Antes de llegar a la ciudad fronteriza de Tui nos encontramos con el Monte Aloia, el primer Parque Natural de Galicia, declarado en 1978. Aunque es el menos extenso de la comunidad, ofrece una gran riqueza en flora y fauna autóctonas. Cuenta con varias rutas de senderismo, para todos los niveles y edades; un castro celta y restos de la muralla ciclópea más larga que se conserva en Galicia; y un mirador único desde el que contemplar la "raya húmeda", que divide España y Portugal.
Senderismo a todos los niveles
Como parte del macizo del Galiñeiro, esta zona ofrece unos diez kilómetros de rutas para todos los gustos y de todas las dificultades. Actualmente existen hasta ocho rutas señalizadas, que van desde los cuatrocientos metros hasta algo más de los seis kilómetros. Muchos senderistas prefieren ir enlazando rutas, pues casi todas se cruzan entre ellas en algún punto, y así hacer un recorrido más largo. En la página de Turismo de la Xunta de Galicia podemos encontrar mapas y explicaciones de varios de los recorridos, y así asegurarnos de que vamos a ir bien preparados y no nos vamos a perder.
Las sendas más cortas corresponden a un pequeño recorrido botánico, que permite a los visitantes admirar árboles autóctonos y otros traídos de lugares exóticos hace más de cien años. Ideal para las visitas con niños, estas rutas comienzan en el Centro de Interpretación de la Naturaleza, la Casa Forestal Ingeniero Areses, una construcción muy curiosa que sigue ejerciendo de casa forestal y punto de encuentro para viajeros. Allí también proporcionan información de la zona, muy detallada, así como mapas de las diferentes rutas.
Celtas en Tui: verdades y leyendas
Arqueológicamente, el Monte Aloia también es un tesoro para el visitante, puesto que alberga restos prehistóricos y romanos. Varias de los senderos nos llevarán hasta el pequeño castro que hay en el alto del monte, asentamiento que prueba que los celtas vivieron en esta zona. También podremos encontrarnos con una prehistórica muralla ciclópea, llamada así por estar construida con grandes piedras y sin usar argamasa.
Pero lo más interesante de este lugar es la leyenda de que este era el mítico Monte Medulio, escenario de una de las últimas batallas entre romanos y celtas. La historia cuenta que, durante las batallas cántabras, los celtas se refugiaron "entre el río Miño y las olas del mar" para huir de los romanos, que construyeron un foso para asediarlos hasta que se rindiesen. La batalla fue tan dura y tan larga que cuentan que este monte fue el escenario de un suicidio colectivo con el que evitarían ser esclavos de los romanos.
Aunque varios historiadores hablan de la posibilidad de que el Monte Medulio pertenezca a alguna sierra de Asturias o Cantabria, lo cierto es que el Monte Aloia bien podría haber sido escenario de tan legendaria batalla. Lo fuese o no, el visitante puede imaginar cómo los celtas aguantaron el asedio desde el espectacular Mirador do Alto da Cruz, desde donde se ve morir el río Miño en el mar.
Bacalao a la brasa en un merendero
El Bar Monte Aloia se encuentra muy cerca de la capilla de San Xiao y ofrece platos tradicionales en un entorno único. Su terraza está distribuida en una pequeña zona arbolada, las mesas y los bancos son de madera y el viajero puede sentir que está comiendo en un merendero "a mesa puesta".
Por su cercanía con Portugal, las especialidades de este restaurante son los pescados, concretamente el bacalao. Aunque lo preparan de varias maneras, cómo no, la especialidad es a la brasa. También preparan otros pescados frescos, churrasco, empanadas, y, en domingos y festivos, cocido gallego y callos con garbanzos. No se deben olvidar tampoco los exquisitos postres caseros, que van desde sencillas filloas hasta una tarta de Santiago que poco tiene que envidiar a las de la capital.