¿Qué tienen en común una catedrática de inmunología, una chef estrella Michelin, una alpinista o una directora general de una empresa química? Aparentemente nada. Ni su formación, ni su trayectoria, ni su ámbito profesional. Me dirán que son mujeres sí, y en Sumamos hemos tenido la suerte de sentarlas a la mesa, como a otras 52 mujeres magníficas. Pero yo las recuerdo nítidamente y eso no es casualidad. ¿Por qué las recuerdo?
Por la energía y la pasión que transmiten cuando hablan de lo suyo.
Porque han conseguido dejar huella, sin duda ejercen una influencia positiva en su entorno y ayudan a mejorar el mundo.
Porque han aplicado disciplina, constancia y perseverancia en aquello a lo que se dedican.
Porque tienen la capacidad de convertir una visión en una realidad.
Porque lo hacen con propósito, con valores y con resultado.
No tengo duda de que son mujeres que están dejando un legado, un impacto y que enseñan a otros cuál es el camino; además, no lo hacen en el corto sino en el largo plazo. Están actuando, y esto es lo que le toca a esta generación de mujeres que han alcanzado su madurez profesional. Lo entenderán los gamers si decimos que han subido de nivel, ellas sí que han avanzado de pantalla. Pero no sé si después de 52 encuentros vamos a poder contar muchos trucos para subir rápido de nivel. En la vida real no hay atajos. "Subir de nivel" nos permite pasar de revindicar la igualdad a ejercerla, con naturalidad, y con estilo. Porque hay muchas más cosas en común entre la inmunóloga, la chef, la alpinista y la directora general. Hay generosidad, hay empatía, hay resiliencia, colaboración y actitud de servicio, esas habilidades que no se aprenden en la academia, ni en la formación técnica, pero las da la vida, la experiencia, y a veces la suerte. La suerte de estar en el momento justo en el lugar adecuado y además decir que sí, aceptar que ese es el papel que te toca jugar y que estás preparada para hacerlo. Y si no lo estás, lo aprenderás haciéndolo.