Santiago de Compostela lleva siglos atrayendo a visitantes y peregrinos de todo el mundo. Es el punto final, antes de los que deciden llegar hasta Finisterre, de los cientos de peregrinos que recorren las diferencias rutas del Camino de Santiago. Esta ciudad gallega de la provincia de A Coruña es Patrimonio de la Humanidad desde 1985.
La religión es uno de los grandes protagonistas entre los que visitan la ciudad, pero no para todos. La Catedral y la Cripta en la que descansa el Santo Apóstol, es uno de los templos religiosos más bonitos de toda España gracias a su mezcla arquitectónica entre estilos románico y barroco. El Pórtico de la Gloria es la obra cumbre de la escultura románica. Cada día a las 12 tiene lugar la Misa del Peregrino, durante la que se podrá ver en acción el botafumeiro de la Catedral, que pesa más de 50 kilogramos y alcanza una velocidad de unos 70 km/hora.
Una vez contemplado el interior y la arquitectura de la Catedral, hay que admirar la belleza de la Plaza del Obradoiro y disfrutar de su ambiente. El Hospital de los Reyes Católicos es uno de los edificios más icónicos de la plaza y fue construido en puro estilo plateresco tras la visita de los Reyes Católicos a Santiago de Compostela con la intención de acoger a los peregrinos que necesitaran auxilio. Hoy en día funciona como parador, que se puede visitar sin la necesidad de alojarse en él. En esta plaza también hay que admirar el palacio que hoy alberga la sede del Ayuntamiento de la ciudad, del Instituto de la Cultura Gallega y de algunas otras instituciones de la Junta de Galicia.
Aunque la Catedral sea la gran protagonista de la ciudad, Santiago de Compostela es mucho más que eso. Su casco histórico es un sinfín de edificios, callejuelas y plazas que enamoran a cada visitante. Lo mejor es perderse sin rumbo por las calles para descubrir la verdadera esencia en cada uno de los edificios y monumentos. Destaca la Casa do Cabido, un monumento barroco de mediados del siglo XVIII; el Pazo de Bendaña, un palacio urbano barroco también del siglo XVIII situado en la Praza do Toural; o el Pazo de Fondevila, situado en la imponente calle de las Casas Reais, por donde entran los peregrinos del Camino Francés.
Entre otros templos religiosos destacados se encuentra la Iglesia y Convento de San Domingos de Bonaval, una iglesia del siglo XIV que contiene el Panteón de gallegos ilustres como Rosalía de Castro o Castelao. La iglesia está comunicada por el interior con el convento, del siglo XIII, donde se encuentra el Museo do Pobo Galego, en el que se muestran los oficios tradicionales de Galicia. El Convento e Iglesia de San Francisco también merece una visita.
El potencial religioso de Santiago se puede ver también en su legado en monasterios, siendo los más populares el de San Martín Pinario y San Pelayo de Antealtares. El primero ya no funciona como monasterio y es sede del Seminario Mayor y del Instituto Teológico Compostelano. El segundo conviene visitarlo para aprender de su importancia histórica.
Pero Santiago de Compostela, como buen territorio gallego, es una ciudad donde abunda el verde y los espacios naturales. Uno de los más destacados es la Alameda, donde, además de disfrutar de la tranquilidad, se podrán apreciar unas bonitas vistas de la Catedral. Otro que sorprende es el Parque de Bonaval, al norte del animado barrio de San Pedro. Pero para tener las mejores vistas panorámicas de la ciudad hay que subir al Monte Pedroso, o al Monte do Gozo, lugar desde donde primero se ve la silueta de la Catedral al acercarse al final del Camino.
Un viaje a Galicia y en concreto a Santiago Compostela no culminará de la mejor manera sin probar la rica y exquisita calidad de la materia prima de los platos típicos gallegos. En Santiago se pueden encontrar todo tipo de manjares traídos de las huertas o del mar, resaltando por encima de todo el marico. Un buen lugar para conocer esta gran oferta es el Mercado de Abastos. Como punto final, los platos que no se deben dejar de probar son el pulpo a la gallega, la empanada, el caldo gallego y el lacón con grelos, sin olvidar sus vinos.
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