Dentro del celtismo existen dos números que resumen bien su historia. El primero, el 1923, hace referencia a la fundación del club. La segunda, el misterioso 4’01% recuerda a la salvación de hace hoy ocho años. Una cifra que si bien ha tenido posibles sucesores, ninguno ha alcanzado su notoriedad.
El 1 de junio de 2013 el Celta vencía al Espanyol en Balaídos, confirmándose su permanencia en una Primera División que no ha abandonado desde entonces. A su vez, enviaba al descenso al Deportivo de La Coruña, con quien había ascendido 12 meses atrás pero que perdía en casa contra la Real. Se consumaba la proeza y nacía el mito.
El origen de la cifra mágica
A dos jornadas del final del campeonato, el Celta era colista con 31 puntos, a cuatro de la salvación que marcaba el Deportivo. Además, solo había sumado uno de los últimos nueve puntos en juego tras un escandaloso robo en el Benito Villamarín.
En ese momento, la cuenta especializada de La Liga en Números estimó con su "máquina diabólica" la posibilidades del Celta en un ínfimo 4’01%. El reto tenía cifra y había que intentarlo.
Tras vencer en el José Zorrilla con un histórico desplazamiento – #PucelaCeleste– el celtismo creyó en el milagro más que nunca. La afición sumaba ya 3 meses de recibimientos, bengaleos e iniciativas de todo tipo y solo quedaban 90 minutos. Las posibilidades además se habían multiplicado por cinco y el Deportivo se la jugaba contra una Real Sociedad de Antoine Griezzman que buscaba volver a la Champions League.
El último servicio de los héroes del ascenso: Aspas, Natxo Insa…y De Lucas
El 27 de mayo de 2012, el Celta de Paco Herrera vencía al Gimnástic de Tarragona con dos goles de Iago Aspas y Natxo Insa en la primera parte. La victoria les dejaba a un punto de regresar a Primera tras un lustro. La historia se repetía, pero no como tragedia ni como farsa.
38 partidos más tarde, moañés y alicantino volvían a conectar para conseguir en el minuto 15 el ansiado 1-0. Aspas sacó uno de los regates callejeros de su repertorio para destrozar al ex-deportivista Diego Colotto; asistiendo a un Natxo Insa que la empujó con todo a la escuadra de Kiko Casilla.
Las imágenes de la celebración con la grada de Fondo hablan por sí solas. La comunión entre la afición, que llenó la calle Manuel de Castro como nunca antes en el recibimiento; y un equipo que se vació partido tras partido con más fe que criterio o experiencia; era total.
La última alineación de Abel Resino incluía también a Rubén Blanco, Carlos Bellvís, Gustavo Cabral, Andrés Túñez, Roberto Lago, Borja Oubiña, Natxo Insa, Augusto (Orellana, min.89), Álex López (Madinda, min.72), Krohn-Dehli (De Lucas, min.86) y Aspas. Internacionales, canteranos o jugadores sin glamour pero con nombre propio en la historia del club.
A los seis minutos del gol, llegaba por la radio la confirmación que celebró todo el campo. Mientras el balón recorría el campo sin mayor peligro, Griezmann adelantaba a los donostiarras ante un Deportivo impotente en Riazor. El blanquiazul que más cerca estuvo de dejar al Celta en descenso fue Sergio García, pero Rubén Blanco volvió a destacar en su segundo partido con el primer equipo.
Los últimos minutos fueron eternos y otro de los fichajes claves para el regreso a Primera cumplió su rol. El veterano -y aclamado- Quique de Lucas salía para dormir el encuentro y amarrar el único resultado que valía: la victoria. Su experiencia fue clave para perder tiempo y encender los ánimos de un Forlín que acabaría expulsado.
Una invasión de Primera
Pese a las advertencias desde la megafonía del estadio, el pitido final de Mateu Lahoz desató el delirio en Balaídos. Tras tapiarse el antiguo foso que rodeaba el campo -normalmente embarrado- miles de aficionados saltaron al terreno de juego, en una imagen que hacía muchos años que no se vivía en Vigo.
A hombros salieron, camino del túnel de vestuarios, los grandes héroes y santos de aquellas dos jornadas: un imberbe Rubén Blanco, un Augusto Fernández con aura de capitán o un desatado Álex López. El más emocionado de todos, Iago Aspas; quien cumplía su objetivo de dejar al club en Primera antes de poner rumbo al Liverpool por 9 millones de euros.
Todo celtista de bien procuró inmortalizar aquel histórico momento. Una foto con tus compañeros de grada, un pedazo de césped, un cántico subido a las porterías. Los más atrevidos, acabarían la noche bañándose en una Plaza América que el Concello ya había llenado de agua por si acaso.
Inmortalizado en un cántico
Ese apoteósico final de temporada fue inmortalizado por la peña Lío en Río en uno de los cánticos más coreados por el celtismo. El Coruña, decime que se siente nació imitando al "pique" vivido entre argentinos y brasileños durante el Mundial de 2014.
Iago Aspas le rompió
la cintura a Colotto
Natxo Insa por la escuadra la clavó
Mientras tanto, el transistor,
dice que arde Riazor
Ser del Celta es lo mejor que me pasó.
"Coruña, decime que se siente" Peña Lío en Río
Los sucesivos ascensos y descensos del eterno rival provocaron que estos versos con sonido de charanga fueran un clásico en cualquiera fiesta. Colotto, Aspas, Insa o la angustia de escuchar por la radio lo que pasaba en el Deportivo-Riazor quedaban inmortalizados de la mejor manera posible.