Fortalezas, polvorines, antiguas bases militares e incluso túneles secretos bajo tierra forman parte del legado militar que hoy por hoy se conserva en el territorio gallego. De entre todas estas huellas visibles, las siluetas abandonadas de las baterías costeras todavía salpican muchos de los paisajes de las Rías Baixas ―de hecho, también existió un destacamente en Punta Faxilda y unos proyectores de luz en Cabo Home. Y es que, no hace tanto tiempo, hubo una época en la que el litoral de este enclave gallego presumía de una de las mejores defensas marítimas de toda Europa. Hace apenas un siglo, desde el entorno de Cabo Silleiro (Baiona) hasta San Vicente do Mar (O Grove), la costa sur de Galicia se encontraba protegida por un buen número de estas construcciones militares. En el presente, los diferentes complejos de artillería conforman una de las rutas más singulares de las Rías Baixas, enmarcados en su mayoría en rincones mágicos donde la naturaleza es la gran protagonista. 

Batería J-1 Puerto Cuaces (O Grove)

Ruinas de la batería costera de Puerto Cuaces en San Vicente do Mar. Foto: Wikimedia



En el corazón de la comarca do Salnés, el municipio de O Grove esconde en uno de sus rincones más turísticos las ruinas de la antigua Batería costera J-1 de Puerto Cuaces. Lo cierto es que el ejército de Tierra Español mantiene hoy en día la propiedad de este complejo en San Vicente do Mar (junto con la de Cabo Silleiro son las únicas zona de estas características de titularidad militar) y las instalaciones son todavía utilizadas como un campo de tiro y zona de maniobras para la Brilat. Sobre su historia cabe destacar que la batería militar fue erigida en la década de los 40, compuesta en su origen por tres cañones vikers enclavados en búnkeres abiertos, aunque con el tiempo se completaría el plantel con una cuarta pieza. Además, si bien es cierto que al tratarse de un recinto militar las estructuras apenas se encuentran vandalizadas, la realidad es que el desuso y abandono del complejo ha provocado que las cuatro piezas de artillería se encuentren en un estado pésimo de conservación.   

Baterías J-2 Cabo Udra (Bueu)

Entorno del Aula da Natureza de Cabo Udra, construida sobre los antiguos barracones militares. Foto: Googel Earth

En la pequeña villa marinera de Bueu se localizan los restos de la Batería J-2 de Cabo Udra, una de las menos conocidas de las Rías Baixas. Las ruinas de estas instalaciones militares permanecieron en su origen a un sistema defensivo del régimen de la dictadura destinado a defender la costa gallega ante los posibles ataques de países aliados durante la Guerra Civil y Mundial. El complejo fue construido en la década de los años 30, concretamente en los días posteriores al golpe militar de 1936. En la actualidad, la batería se encuentra totalmente desarticulada y la estampa general, oculta bajo la maleza, presenta a duras penas los restos de los anclajes de los cañones así como varias estructuras pertenecientes al cuartel, los almacenes o las garitas. De hecho, algunos de los antiguos barracones han sido rehabilitados y transformados en su cometido para acoger en el presente un Aula de Interpretación da Natureza.  

Batería de Costa J-3 Monteferro (Nigrán)

Batería de costa en Monteferro, Nigrán. Foto: Google Earth

xxx

Batería de Costa J-4 Cabo Silleiro (Baiona)

Base militar abandonada en Cabo Silleiro, Baiona. Foto: Shutterstock Shutterstock

A escasa distancia del emblemático faro de Cabo Silleiro se mantienen todavía en pie los restos de las viejas instalaciones militares de Baiona. Dicha batería formó parte en su día del sistema defensivo costero de las Rías Baixas y que unía Puerto Cuaces, Cabo Udra, Monteferro y Cabo Silleiro. En el caso particular de estas últimas, el complejo contaba con cuatro cañones y sus respectivas garitas, visibles aún hoy desde la carretera que conecta Baiona con A Guarda. Su origen se remonta a las primeras décadas del siglo XX, justo después del estallido de la guerra civil española en 1936. En el recinto abandonado también quedan en pie la torre de telemetría, el arco de acceso principal (con el escudo franquista), el cuartel militar, las dependencias oficiales, la cantina e incluso los restos de las viviendas del capellán y el sargento. Además, bajo tierra se esconden los antiguos túneles subterráneos del búnker (con cerca de 200 metros de galerías), donde se localizaban los barracones y la entrada a las baterías.