En diciembre del año 1940, el azar hizo que unos operarios que realizaban labores agrícolas en una finca de As Silgadas, en Caldas de Reis, descubrieran uno de los tesoros arqueológicos de mayor valor encontrado en la península Ibérica, e incluso en Europa. De hecho, dicho hallazgo terminó por convertirse en una de las más grandes acumulaciones de oro conocidas de la prehistoria europea. Hablamos del Tesoro de Caldas de Reis, también denominado Depósito das Silgadas, un conjunto de 41 piezas, por un total de 15 kilos de oro de más de 20 quilates, perteneciente a la Edad de Bronce galaica, del período entre 2.250-1500 a.C.
En la actualidad, el Tesoro de Caldas de Reis se mantiene expuesto en una vitrina del Museo de Pontevedra, donde puede ser visitado en la sala 1 del Edificio Sarmiento. Según los expertos, el conjunto de orfebrería en cuestión sugiere una cierta comunidad cultural con los finisterres europeos ―dígase Inglaterra, Irlanda, Bretaña y Centroeuropa― y una sociedad estructurada de forma jerárquica bajo unas élites que comenzaban a monopolizar la riqueza y las relaciones comerciales. Cabe destacar que de forma posterior al Depóstido das Silgadas se descubrieron nuevos elementos en otro punto de la localidad pontevedra denominados desde entonces Tesoro de Caldas II, formado por un aplique cónico y 53 finas láminas delgadas enroscadas en forma de pequeños tubos.
La singular historia del tesoro
Si bien el Tesoro de Caldas de Reis fue desenterrado un 20 de diciembre de 1940, no sería hasta 1942 cuando su descubrimiento se convertiría en noticia. ¿La razón? El grupo de hombres había decidido ocultar la fortuna para vender las piezas poco a poco para beneficio propio. El oro del terreno de As Silgadas se encontraba a tan sólo 20 centímetros de profundidad y sin ningún contenedor, por lo que desenterrar el conjunto no les resultó difícil a los individuos. A día de hoy resulta imposible conocer la composición exacta que constituía el tesoro caldense, pero según el consenso popular podría haber estado formado por unos 25 kg de oro, de los cuales quedan cerca de 14,9 kilogramos.
En el verano de 1941, aquellos hombres fueron descubiertos por la Guardia Civil, que procedió a confiscar lo que restaba del tesoro y a avisar a los correspondientes expertos para el peritaje del descubrimiento. Fermín Bouza-Brey, como Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas, junto Manuel Lois Vidal y Benxamín Valladares Salgado, visitó el cuartel de la gendarmería donde reconoció el valor histórico y arqueológico del hallazgo. Aquel mismo día, la tesorería pasó a ser depositada en el Banco de España en Pontevedra. La noticia del descubrimiento del Tesoro de Caldas se haría pública en 1942, tras su aparición en el número 264 del Boletín de la Real Acadamia Gallega.
Los objetos del Depósito das Silgadas
Las piezas que conforman el Tesoro de Caldas de Reis se encontraron dispuestas en grupo y ordenadas, probablemente tal y como las enterraron. Según se cree, en su origen debieron estar guardadas en un recipiente de material perecedero del que no quedan restos, como algún saco o cesto. El tesoro que se conserva a día de hoy está formado por cuatro tipos de objetos. Entre todas las piezas de orfebrería destacan los tres vasos o jarras de asa, así como el peine con tres semicírculos con raíces en el Alto Rin.
Por otra parte, la tesorería caldense suma asimismo hasta 31 lingotes anulares, uno de gran tamaño (21 centímetros y 870 gramos) y el resto de tamaños comprendidos entre los 13 y 7 centímetros de diámetro y los 735 y 40 gramos de peso. De hecho, cabe destacar que varios de estos lingotes muestran señales de haber sido manipulados por los descubridores, es decir, habrían formado parte de otros lingotes-aro de mayor tamaño. Por último, también se contabilizan hasta seis fragmentos que formarían parte de una lámina de tiras.