Galicia empieza el verano en una situación drásticamente opuesta a la que vivió el año pasado, con una prealerta por sequía que se decretaba en febrero de 2022. El verano de 2023, sin embargo, arranca con varios embalses al 100% de su capacidad y con una situación global que permite albergar esperanzas para los futuros meses, que son los más secos del año.
Así lo confirma Teresa Gutiérrez, directora de Augas de Galicia, que afirma que este año hidrológico ha sido especialmente bueno para la comunidad. "Tenemos una memoria corta, pero el fenómeno es largo: el año hidrológico comienza en octubre, cuando arranca el ciclo de precipitaciones", explica, a lo que añade que este otoño "hubo precipitaciones mayores que la media registrada desde 1981″.
Esta situación, que se prolongó durante los meses de noviembre, diciembre y enero, permitirá que vivamos un verano "muy diferente al del año pasado, en el que nos enfrentábamos a una sequía muy prolongada". Las precipitaciones "muy por encima de la media" durante el otoño y el invierno, "afortunadamente", se han traducido en una situación de normalidad en toda la cuenca Galicia-Costa y en la confederación Miño-Sil. "Desde que levantamos la prealerta por sequía en enero afrontamos una situación más cómoda", insiste Gutiérrez.
Los embalses, muy por encima del ejercicio de 2022
Los embalses, de forma global, se encuentran "un 10% por encima de los valores del año pasado", aunque los embalses de abastecimiento muestran una radiografía algo peor que la del 2022. "Cecebre, por ejemplo, está al 78% y el año pasado estaba al 90%, porque las lluvias no han sido muy localizadas en esa zona, pero sobre todo porque los consumos están siendo muy elevados". La directora de Augas de Galicia explica que no se ha tenido que recurrir a la declaración de escasez todavía, pero sí es una situación que preocupa sobremanera.
"Es un embalse que da servicio a un área geográfica muy importante, con consumos industriales y de todo tipo, pero no hablamos de un consumo puntual más elevado: se viene dando desde octubre y requiere un análisis por parte del gestor (Emalcsa) y del abastecimiento, que no sabemos si repunta por los hogares, las industrias u otros consumidores", explica Teresa Gutiérrez.
En los sistemas más "estresados", los que se abastecen de los ríos Tambre (Santiago) y Lérez (Pontevedra), también se enfrentan al verano con una situación mucho más desahogada. "Las lluvias del invierno han recargado las fuentes subterráneas y no estamos preocupados: el nivel freático es tan elevado que enseguida genera una lámina de agua que alimentará los cauces", asegura. "Si la cuenca tiene un grado alto de humedad, el caudal será estable aunque llueva menos", insiste, confiando en que no se tengan que repetir las restricciones del pasado ejercicio.
Mejorar en los años buenos significa prepararse para los malos
El futuro del abastecimiento de agua, no obstante, pasa por una mejora en su consumo y en su distribución, dos aspectos en los que Augas de Galicia trabaja constantemente. "Nosotros somos quienes administramos ese recurso escaso, pero no es algo que podamos cambiar de hoy para mañana", explica Teresa Gutiérrez. "Nuestro primer objetivo es que no se pierda agua en la red, para lo que hemos auditado y reparado muchas redes de abastecimiento y, a partir de este año, cobraremos a todas las que tengan pérdidas superiores al 20% a menos que tengan establecido un plan de reparación", insiste. El segundo objetivo es que se utilicen aguas residuales para usos que no necesitan agua potable (urbanos, industriales…), "pero esto requiere una infraestructura que se está estudiando y son proyectos que se tienen en mente pero evidentemente no es inmediato ni sencillo".
La directora de Augas de Galicia, no obstante, insiste en que "el agua es un bien escaso: su extracción va en detrimento de la biodiversidad y del medio natural y es costoso tratarlo y depurarlo", razones por las que es "muy necesario" utilizarlo conscientemente. Por ello, una vez más, pide que se apliquen medidas "que todos conocemos en los hogares", pero también es importante que las administraciones se hagan cargo "de que hay que racionalizar y evitar pérdidas" para no llegar a situaciones como las que se vivieron en verano de 2022.
"Debemos también concienciarnos de que hay que tratar bien al agua, no contaminarla y no mezclar recursos, como el agua de lluvia con aguas residuales: este año ha sido muy bueno pero sabemos que esto es cíclico y que los eventos extremos serán más frecuentes por culpa del cambio climático". Teresa Gutiérrez recuerda que, "afortunadamente", la cuenca gallega es muy diferente a las demás demarcaciones hidrográficas españolas, que están sufriendo ahora las consecuencias del descenso de la nieve el pasado invierno. "Nuestra cuenca está mucho más estresada por la atmósfera y depende de las lluvias que vengan del Atlántico, por lo que no contamos ya con el deshielo y este año hidrográfico ha sido lluvioso. Hay que tener presente que el cambio climático se nota en todos los casos, aunque con efectos distintos, y que las situaciones de sequía son cíclicas: volveremos a ver años con menos lluvias y debemos tener presente que las sequías serán cada vez más prolongadas".