En la península del Morrazo, concretamente en la localidad de Cangas, se encuentra una de las rutas costeras más bonitas y sencillas de las Rías Baixas. Una ruta circular de poco más de ocho kilómetros, con escaso desnivel y buena señalización, estos senderos son muy fáciles de recorrer y ofrecen un plan perfecto con niños o animales.
La llamada Costa da Vela ofrece unas vistas poco conocidas de las rías de Vigo y Pontevedra, pues la península se encuentra entre las dos. Desde el mirador de la Caracola de Donón, "A Buguina", se pueden contemplar a mano izquierda las islas Cíes y a mano derecha la isla de Ons, ofreciendo un panorama espectacular.
Empezando el camino en la Caracola, el viajero enseguida se interna en un precioso camiño costeiro, desde el que se ve el mar todo el tiempo. Precisamente por esto, quizás no es recomendable hacerla en días de mucho calor, pues no hay muchas sombras bajo las que cobijarse hasta mitad de camino. Ese primer tramo de ruta, entre los acantilados, ofrece un paisaje abrupto y único, mostrando una perspectiva de la Costa da Vela que no se puede ver desde ningún otro punto del Morrazo.
El primer faro al que se llega es el que recibe el nombre del cabo, el Faro de Cabo Home. Es el extremo más occidental de la península y permite apreciar la fuerza del mar al chocar las olas contra el escarpado acantilado. Muchos visitantes animan a verlo también en los días de temporal, ya que ofrece un espectáculo muy singular.
Muy cerquita de este primer faro, siguiendo el camino del acantilado, aparece el Faro de Punta Robaleira, pintado de rojo para señalizar la bravura de las aguas en ese punto. De escasos nueve metros de altura, este edificio se ve sobrepasado por las olas en los días de fuerte temporal. Varias cruces enclavadas en el acantilado conmemoran a los marineros que perdieron la vida en ese punto. A la entrada norte de la Ría de Vigo, este faro es uno de los lugares preferidos de los turistas para contemplar las islas Cíes desde Cangas.
Para llegar al tercer y último faro, el de Punta Subrido, hay que bordear la playa de Melide, conocida por sus cristalinas aguas y su arenal prácticamente virgen. En la misma playa hay un pequeño chiringuito en el que se puede hacer un alto en el camino para reponer fuerzas, siempre con las islas Cíes al fondo recordando lo impresionante de la ruta.
Quizás la entrada a este faro sea la más diferente, puesto que se accede a través de un "corredor" de pinos desde el que se ve al fondo el mar y la edificación blanca y azul. Aunque en los otros faros las vistas son imponentes, este tercero permite apreciar una naturaleza diferente, la que caracteriza a Galicia: playas vírgenes enclavadas en grandes bosques de pináceas.
Dejando los faros atrás, el sendero continua por el camino del bosque, bajando muy poco a poco casi hasta la altura del mar. Así, permite contemplar la playa de Barra, un arenal de casi un kilómetro de largo que muchos consideran el más bonito de Cangas (aunque existen muchas otras playas espectaculares en la zona). Esta playa, nudista y de muy fácil acceso, forma parte de la Red Natura 2000 y es de las favoritas de locales y visitantes.
Para que la ruta sea circular, el camino va ascendiendo lentamente hasta la Caracola otra vez, atravesando el bosque de pinos. Arriba del todo, de vuelta al mirador, hay dos restaurantes en los que disfrutar de una buena comida una vez acabada la ruta. Si la ruta se hace por la tarde (se tardan apenas dos horas si se hace con calma), además, se puede disfrutar de una de las puestas de sol más bonitas de Galicia, según dicen muchos viajeros.