VIGO, 9 May. (EUROPA PRES) –
El hombre acusado de haber asesinado a su hermana y su sobrina en agosto de 2020, que es juzgado esta semana por un tribunal de jurado en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra (con sede en Vigo), Miguel G.R., ha declarado este lunes en la primera jornada de la vista oral y ha admitido que disparó contra las víctimas, según su versión "en defensa propia", y que estaba "harto de ellas": "Cargué y pum, pum, no me lo pensé dos veces".
Así de crudo ha sido su relato de lo ocurrido ese 20 de agosto cuando, según su declaración, su hermana Genoveva y su sobrina Noelia se presentaron en su casa, armadas con aperos de labranza (una azada y un machete) para recuperar una escalera, y "tiraron la puerta abajo", rompiendo sus pertenencias. "Pudieron coger la escalera y marcharse, pero volvieron. Le dije ‘mira lo que tengo (en alusión a una pistola del calibre 9 mm), si das un paso más te pego un tiro en el corazón", ha manifestado.
Según su declaración, al ver que las dos mujeres levantaban la azada y el machete reaccionó porque "no había alternativa". "Dije ¿cómo? cargué y pum, pum, no me lo pensé dos veces, estaba harto de ellas. Vinieron a buscar la muerte a mi casa", ha proclamado, aunque luego ha matizado que "no tenía intención" de matarlas. "Disparé al cuerpo, fue mala suerte que les diera en el corazón", ha añadido.
Además de reconocer la autoría de los disparos, que causaron la muerte a su hermana y su sobrina prácticamente al instante, el acusado también ha reconocido que luego escondió el arma en una especie de arqueta de cemento para "deshacerse de ella", aunque acabó por indicar a los agentes de la Guardia Civil dónde estaba.
Amenazas previas y mala relación
En la jornada de este lunes también han prestado declaración el exmarido de Genoveva y padre de Noelia, y el hijo y hermano de las víctimas. Precisamente, este segundo testigo ha señalado que la relación entre su madre y su tío (el acusado) pasaba por altibajos, con épocas en las que apenas se trataban y otras en las que la mujer accedía a ayudar a su hermano, dándole ropa, dinero, alimentos o cobijo, ya que él vivía en una infravivienda sin los servicios básicos.
Asimismo, rechazó que su madre o su hermana tuvieran condiciones físicas para agredir a Miguel G.R., y explicó que la madre padecía problemas en las articulaciones y apenas podía caminar bien por una cojera.
Por otra parte, ha explicado que el acusado "ya las había amenazado antes", e "iba diciendo por el pueblo que le habían robado la herencia y que tenía una pistola e iba a matar a la familia".
En la vista ha prestado declaración también un agente de la Policía Local de Soutomaior, uno de los primeros policías que acudió a la escena del crimen. Según su relato, cuando llegaron a la zona, el acusado se encontraba en el interior de su vivienda y, dentro de su finca, observaron un bulto tapado por una gran lona.
Al llamarlo, el acusado salió y reconoció que había discutido con su hermana y con su sobrina. "Estaba nervioso, no paraba de moverse, ni siquiera cuando lo engrilletamos", ha señalado este testigo, que ha explicado que, al levantar la lona por indicación del propio acusado, descubrieron los cadáveres de las dos mujeres. "Dijo que había hecho lo que tenía que hacer", ha añadido el agente.
Los servicios de emergencias fueron los que alertaron a las fuerzas policiales, después de que un vecino se presentara en casa de Miguel para llevarle un teléfono y éste admitiera que había disparado a sus familiares, para pedirle a continuación que avisara a la Guardia Civil. Además, el propio acusado acudió a casa de otra vecina para confesar lo que había hecho.
Delitos y penas
La Fiscalía pide para el procesado un total de 44 años de prisión por dos asesinatos y un delito de tenencia ilícita de armas, y pide que se le aplique la atenuante de confesión, y la agravante de parentesco con respecto a la muerte de su hermana.
Por su parte, las acusaciones particulares (que representan al hijo y hermano de las víctimas, al exmarido de Genoveva y padre de Noelia, y al que era pareja de Genoveva en ese momento) elevan su petición de penas a un total de 52 años de prisión por los mismos delitos, y consideran que no se le debe aplicar la atenuante de confesión, pero sí la agravante de parentesco.
Mientras, la defensa de Miguel G.R. admite la posesión ilegal del arma y pide una condena de un año de cárcel, así como la absolución en el caso de las muertes, al considerar que actuó en legítima defensa y llevado por un miedo insuperable.