La memoria histórica de un pueblo también se construye a través de sus bienes patrimoniales, y en el caso de A Guarda, las cetáreas son una de las piezas más destacadas en el pasado de esta villa marinera. Estas antiguas construcciones de piedra conforman viveros naturales situados sobre la superficie rocosa de la costa, justo en los márgenes intermareales, que fueron utilizados desde el siglo XIX y durante casi un siglo para el almacenaje de mariscos vivos―principalmente langostas y bogavantes― y que más tarde serían vendidos.
Desde el punto de vista gastronómico, A Guarda adquirió una gran relevancia gracias a las cetáreas, ya que la ciudad era considerada un importante punto de venta de marisco de calidad. De hecho, la localidad pontevedresa es conocida en toda Galicia como "la capital de la langosta". En la actualidad, la Ruta das Cetáreas trata de poner en valor dicha tradición marisquera con un recorrido costero por los principales viveros naturales de la zona: Redondiña, Laxe de Can (Altiña), O Portiño y A Grelo.
Una historia vinculada al mar
En el año 2010, la Cofradía de Pescadores "Santa Tecla" ―en colaboración con el concello de A Guarda y la Consellería do Mar de la Xunta de Galicia― puso en marcha este proyecto con el objetivo de sacar a la luz el pasado marinero de la villa histórica. El itinerario confeccionado avanza a lo largo de 4 kilómetros y medio hacia el norte del municipio, dando comienzo en los alrededores de la zona portuaria de A Guarda y finalizando muy cerca de los límites territoriales de O Rosal.
La Ruta das Cetáreas atraviesa hasta cuatro viveros naturales de gran relevancia y en buen estado de conservación, cada uno de ellos acompañado de sus respectivos paneles informativos que explican el funcionamiento y otros datos de interés sobre su gestión. Se trata de un recorrido sencillo y que no presenta grandes dificultades, con un tiempo estimado para completar la ruta de poco más de una hora (sólo la ida), por lo que resulta idóneo para todo tipo de senderistas. De sur a norte, la primera parada en el itinerario guardés se encuentra en la cetárea de A Grelo, seguida de O Portiño; Redondiña, la más antigua de todas construida en el siglo XIX; y por último Altiña, creada en el año 1902 y en activo hasta 1977.
El Museo del Mar
El Museo del Mar conforma otra de las visitas obligadas en el recorrido por el pasado marinero de A Guarda. El espacio museístico se encuentra ubicado en el norte del puerto de la localidad, en una réplica de una antigua Atalaia defensiva datada del siglo XVII que fue derribada en 1945 para facilitar la extensión de las grandes redes utilizadas por los trabajadores del mar. El emplazamiento actual del museo fue reconstruido ya en el año 1997.
El interior del Museo del Mar dispone de dos colecciones destacadas: una etnográfica, relacionado con la vida marinera de la villa guardesa, con útiles y aparejos relacionados con la pesca y el mar; y así otra malacológica, que atesora una compilación de conchas de mar clasificados por familias y procedentes de todo el mundo. Cabe destacar que una parte importante del patrimonio inmaterial de A Guarda se encuentra recogido en vídeos editados por el concello, tales como Xentes do Mar, Lendas de Mar, Mulleres de Mar y Tesouros vivos.
El espacio abre sus puertas y puede ser visitado los fines de semana y días festivos, con una tasa de acceso de 1.5€ para el público adulto, y de 1€ para niños de entre 6 y 14 años, titulares de Carnet Joven o miembros de familias numerosas. Además, el primer sábado de cada mes y los festivos locales la entrada es totalmente gratuita para todos los visitantes.