La geografía de Galicia conforma un espectacular paisaje de contrastes entre los relieves costeros y del interior, donde estos suelen alcanzar una mayor altitud. No es de extrañar por tanto que el techo montañoso de la provincia de Pontevedra se encuentre enmarcado justo en el límite natural con las tierras de Lugo, entre los municipios de Rodeiro y Chantada. La conocida como A Serra do Faro es un accidente geográfico montañoso que separa las comarcas do Deza y Chantada, así como también las cuencas fluviales del Miño y el Ulla, y que en su punto más alto alcanza los 1.187 metros sobre el nivel del mar. Además, este rincón del interior está considerado el lugar más visible de toda Galicia, o lo que es lo mismo: el lugar desde el cual se puede observar una mayor superficie de terreno gallego ―teniendo en cuenta sólo el terreno y no las condiciones que pueden reducir o impedir la visibilidad.
A pesar de no situarse entre las montañas más altas de la comunidad, A Serra do Faro constituye un verdadero tesoro a nivel natural y paisajístico, pues desde su cima es posible disfrutar de un recorrido visual a través de las cuatro provincias gallegas. De hecho, este espacio natural se encuentra integrado dentro de la Red Natura 200 y está declarado Zona Especial de Conservación (ZEC). Por otros lado, en los días en los que los bancos de niebla toman el horizonte montañoso de esta cordillera de la Dorsal Gallega, la cumbre se convierte del mismo modo en un mirador perfecto hacia el mar interior de la provincia de Pontevedra, pues la bruma que envuelve al lugar hace recordar al semblante de las olas rompiendo contra la costa.
Entre naturaleza y paisajes mágicos
La cadena montañosa que forma A Serra do Faro se encuentra compuesta por diferentes picos y montes que sirven para la demarcación natural de estas fronteras del interior, algunos de ellos situados incluso cerca de los 1.000 metros de altitud ―como la cima de Piorno (1.059), Penas Grandes (1.026) o Cabeza (968). Con todo, es precisamente la ya citada cumbre del Monte do Faro el lugar más destacado del conjunto montañoso. Lo cierto es que esta zona y sus alrededores presentan tres ecosistemas muy bien diferenciados, los cual albergan entre sus terrenos y masas forestales autóctonas una gran riqueza y valor ecológico. El principal entorno que encontramos es aquel constituido por los montes bajos donde predominan especies como los toxos, xestas y queirogas, y en el que habita fauna salvaje como lobos, zorros o aves como el paspallás o las cotovías. En las vaguadas, por su parte, es habitual encontrar bosques caducifolios integrados por especies arbóreas como el roble, a los melojos, abedules, endrinos e incluso arándanos; mientras que el último de los escenarios se correspondería con un ecosistema de monocultivo de pino.
Más allá de su riqueza natural, la cima del Monte Faro se ha convertido en uno de los miradores más espectaculares del interior pontevedrés. La superficie de este enclave gallego se extiende a lo largo de 3.00 hectáreas, disfrutando de una situación geográfica privilegiada que lo convierte, sin atisbo de dudas, en el auténtico skyline de Galicia. De hecho, justo en su punto más alto se localiza la famosa Ermita de Nosa Señora do Faro y desde allí, como decíamos, es posible divisar distintos territorios pertenecientes a las cuatro provincias gallegas. Cabe destacar también que en esta zona se encuentra el vértice geodésico y un mirador, gestionado por la propia compañía del parque eólico, en el cual destaca un llamativo y pintoresco panel interpretativo hecho a base de azulejos y realizado por el artista coruñés Jorge Peteiro. Desde este rincón es posible disfrutar de una panorámica en detalle de los concellos más cercanos, entre ellos Rodeiro, Dozón, Chantada o Monterroso entre otros.
La historia espiritual de esta cumbre gallega
El techo de la provincia de Pontevedra se encuentra coronado por un cruceiro con la escena de la crucifixión de Cristo, un altar al aire libre y la Ermita de Nosa Señora do Faro, un templo religioso erigido en la segunda mitad del siglo XVII sobre otros más antiguos de origen románico y pagano. Al parecer mucho antes de la existencia del templo religioso, el promontorio sobre el que se asienta era un lugar habitual para la práctica de ritos paganos. De hecho, la relevancia arqueológica de toda la sierra ―sobre todo en la cara oeste― forma parte del testimonio vivo que se conserva de este pasado de vinculación espiritual, con restos de mámoas e incluso túmulos funerarios de origen megalítica. Además, esta divisoria natural entre las provincias de Lugo y Pontevedra también es el escenario de una de las etapas del Camino de Invierno hacia la ciudad de Compostela. El trazado entre el municipio de Chantada y Rodeiro está marcado por los paisajes de ascenso al Monte Faro.
En la actualidad, esta capilla de semblante rústico se ha convertido en el epicentro de una multitudinaria romería de gran tradición llevada a cabo cada 8 de septiembre, la cual ya aparece mencionada en unas cantigas del trovador medieval Xohán de Requeixo. Lo cierto es que, de alguna forma, también el nombre de esta cumbre está relacionado con la moral y la espiritualidad. En el pasado, los señores de la Camba ―propietarios de estos territorios― atribuían el nombre del Monte Faro a una vieja costumbre que consistía en encender luminarias para avisar a los vecinos del pueblo de cualquier peligro. Allí también se dicen que se reunían los ancestrales combatientes antes de una batalla para pedir frente a una imagen de la Virxen do Faro. Esa misma devoción a la Virgen ha continuado a lo largo del tiempo gracias a la popular romería gallega, de la cual es importante destacar la curiosa procesión, más conocida como "A Filla", que tiene lugar en el marco de la celebración. La peregrinación en cuestión avanza desde la iglesia de Santiago de Requeixo hasta los pies del santuario del Monte Faro, en un trayecto que ronda los cuatro kilómetros y durante el la cual los devotos portan una imagen de la Virgen. A mitad del camino, los fieles atraviesan un Vía Crucis de unos 300 metros que se encuentra plagado de cruces pétreas y varias fuentes milagrosas, entre ellas la de los Meniños.