Ricardo Freire es el creador de Fornelos Wake Club, un espacio en el que practicar wakeboarding en Fornelos de Montes, en el interior de la provincia de Pontevedra. Su modelo de negocio, desarrollado bajo el lema ‘music, sport & drinks’ (música, deporte y bebidas), es un soplo de aire fresco para aquellos que buscan un plan diferente este verano.
Tras los primeros meses de la pandemia, además, decidió crear junto a su socio, André Vázquez (el DJ Groove Amigos), el ‘Tardeo en el lago’: música en vivo, bebidas y wakeboard junto al río Oitavén. "Quisimos darle una vuelta al negocio en vez de quedarnos en casa esperando subvenciones, no sabemos estar quietos", dice Ricardo.
Ahora han decidido seguir creciendo y llevando este deporte a otros lugares, por lo que abrirán un espacio en Yucatán, en México, internacionalizando su marca.
Wakeboard, un deporte para toda la familia
El río Oitavén ha sido el escenario elegido por este vigués para crear un espacio único en Galicia en el que practicar wakeboard o esquí acuático. "A Fornelos Wake puede venir cualquiera, tenga el nivel que tenga, porque tenemos un espacio adaptado para principiantes y para deportistas profesionales", explica Ricardo, que también habla de los cursos de iniciación o perfeccionamiento que se ofrecen en sus instalaciones.
Además, disponen de un parque de hinchables acuático y se pueden practicar deportes como paddle surf o kayak. También tienen una zona de restauración y un albergue, por lo que es un lugar idóneo para una escapada de turismo activo. "El wakeboard es un deporte sostenible porque el sistema del cable guía es eléctrico, no contamina ni perjudica el entorno", dice Ricardo, que ha conseguido configurar un espacio en el que disfrutar de la naturaleza y del deporte a 25 kilómetros de Vigo o de Pontevedra.
Tardeo en el lago
No obstante, no todos los fines de semana son iguales en Fornelos Wake Club, pues algunos sábados se celebra el ‘Tardeo en el lago’: parcelas delimitadas, un escenario y la posibilidad de "salir de fiesta sin trasnochar", pues acaban a las 22 horas. Así, cuenta, han conseguido atraer a un público joven para que puedan conocer este deporte y disfrutar del espacio con una oferta muy original. "Es una oferta de ocio 100% segura, con el aforo limitado a seis personas por parcela de 25 metros cuadrados, control de aforos y personal de seguridad que se encarga de que se cumplan las normas".
Ricardo reconoce que con este modelo de negocio no logran la misma rentabilidad que con los bolos que hacían como DJ en veranos anteriores a la pandemia. Confiesa que "económicamente no es rentable, pero damos trabajo a casi treinta personas y la gente que viene se lo pasa muy bien: acabamos ganando todos porque también conocen el espacio y luego vienen a hacer wake".
Además, se han atrevido a cruzar el Atlántico y a finales de año abrirán el Fornelos Wake Club Yucatán en México. "Allí tienen diez meses al año de calor", dice Ricardo, que recibió la propuesta de la empresa alemana que fabrica los cables para practicar wakeboard, que tenía varias instalaciones en el país caribeño que nadie sabía manejar. "No quería irme a vivir a México porque estoy creciendo aquí, así que me pareció una buena idea comprar sus instalaciones y expandir la marca Fornelos Wake".