Árbol de vida y ramas de paz. Olivo, de leyenda perdida en el origen de los tiempos. Su apreciada madera dio cuerpo a dioses, instrumentos sagrados y cetros reales. Un ser vivo del que brotan frutos mágicos, que las antiguas civilizaciones mediterráneas supieron transformar en oro líquido.
Cuenta la historia que hace más de cuatro mil años ya existía el cultivo del olivo. Según la mitología egipcia, la diosa Isis transmitió a la humanidad los conocimientos sobre el árbol, su cultivo, la obtención del aceite y sus beneficios. El aceite se empleaba para encender las lámparas de alabastro que iluminaban la cámara del dios Ra.
Su uso era indispensable en la cosmética y en los procesos de embalsamamiento. Aparecía en los aposentos fúnebres de los faraones, a los que acompañaba en el sarcófago una ramita de olivo como símbolo de inmortalidad. Los griegos lo utilizaron y los fenicios los comerciaron y extendieron por todo el Mediterráneo. Y, llegó a Jaén y a Córdoba, a Andalucía. La esplendorosa Bética del imperio romano fue la gran productora del oro líquido.
Zumo de aceitunas
El preciado oro líquido se asentó en tierras ribereñas del Guadalquivir, en las que se concentraba la producción intensiva ya en época romana. El aceite se destinaba a la exportación. Es fácil encontrar gran cantidad de restos de almazaras romanas, molinos de aceite y alfarerías, dedicadas a la fabricación de ánforas para el transporte del “óleum”. El viaje las llevaría hasta el mar, por el cauce del Guadalquivir, y después hacia Roma y las provincias del imperio.
Los árabes de Al-Ándalus bautizaron aquel zumo de aceitunas como “Azzayt”. Era una de las principales fuentes económicas del mundo andalusí, tenía usos en alimentación, cosmética y medicina. El aceite era un símbolo de riqueza que perdura en el siglo XXI.
Jaén, cuna de olivares
Recorrer la Ruta del Olivo es descubrir inmensos campos de olivares que se distribuyen alrededor del Parque Natural de Sierra Mágina. El olivar es la seña de identidad de los pueblos y su arquitectura; de sus cortijos, sus tradiciones y su artesanía. Los visitantes disfrutan de la cultura del olivo y el aceite, conocen el proceso de producción y se deleitan con las catas.
La Sierra Mágina esconde olivos centenario, almazaras y ruinas de castillos en Cambil, donde permanecen los restos de una fortaleza nazarí del siglo XIII. La Vía Verde del Aceite recorre casi 60 kilómetros entre olivares y es muy frecuentado por senderistas y ciclistas.
El Museo de la Cultura del Olivo se encuentra muy cerca de la hermosa Baeza. Una ciudad de elegante aire renacentista, con bellos edificios del siglo XVI, que sirvió de inspiración para la arquitectura colonial. La Plaza de los Leones con su Palacio Plateresco o el magnífico edificio de la Antigua Carnicería (hoy, Juzgados) merecen una visita. En la Plaza de Santa María el paisaje resulta monumental en las Casas Consistoriales y en su encantadora fuente, con un arco central que recuerda al Arco de Triunfo romano y que muchos consideran la más bella de Andalucía. Desde la misma Plaza, la torre de la Catedral domina todo el núcleo urbano. Se edificó sobre los restos de la antigua mezquita, en el siglo XIII, ya cristianizada la ciudad.
En Úbeda, también la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares se construyó sobre la mezquita anterior. El templo conserva varios estilos arquitectónicos, mudéjar, gótico, renacentista y barroco, y el interior resulta aún más curioso. Pero, quizá, el edificio más original de Úbeda es la Sinagoga del Agua. La visita transcurre por seis salas, aunque la más impactante es la dedicada a los baños rituales de purificación. Se encuentra frente al Palacio de las Cadenas, el Ayuntamiento actual.
Córdoba de olivos monumentales
Córdoba comparte con Jaén la misma fuente de riqueza. Grandes extensiones dedicadas al olivo y su “oro líquido”. Pueblos y comarcas ofrecen experiencias de oleoturismo y Rutas del Aceite de Oliva con visitas a almazaras, explotaciones de olivos, talleres gastronómicos y catas. Toda la provincia andaluza rinde pleitesía a sus tradicionales olivos milenarios y centenarios y, entre ellos, alguno tan famoso como el de la Mezquita-Catedral de Córdoba. El tronco retorcido y centenario del olivo se asoma a la Fuente del conocido Patio de los Naranjos.
Pero, son muchos los viejos olivos conservados por todo el territorio. En Baena, el inmenso Acebuche (olivo silvestre) de Ízcar se abraza a la piedra caliza sobre la que nació. Todo un monumento vivo de doce metros de altura. El Museo del Olivar y el Aceite brinda una experiencia para los cinco sentidos, descubriendo la cultura milenaria del olivo. Baena está salpicada de almazaras centenarias. Pero también merecen visita las ruinas del Castillo, una fortaleza que tiene su origen en el siglo IX, en los tiempos del Califato de Córdoba.
El aceite de los olivares de Priego de Córdoba luce sello con denominación de origen. El pueblo presume de un magnífico patrimonio barroco en iglesias como la de San Pedro, una de las más valiosas, en su estilo, de toda Andalucía. Priego también tiene castillo, y su torre del homenaje está declarada Monumento Nacional. Es impensable salir de Priego sin conocer el Barrio de la Villa. Es el origen de la ciudad y conserva ese embrujo medieval y musulmán. Una red de calles estrechas y encantadoras, de paredes encaladas y fachadas salpicadas por geranios.
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