Decía Luis Fernández Olaverri que "el vino es la única obra de arte que se puede beber". Y no iba mal encaminado, sobre todo en cuanto a arte se refiere. No es la primera vez que esta bebida traspasa disciplinas, llegando a ser el centro de atención en grandes narrativas, el cine, y en este caso, también la pintura. No hablamos de temáticas, sino de materia prima: de la copa al lienzo con todo lo que ello implica.
La técnica de pintar con vino no es nueva y sin embargo son pocos los que se atreven a experimentar y descifrar los entresijos de este método tan singular. En la zona de O Salnés destaca la figura de Abel Barandela (1972), un ourensano afincado en Sanxenxo desde hace años que encontró en los varietales su tinta perfecta. Era el año 2008 cuando, caprichos del azar, en una cena con amigos las manchas del vino en el mantel captaron toda su atención. Desde entonces no ha parado de probar, fallar, acertar y mejorar su técnica "hasta conseguir el resultado óptimo" sobre el papel.
Nacer con el pincel bajo el brazo
Esta pasión artística ya llevaba unas cuantas décadas germinando dentro de él, empezó exactamente cuando Barandela aún iba al colegio, con las primeras optativas de pintura y los concursos de dibujo. Con el tiempo, la vida le llevó por otros caminos y los cuadros pasaron a ocupar un segundo plano. Tal y como reconoce "antes pintaba sólo para el entorno familiar y amigos cercanos".
La historia dio un vuelco al apuntarse a clases de pintura en el Centro de Arte de Sanxenxo. "Me abrió más las miras” afirma el artista. Por aquel entonces, en el año 2005, empezaba a exhibir de manera conjunta con sus compañeros de Miraflores, para más tarde hacerlo ya de forma individual en “exposiciones muy modestas, en locales o tabernas cercanas", recuerda Barandela.
Del "poso" a lo más alto
Todo empezó en un restaurante de cierto nivel en Friol (Lugo), con una exposición de pasteles, acrílicos y óleos normales. A parte, "tenía una pequeña sección con cuatro cuadritos con la técnica del vino y con escenas muy de taberna galega". Aquellas cuatro piezas fueron el despegue para este pintor del vino, que de un día para otro se vio "rebotando de noticia en noticia" hasta alcanzar el reconocimiento de hoy en día. "Esto me motivó, me hizo ponerme las pilas, documentarme bien y desarrollar la técnica porque ahí podía haber un filón".
Los secretos del vino como materia prima
Los primeros pasos estuvieron colmados de prueba-error: "el vino es un material orgánico, desaparecía o se descomponía", explica Barandela. De ahí que finalmente se decidiese a mezclar el caldo con el acrílico o las acuarelas. Tintos, añejos, blancos, espumosos… todos encuentran su lugar en las obras de los diferentes artistas del vino, y en el caso de Barandela, su predilecto es el de Barrantes.
Reconoce haber probado otros como los de Ribera de Duero, Riojas e incluso algún internacional sin fermentar de uva de Ancelotti (Italia), pero el vino de Barrantes es con el que sin duda se siente más cómodo. Primero, "por cercanía" y segundo "porque es muy espeso, tiene mucho cuerpo, mucha potencia en los taninos y consigo mejores resultados".
También la superficie que se elige juega un papel importante, casi es como encontrar el maridaje perfecto entre el vino y la tela. Esta bebida sobre el papel tiende a hacer ramificaciones y funciona diferente según las texturas y particularidades de cada soporte. "Ahora tengo localizados tres o cuatro modelos que me funcionan muy bien", aclara Barandela, que suele decantarse "sobre todo por papel de canson, que simula el trenzado del lienzo, o paspartú, un cartón de calidad bastante prensado y duro que se usa en los marcos".
Para convertir el caldo en un tinte perfecto, Barandela reduce el líquido al sol o en el horno para obtener "un poso pegajoso" que mezcla con las otras pinturas con base de agua. "Lo que consigue la oxidación natural del vino es oxidar también el color", afirma el ourensano. La técnica se asemeja a la de la acuarela, pero en el caso del varietal hay que tener en cuenta la viveza de esta tinta natural y sus cambios: "acabas jugando con unas texturas muy sepias que recuerdan a las fotos antiguas". Y ya para el acabado utiliza "goma laca para fijar la superficie y encima de ella látex concentrado por el anverso y reverso", obteniendo como resultado un lienzo como plastificado que evita que se deteriore con el tiempo.
El boom de las ilustraciones sobre Fariña (serie)
También el tiempo ha llevado al artista del vino a hacer sus pinitos en alguna serie de televisión. No es el caso de Fariña, a ella le une su arte como no podía ser de otra forma. Chus Guedella, uno de los hombres de producción de la serie, y él compartían una misma inquietud, así, la tinta del vino y la de los boli Bic se juntaron para crear retratos e ilustraciones de la aclamada serie. Un "pequeño homenaje a los actores gallegos" que acabó convertido en una gran exposición.
"Empezamos primero por los protagonistas, después se nos fue de las manos e hicimos más de 40 retratos, casi ha sido un año de trabajo", rememora Barandela. Y los actores, desde Touriñán a Javier Rey, Morris, Pepo Suevos o Jana Pérez se vieron involucrados de lleno en todo el proceso, promocionando la exposición a través de sus redes sociales.
La evolución artística de Barandela y el vino
"Involuntariamente evolucionas", sentencia Barandela. Su inquietud artística no ha hecho más que crecer en los últimos 13 años. El tinto ha conseguido acercarle más al arte, pero no ha logrado separarle los clásicos, como el óleo o la acuarela que todavía utiliza de vez en cuando. En cuanto al vino, "al principio quería ligar la escena con la materia prima" y por eso los motivos de sus primeras obras están llenos de referencias al consumo o uso del mismo. Con el tiempo, el abanico de opciones se fue abriendo más y más. "Llegué a hacer de todo, desde coches y motos antiguas, paisajes urbanos, escenas de costa o de campo". En definitiva, cualquier idea que corra por la mente de Barandela puede tener la suerte de convertirse en cuadro.
Y no sólo en cuadro. El artista llegó incluso a crear la contraportada del disco Bendita Locura, de los barceloneses A Cámara Lenta. Las carreras artísticas de ambos se habían cruzado ya un tiempo atrás, en la Fiesta del Albariño de Cambados cuando el grupo actuó como invitado. También el Rey Emérito, Don Juan Carlos I, atesora una de sus obras, una escena de los tejados de Compostela que le fue entregada en una de sus visitas a Sanxenxo.
El reconocimiento fue creciendo a la par que su obra. Ha expuesto en casi todas las localidades importantes de Galicia. También sus lienzos han viajado hasta la Casa de Galicia en Madrid y dieron el salto internacional con ferias como la de Laren (Holanda), Estrasburgo (Francia) u otras en nuestro vecino Portugal.
La pandemia, como a tantos otros sectores, también ha frenado la oferta cultural del artista: "normalmente suelo trabajar con un año de antelación y este 2021 no se ni que hacer". Ahora mismo tiene muestras expuestas en la Casa de Cultura de Outes, otras en un local de Santiago y dos en O Grove, y para los que no pueden llegar a ellas siempre quedan las redes sociales (@abel_barandela) que actualiza de continuo. Los cierres de hostelería y demás restricciones han cortado su principal vía hacía al público. "Donde realmente se mueve la obra es cuando la expones. La gente la puede ver, tener enfrente y enamorarse de ella".
Pero lo que el Covid no podrá frenar ya es la marca de Barandela. "Pintor del vino es una constante que no me voy a quitar nunca e intentar probar con otra cosa que a lo mejor no me sale… Yo creo que ya es suficiente con el sello del vino", declara Abel Barandela, que se siente orgulloso y satisfecho de todo lo que le ha dado el tinto como tinta, sobre todo en cuanto al cariño e interés de la gente. "El arte es una carrera de fondo… necesitas ir corriendo todos los días y ver hasta donde llegas, no lo rápido que llegues". Y con una buena dosis de humildad sentencia: "seré siempre un aprendiz eterno de pintor".