Hace exactamente un año, el 14 de julio de 2022, una gran tormenta eléctrica descargaba sobre Galicia más de 400 rayos en una sola noche. Las provincias de Lugo, Ourense y Pontevedra, las más afectadas, amanecían el 15 de julio declarando siete incendios forestales, de los que dos acabarían convirtiéndose en los mayores de la historia registrados en los montes gallegos.
Tras más de quince días activos, los incendios que afectaron a las comarcas de O Courel (Lugo) y Valdeorras (Ourense) habrían quemado 21.600 hectáreas. Los municipios lucenses de A Pobra do Brollón y Folgoso do Courel y la localidad ourensana de Carballeda de Valdeorras fueron los más afectados: decenas de vecinos perdieron sus hogares, sus fincas y a sus animales, tras varios días luchando contra un fuego que no hacía más que propagarse y una climatología que complicaba las tareas de extinción a causa del viento y las altas temperaturas.
Para ayudar en la extinción se recurrió a la Unidad Militar de Emergencias (UME), a miles de efectivos de cuerpos de bomberos de toda Galicia y a los propios vecinos, que trataron durante varias jornadas de alejar las llamas de sus casas, en muchas ocasiones sin éxito. Hoy, un año después de la mayor tragedia vivida en los montes de Galicia, O Courel y Valdeorras se recuperan como pueden de una catástrofe natural inédita.
"O mecanismo de protección da natureza é moi importante"
Después de 365 días de trabajo incesante, Folgoso do Courel y A Pobra do Brollón pueden empezar a disfrutar de sus espacios naturales, "case recuperados". Así lo afirma Lola Castro, alcaldesa de Folgoso (Lugo), que reconoce que el monte "non é o mesmo, pero recuperou moito a normalidade", aunque principalmente se refiere a los primeros brotes de monte bajo que van renaciendo.
Xosé Lois Maceda, alcalde de A Pobra (Lugo), explica que "é evidente que a natureza se recupera e xa temos fentos e algo de monte: o mecanismo de protección da natureza é importante nestas cuestións pero é lento e van pasar décadas, con todo o que iso conleva". El regidor, que vio cómo el gran incendio del pasado verano arrasaba casi toda la superficie forestal de la localidad, insiste en que la capa superficial del monte "tarda moito en recuperarse" y eso dificulta la recuperación de las infraestructuras, además de la belleza paisajística de la zona.
"Queda moito por facer", dice Castro, "e a choiva dificulta tamén os traballos polos escorrentíos". Coincide con esta opinión Maceda, que reconoce que los arrastres de los terrenos "que aínda estamos limpando" enturbian en muchas ocasiones el agua del río, lo que supone también dificultades para potabilizarla y destinarla a consumo humano. "Estamos pagando as consecuencias dos incendios todavía hoxe, iso é evidente", concluye.
La reparación de las infraestructuras, además, son el gran reto al que se enfrentan estos concellos, que han visto cómo las carreteras de acceso a los núcleos de población sufrieron grandes desperfectos a causa del fuego. "Vamos pouco a pouco recuperando e restablecendo conexións e sinalizacións", dice la alcaldesa de Folgoso, "tamén estamos reconstruíndo a vintena de casas que se perdeu". En A Pobra la situación es más complicada, reconoce su alcalde, "porque as estradas, sobre todo as provinciais, quedaron desfeitas e aínda están sen recuperar".
El paisaje, el gran resentido
Tanto O Courel como Valdeorras se caracterizan por ser zonas en las que se puede disfrutar del turismo rural, del que vivían muchos de los municipios afectados por los incendios. "O turismo, por suposto, resentiuse e a xente buscou outras alternativas, porque nós xa non temos esa riqueza paisaxística", explica Xosé Lois Maceda. "Contamos con que o outono veña bo, é cando máis visitantes recibimos e as festas da castaña poderían ser un bo momento para recuperar os visitantes", asegura Lola Castro.
Para recuperar su esplendor paisajístico, en Folgoso tratan de repoblar los montes con castaños, aprovechando ayudas de la Xunta para la recuperación de soutos. En A Pobra siguen limpiando la superficie forestal, la más perjudicada tras los incendios, aunque confían en poder acabar con estas tareas pronto y repoblar sus montes.
Las perspectivas para este verano, además, se presentan mucho más tranquilas que el año pasado, tras las lluvias del otoño y la primavera y las temperaturas moderadas que se están viviendo estos primeros días de julio. "Os veciños están máis tranquilos, estamos notando que o tempo ven mellor e iso axuda", reconoce la alcaldesa de Folgoso. "Entendemos que vai ser difícil que se repita a situación do ano pasado porque case todo o noso monte xa ardeu, pero ata setembro hai que estar alerta", insiste el alcade de A Pobra.
Las instituciones, por su parte, ya han empezado a dar pasos para evitar que situaciones como esta se repitan. Es el caso de la Xunta, que prepara una Ley de lucha contra los incendios forestales en la que se contempla la gestión del territorio como medida esencial para la prevención de los fuegos. El Plan de prevención de incendios forestales, además, prevé la rápida actuación de los efectivos de emergencias para evitar, en la medida de lo posible, la propagación de las llamas a grandes superficies.