Llega el otoño y con él las comidas calientes, los platos de cuchara y los potajes. En cuanto llega el frío apetece un buen cocido o un caldito caliente, ¿y de postre? Las castañas asadas, todo un clásico, pero hay muchas recetas que elaborar con este fruto seco que puede aburrir si solo se come de este modo. Pero hay más opciones.
Crema dulce de castañas
Primero una receta básica: con esta crema se pueden elaborar infinidad de postres, e incluso se puede untar en tostadas para tomarla como cualquier crema de fruto seco. Sencilla y rápida, basta con asar o tostar las castañas y batirlas junto con un chorrito de leche de almendras (que le dará más dulzor que la leche de vaca) y dos o tres dátiles medjoul. Se puede añadir una pizca de cacao puro para darle un toque "chocolateado", además de añadir más dátiles o una pizca de azúcar si se busca una crema más dulce.
Esta crema tan fácil se puede utilizar como relleno para unas galletas caseras o para unas filloas, o como topping para una tarta de queso fría. También se puede añadir a un vasito de leche caliente o incluso al café, para darles más sabor y celebrar un magosto diferente.
Bizcocho de castañas y chocolate
Si se dispone de algo más de tiempo, se puede preparar este delicioso bizcocho, apto para todos los paladares y para todas las dietas (se puede utilizar una harina sin gluten para celíacos, o sustituir el azúcar por dátiles en caso de los diabéticos). Con estas cantidades quedará un bizcocho para unas seis raciones, pero siempre se pueden modificar en función del tamaño de bizcocho que se quiera conseguir.
- 2 huevos
- 2 claras de huevo
- 1 yogur natural
- 1 taza de azúcar
- 3 tazas de harina
- 1 sobre de levadura
- 1 cucharada de cacao en polvo
- 1 taza de aceite de oliva
- 1 cucharadita de aroma de vainilla
- Castañas asadas al gusto
En primer lugar se separan las 2 claras de las yemas en los huevos enteros y se mezclan con las otras dos claras para más adelante hacerlas a punto de nieve. Las yemas se mezclan con el yogur y el aceite de oliva (se puede utilizar aceite de girasol si se busca un sabor más suave), y se puede utilizar la medida del yogur como equivalencia para "1 taza".
Se mezclan por separado la harina, la levadura, el azúcar y el cacao en polvo, y cuando estén integrados se incorporan los ingredientes húmedos (los que se mezclaron en el paso anterior). En caso de usar dátiles en lugar de azúcar, deben remojarse primero en agua tibia durante unos 20 minutos, y se añadirían triturados sin el agua en este paso.
Se montan las claras a punto de nieve y se van incorporando poco a poco y con movimientos envolventes, para que no se bajen y el bizcocho quede esponjoso. Se añade a la masa unas gotitas de esencia de vainilla y las castañas asadas muy picaditas, incluso se puede dejar alguna menos troceada para encontrarla después en algún mordisco.
Se mete la masa en un molde engrasado con aceite de oliva y se hornea a 180º durante 35 minutos. Para decorar se puede rallar un poquito de chocolate, azúcar glas o se pueden añadir algunas castañas sobre el bizcocho.
Pollo al horno con castañas
Como bien sabe todo gallego, antes de tener patatas se acompañaban los platos con castañas, igualmente nutritivas y con un sabor que no "tapa" el del ingrediente principal. Por eso también se pueden preparar platos salados tan sencillos como un pollo al horno y añadir este fruto seco a la elaboración, dándole un toque único.
- 1/2 cebolla
- 2 zanahorias
- 2 patatas
- 100 gramos de castañas
- 1 pollo entero
- 1 chorrito de vino blanco
- Sal y pimienta
- Romero y tomillo
Primero, se cuecen las castañas sin la cáscara (con la piel interior) durante unos 30 minutos con abundante agua. Se precalienta el horno a 180º mientras se corta la cebolla y la zanahoria en brunoise (en daditos muy pequeños) y se corta la patata en dados, y se pone todo en un recipiente de horno con un poco de aceite de oliva. Cuando las castañas estén cocidas, se cortan también en dados y se añaden a las verduras. Se mete el molde en el horno y se deja que la verdura se haga un poco, con 10 minutos basta.
Se salpimenta el pollo y se unta en un poco de aceite para que la piel quede doradita cuando se haga. Se retira la bandeja de horno y se pone sobre la verdura algo de sal, romero y tomillo. Se coloca el pollo entero sobre la verdura y se rocía con un vaso de vino blanco, que vaya mojando el pollo y cubra la verdura al caer.
En función del tamaño del pollo variará el tiempo de horneado, pero normalmente tarda sobre una hora. Para que quede jugoso, cada diez o quince minutos se puede abrir el horno y mojar el pollo con la propia salsa que se va creando en la bandeja. Si se prefiere, el pollo puede trocearse para que todo quede "sumergido" en la salsa y coja más sabor, esto es a gusto del cocinero o cocinera.