Hace un año, la mañana del 15 de febrero de 2022, llegaban a España las primeras noticias sobre el hundimiento de un pesquero gallego en aguas de Terranova, frente a la costa canadiense. A medida que pasaban las horas se iban comunicando las muertes de 21 de los 24 marineros que faenaban en el arrastrero. Hoy, 365 días después, el dolor de la mayor tragedia marítima del país en los últimos 40 años no ha cesado.
Un total de 21 fallecidos y las historias contradictorias de los tres supervivientes, sumados a la escasa información institucional que se prestó los primeros días tras la tragedia, hizo que las familias sintiesen que "este ha sido el peor año de nuestra vida". Así lo ha reconocido María José de Pazo, que asegura que en los últimos doce meses no han podido tener duelo "porque no pudimos estar en casa con nuestras familias asimilando lo que había pasado".
De Pazo, hija del jefe de máquinas del ‘Villa de Pitanxo’, perdió a su padre la madrugada del 15 de febrero y decidió ser la cara visible de las reivindicaciones de las familias de las víctimas, que han peleado con uñas y dientes para que se realizase una exhaustiva investigación en torno al suceso. "Sabemos que los accidentes suceden, pero aquí hay muchas lagunas y hay muchos indicios de que no fue algo fortuito", asegura: "todas las investigaciones que se han hecho hasta ahora apuntan a que no fue un accidente".
"Nos encontramos mal y ha sido un año durísimo", reconoce De Pazo, asegurando que, en su caso, lo peor ha sido la falta de información. "Desde el primer momento la noticia estuvo manchada de mentiras, tuvimos que ir llamando a las puertas de las administraciones y solicitando investigaciones, un locutor interministerial o incluso una videoconferencia con los servicios de emergencias canadienses que gestionamos las familias", recuerda.
Las familias, "estando destrozadas", tuvieron que volver a sus vidas y a sus trabajos, sin dejar de librar la batalla que les garantizaría una investigación justa. "La sociedad, la gente y la prensa nos apoyaron mucho", reconoce De Pazo. "Lo que siempre hemos pedido es una investigación profunda y clara, sin acusar ni señalar con el dedo a nadie: queremos pruebas que esclarezcan todas las lagunas que hay", señala la portavoz.
Como una especie de mantra, la hija del jefe de máquinas fallecido repite que "debe ser así para que los 21 tengan justicia", asegurando que solo una investigación de los detalles del naufragio le dará paz a ella y a las demás familias de los fallecidos. "Queremos que cuando acabe esta desgracia se pueda mejorar y esto no vuelva a suceder, que sirva lo que hemos sufrido las familias de las víctimas para que no se vuelva a repetir", explica De Pazo: "El legado de los 21 fallecidos sería que esta desgracia acabase resultando positiva para toda la gente del mar".
Las claves del naufragio
Todo comenzó la madrugada del martes 15 de febrero, a las 5:24 horas, cuando el Centro Nacional de Coordinación de Salvamento, con base en Madrid, recibe dos alertas automáticas del pesquero ‘Villa de Pitanxo‘. El arrastrero del Grupo Nores, con base en Marín (Pontevedra), advertía que se estaba hundiendo y nada se sabía de los 24 miembros de la tripulación, que faenaban en aguas de Terranova, a 450 kilómetros de la costa canadiense.
Inmediatamente se activó un dispositivo de búsqueda coordinado por el Centro de Coordinación de Rescate de Halifax (Canadá), encargado de los rescates en aguas NAFO en la zona. En las primeras horas tras el naufragio se encontró a los tres supervivientes, el patrón de la embarcación, su sobrino y un ciudadano ghanés, que fueron rescatados por el ‘Playa Menduiña 2’, otro pesquero gallego que faenaba en la zona. Junto a ellos estaban los cuerpos sin vida de cuatro de sus compañeros, confirmando las durísimas condiciones del Atlántico Norte. A lo largo de los casi dos días se pudieron recuperar otros cinco cuerpos, haciendo un total de nueve fallecidos.
Durante 36 horas se buscó incansablemente a los marineros del ‘Pitanxo’, las balsas salvavidas o cualquier indicio que pudiese albergar la esperanza de encontrar a algún otro tripulante. Las malas condiciones del mar, las altas olas, el viento y la escasa visibilidad hicieron que los medios de rescate desesperasen y suspendiesen una búsqueda abocada al fracaso.
Una investigación que no cesa
La Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim) se marcó un año como fecha límite para investigar las causas del naufragio del ‘Villa de Pitanxo’ y ya ha confirmado que continuará investigando a pesar de que el plazo haya vencido. Tras recopilar los testimonios de los tres supervivientes, de la armadora y de varios peritos, la instrucción judicial se encuentra en "punto muerto" a falta de reconstruir el accidente.
En un primer momento, el patrón y su sobrino declararon que el hundimiento se había producido por un golpe de mar y un fallo en el motor, versión que fue desmentida por Samuel Kwesi, el tercer superviviente, a quien la instrucción parece haber dado crédito: Juan Padín, el patrón del ‘Villa de Pitanxo’, está siendo investigado por 21 presuntos delitos de homicidio imprudente.
No obstante, para poder conocer las causas del hundimiento del arrastrero en Terranova, es esencial bajar al pecio, algo que se hará el próximo verano con medios tecnológicos que permitirían reconstruir el accidente. La intervención se dividirá en varias fases, comenzando por la exploración del fondo marino en el punto del hundimiento y el área circundante, algo que "podría no dar frutos", aunque la Ciaim considera que es "probable" que el ‘Pitanxo’ esté todavía en esa área. Tras la localización del pecio, se procederá a su inspección visual mediante un vehículo operado remotamente (ROV) dotado de cámaras, que analizará tanto la superficie como el interior del barco, así como los útiles de pesca que, supuestamente, habrían sido los causantes de la escora que desencadenó en el hundimiento.
Sin embargo, para que la investigación avance hace falta un poco más de paciencia. Hoy, el día del aniversario del naufragio, María José y las familias piden respeto y que continúe la investigación mientras guardan silencio mediático por primera vez en 365 días: "Hoy es un día muy triste y vamos a estar en nuestras casas, recordando la última vez que hablamos con nuestro padre, nuestro hermano o nuestro marido y pensando en cómo, unas horas después, nos enteramos de que ese mensaje iba a ser el último de nuestras vidas".