grande de Europa. Concretamente en Fourgères. En esta población se puede visitar un vasto complejo de piedra construido durante los siglos XII y XV con trece torreones que actualmente están rodeados de jardines. Este fue uno de los puntos clave en la lucha por las fronteras de Bretaña y las vistas desde las murallas son una de las mejores que ver en la región, así como su casco antiguo, que ha sabido conservar la esencia medieval pese al paso de los años.
Si lo que estás buscando es el lugar más pintoresco, hay que adentrarse en Kerlouan, con dunas, peñascos de piedra que rodean al pueblo y una arquitectura reseñable de piedra negra y tejados de chamizo. Los edificios que más sorprenden en Kerlouan son la capilla Pol y los puestos de guardia, que son casas enormes construidas con bloques de piedras.
Por último, hay dos lugares que no conviene dejar de mencionar. El primero, Carnac, que concentra el mayor número de monumentos megalítiocs del mundo, con más de 2.900 menhires. El más grande de ellos mide siete metros de altura y se conoce como el Gigante de Manio. El segundo, Brocéliande, un impresionante bosque del que emanan numerosos cuentos y leyendas. Uno de los más conocidos es que es el lugar en el que vivía el mago Merlín, el hada Viviana y el caballero de Lancelot.
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