A finales del siglo XVI y durante muchos años del siglo XVII, los Tercios "se inventaron" una ruta que acabaría entrando en la historia de las estrategias militares que unía Milán y Bruselas con el objetivo de mantener conectados los Países Bajos Españoles con el centro de la Monarquía hispánica.
La dificultad para hacer llegar mercancías, dinero y soldados por vía marítima, por el deterioro de las relaciones con Inglaterra, provocó que se habilitara esta ruta terrestre. Con el paso de los años la ruta originaria, que es la que vamos a desgranar en este reportaje, fue dando paso a otras variantes, pero siempre con el mismo punto de partida e idénticos destinos y finalidad.
Calderón de la Barca retrató el valor de estos soldados en uno de sus tantos poemas titulado El soldado español de los Tercios, cuyos primeros versos reproducimos aquí:
Este ejército que ves
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que el adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira como procede.
El Camino del Archiduque Alberto
Felipe II encargó en 1595 la difícil tarea de gobernar los Países Bajos Españoles al Archiduque Alberto de Austria quien, establecido en Milán tras desembarcar en Génova, decidió abrir una ruta para el suministro de víveres, armamento y tropas entre tierras italianas con los Países Bajos. Esta ruta tenía su origen en Milán y continuaba camino de Turín.
Los Tercios Atravesaban los Alpes por el Montcenis continuando por el camino habitual hasta llegar a Aiguebelle donde se desviaban al norte hacia Albertville. Seguían hasta Annecy para conectar de nuevo al camino tradicional a la altura de Besançon. Siguiendo por Nancy, Metz hasta Luxemburgo, Namur y Bruselas.
Milán- Duomo
En cinco siglos de construcción hasta que la Catedral de Milán quedó acabada, desde luego los Tercios Españoles tuvieron que ver cómo se llevaba a cabo su lenta construcción. En 1389, el francés Nicolás de Bonaventure, fue designado arquitecto jefe dando a la catedral una fuerte impronta gótica.
Lo que no vieron ninguno de los integrantes de los Tercios fue la estatua de cobre dorado que esculpió el escultor Giuseppe Perego en 1774, ubicada en el punto más alto del templo y que es conocida como la Madonnina que se convirtió en el símbolo de Milán.
Los números que rodean la Duomo la hacen espectacular: las 135 agujas que coronan la catedral sostienen a sendas imágenes de santos; un total de 150 gárgolas permiten evacuar el agua de la lluvia y asustar a las almas oscuras; en la puerta de la catedral aún hoy se pueden observar restos de decenas de bombas caídas durante la II Guerra Mundial.
Turín- Fontana Angélica
El encanto de la capital del Piamonte la sitúa a medio camino entre la sobriedad y el lujo típico de la ciudad del siglo XIX y la universalidad vanguardista de las ciudades actuales. El Palacio Real y el Palacio Madama son de obligada visita, aunque estaremos envueltos durante todo nuestro paseo por verdaderas joyas arquitectónicas, como por ejemplo la Fontana Angélica de la Plaza de Solferino. Pero son las iglesias y los edificios de corte religioso los que se llevan la palma en Turín, de manera que no saldremos decepcionados si visitamos la Basílica de Superga, la Gran Madre, la Catedral Duomo), la Consolata o la Crocetta.
Albertville- Ciudad de Conflans
Albertville es una ciudad con gran patrimonio histórico y arquitectónico, rico y variado y ofrece unas vistas impresionantes de la histórica ciudad de Conflans, con su torre sarracena que data del siglo XII y con el castillo Manuel Locatel dominando la ciudad desde un promontorio rocoso.
Conflans, ciudad histórica que protegía sus paredes desde el siglo XIV, ha conservado un encanto intacto a través de los siglos en sus antiguas calles y callejones, fuentes, fachadas y jardines.
El museo de arte e historia de Albertville alberga colecciones que dan testimonio de la riqueza del territorio: restos romanos y arte sacro desde el siglo XV hasta el siglo XX.
Annecy, bellísima ciudad- Francia
Situada en un marco majestuoso entre un lago y las montañas de los Alpes, Annecy ha sabido preservar un patrimonio único natural e histórico que le otorgan el título honorífico de una de las ciudades más bonitas de Francia.
La vida de Annecy está íntimamente relacionada con la de su lago, cuyas aguas son tan límpidas que es considerado el más puro de Europa. Unos circuitos inolvidables en bicicleta, en barco de crucero, en coche o a pie (por senderos señalizados), permiten descubrir playas y calas, grandes restaurantes y merenderos, así como pueblos pintorescos a orillas del lago.
Nancy, ciudad estilo rococó
La ciudad antigua, con las callejuelas que rodean la basílica de San Evre y la puerta de la Craffe, da testimonio de la Edad Media y el Renacimiento. Aquí se encuentra el museo Lorenés, que posee una de las mejores colecciones de escultura de Francia, y las tumbas de los duques de Lorena.
El siglo XVIII queda perfectamente mostrado al visitante con tres magníficas plazas que figuran en el registro del patrimonio mundial de la UNESCO: la Plaza Stanislas, por el nombre del rey de Polonia refugiado en Nancy en el siglo XVII, con sus magníficas fuentes y las verjas realizadas por Jean Lamour, la Plaza de la Carrière y la Plaza de Alliance.
Metz, 3 milenios la contemplan
Metz es una ciudad trimilenaria que posee un patrimonio y una arquitectura enriquecedores. De entre tanta variedad, destacaremos tres monumentos de impactante belleza:
El Templo Nuevo, catedral construida a principios del siglo XX. Aunque con una arquitectura, inspirada en las catedrales renanas de Spira y Worms, lo que le proporciona un aspecto medieval. Este templo fue realizado para la comunidad civil y sigue siendo un lugar de culto. También está abierto a las manifestaciones culturales.
La catedral de Saint-Etienne, con una altura de nave de 42 m, es uno de los edificios góticos europeos más altos. Con los 6.500 m² de superficie de sus vidrieras (del siglo XIII al XX, con algunas de Chagall), ha recibido el sobrenombre de «Linterna de Dios».
La Plaza de Saint-Louis ha sido testigo de la prosperidad de Metz en la Edad Media, denominada primeramente «Place du Change » (Plaza del Cambio), fue rebautizada como Plaza Saint-Louis. La plaza conserva hoy en día su arquitectura pintoresca de influencia italiana.
Luxemburgo, Patrimonio de la Humanidad
Luxemburgo es una capital que puede compararse con una capital de provincia, brinda al viajero un centro muy atractivo con una valle panorámica, casas muy hermosas y una plácida plaza. Fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en el año 1994. Esto se debe a su enorme contenido histórico como los barrios antiguos que amparan parte de la historia europea.
En la visita por Luxemburgo, es importante acudir a alguno de los más puntos de interés turístico más significativos con los que cuenta, como la fantástica Catedral de Notre Dame (Catedral de Santa María de Luxemburgo), el Museo Nacional de Arte e Historia, el Palacio del Gran Duque, el Petrusse Casemates, el Casino de Luxemburgo, el Museo de Historia Natural de Luxemburgo, la Citadelle Du St – Espirit, la Iglesia de San Juan Bautista o el Viaducto.
Namur y su ciudadela
La Ciudadela de Namur se extiende a lo largo de 80 hectáreas de espacios verdes. Ubicada en las proximidades del centro de la ciudad, ofrece unos magníficos puntos de vista de Namur y el Valle del Mosa. Con 7 km de subterráneos, la Ciudadela de Namur constituyó una de las grandes fortalezas de Europa.
El Centro de Terranova cuenta a través de decenas de pantallas la historia de la vida de Namur desde el principio de los tiempos hasta el presente, creando una inmersión total del visitante en el pasado, el presente y el futuro de la ciudad.
Bruselas, tanto que ver
Hay tanto que ver en Bruselas, que dejaremos aquí unas pinceladas poco frecuentes de lo que las habituales guías de viajes ofrecen. Así podremos dejarnos atrapar por la belleza y grandeza del Parque del Cincuentenario. Ubicado en la zona europea y escasos metros de la Comisión Europea, el parque del cincuentenario es unos de los símbolos de Bruselas. Construido para celebrar el cincuenta aniversario de la independencia de Bélgica por el Rey Leopoldo II.
El Parque Miniatura, situado en Bruparck a escasos metros del Atomiun, cuenta con unas 350 maquetas hechas a escala 1/25 mediante las que se representan 80 ciudades de la Unión Europea.
El Mercado de las Pulgas es una de las partes más maravillosas de la ciudad de Bruselas, esa parte que siglos atrás reclamaron para sí los bruselenses. La que puede ser que sea más desconocida para el resto del mundo pero es sin lugar a dudas la más auténtica; el mercado se encuentra en pleno barrio de Marolles, en la Place du Jeu de Balle, y en el momento en el que plantemos un pie formaremos parte de su bullicio y color.