La Feria de San Isidro tenía, sobre el papel, todos los alicientes para salir mal: 34 tardes consecutivas repletas de toreros desconocidos no inspiraban demasiada confianza. Las figuras huyeron de Madrid cuando vinieron venir el bombo, el experimento de Simón Casas diluido en un serial amplísimo. Se venía la ruina sobre la primera feria del mundo, acechaba el cambio político, la discusión con la Comunidad de Madrid a cuenta de las obras estaba a punto de desatarse y la renovación del modelo amenazaba el abono. Era el peor momento para celebrar una feria aburrida y sin público, como se intuía.
En la última semana de San Isidro hay motivos para celebrar que nada de eso ha ocurrido. Han embestido muchos toros, propiciando tardes interesantes, puertas grandes en un ambiente optimista, con buenas entradas inexplicables para algunos días, y también cornadas. Los toreros, la segunda fila, han sido protagonistas en una de las ferias más interesantes. ¿Qué ha pasado? ¿Realmente hay un nuevo régimen? ¿Se puede considerar ya viejo régimen a las figuras que hace un año –hace un mes– eran imprescindibles?
Zabala de la Serna escribió sobre el cartel de Aranjuez, con Morante, Juli y Manzanares, que sonaba a viejos tiempos. Como la tarde de Toledo, la corrida monstruo que habría llamado más la atención en 2018. Madrid las ha dejado antiguas. “De momento, ha habido una sacudida por la irrupción de nuevos valores en el panorama. De repente, determinados carteles de figuras que llevan muchos años en la cumbre del toreo pues suenan a antiguo régimen o por lo menos como si se hubiesen avejentado”, analiza Zabala, el crítico taurino de El Mundo. “También es cierto que hay un efecto llamada en el público, que responde desde hace muchos años a las marcas registradas como Morante, Juli, Manzanares, Ponce... Queremos renovación pero es difícil montar un abono sin estos nombres”.
Son los nombres que no están en Madrid. Bueno, Juli sustituyó en el último momento a Enrique Ponce, que sí quiso sortear su presencia en San Isidro. “Deben abrirse”, añade Zabala de la Serna. “Porque los nuevos tienen que apuntalarse. Esta ilusión la hemos visto en tiempos recientes, por no irnos más atrás, con la irrupción de López Simón y Garrido, a los que toda la prensa empujamos con una sola voz y se abrieron los carteles. Las promesas se fueron desinflando. No respondieron a las expectativas”.
¿Tenía razón Simón Casas?
Simón Casas, el empresario francés, ha vendido esta feria como la de la renovación. De forma vehemente, ha zarandeado el sistema con un abono de 34 tardes con la presencia contada de figuras. Sin Talavante –retirado– Morante o Manzanares, ¿quién iba a sostener San Isidro? “Cuando quisieron abaratar la feria le pusieron el nombre del mundial del toreo, que en realidad era la fase de clasificación. Cuando quieren quitar del medio a las figuras, hablan de renovación”, explica Paco Aguado, escritor y crítico taurino en Efe. “Se ha producido la reanimación del toreo esta feria. Hay ganas de ir a los toros, por un resurgir sociológico y político. Unido eso a la nueva generación de toreros y la óptima situación de la cabaña brava, es un momento muy bueno”.
De Valencia a Madrid, pasando por Sevilla, han embestido muchos toros. Sobre todo en Madrid. “Ha habido toros buenos. Los ganaderos son los que mejor se han adaptado a la crisis, mejorando sus ganaderías. Es verdad que ha sido muy buena feria. La feria sería histórica si se hubieran cuajado la mitad de toros”, advierte Aguado. “Hombre, hay cosas buenas, pero no tantas, analizándolo en frío”, y pone freno al cambio de régimen. “Todavía va ir despacio. Va a ser un año de transición lenta. A muchos empresarios parece que no les interesa un despegue fuerte de los toreros”.
La salida a hombros de David de Miranda apuntala el mensaje de Plaza 1: la regeneración ya está aquí. El torero tapado, de blanco y oro, que le corta dos orejas a un toro el día de su confirmación. Un joven que salía de una lesión grave, olvidado por los aficionados. “A Simón Casas habrá que reconocerle algún mérito por poner a David de Miranda. Como en su día pusieron a Curro Durán, a Boni... En una feria de 34 tardes cabe escalafón y medio”, analiza Zabala de la Serna. “El acierto es colocarle con una buena corrida de toros. Ampararle también en esos carteles de figuras con ganaderías de garantía, para darse a conocer, coger oficio y crecer artísticamente”. Zabala cree que forma parte de la historia de Madrid ese triunfo, la cadena de “los toreros revelación: no lo ha inventado Simón Casas”.
Maxi Pérez, comentarista del canal Toros de Movistar y abonado al 7, considera “normal en Madrid” la Puerta Grande de un torero como David de Miranda. “Me acordé de Javier Vázquez porque fue algo parecido. Le dieron una tarde, como a Mariano Jiménez, El Califa o Rafael de Julia. Luego, si lo piensas... ¿Le ha servido a Miranda? Cogió una sustitución en Algeciras o la tarde de Nimes. En Santander, por ejemplo, siguen estando puestos Fandi, Castella o Manzanares, por ejemplo”, sospecha del supuesto cambio de régimen.
Carteles nuevos después de San Isidro
La Feria de San Isidro era el escenario ideal para que algunos toreros rompieran la baraja. “El planteamiento era distinto. El bombo le ha dado protagonismo a diez toreros que venían a tres tardes. Creo que se ha quedado todo a medias. Si te paras a pensar, Ureña ha cortado una oreja por tarde. También Ginés, pero no han pegado el acelerón. No van a desaparecer, claro, pero no ha habido ruptura. Aún así, nos veníamos quejando de que había las mismas combinaciones desde hace 12 años. Después de San Isidro, una terna más abierta y sin tres habituales puede generar más interés en el aficionado”.
¿Recuerda una feria con tantos toros buenos? “Sí, en Madrid embisten los toros. El año pasado hubo 30. De este, llevo contados 24. La oreja de Eugenio de Mora supone la número 20 de matadores. El año pasado hubo en total 19 y tres puertas grandes. En este ya son cuatro. Cada día pasa algo. Aunque en la última semana Madrid ha vuelto a ser Madrid. Lo bueno es que no hay toros devueltos, ni remiendos, sólo uno, el de Buenavista. También ha cambiado el público. Salvo el 7, casi nadie mantiene ya la fidelidad al abono, y cambia la gente, lo que hace que cada día haya unos criterios diferentes en los tendidos”, comenta Maxi.
Juan J. Sánchez es abonado de la grada del 4 desde 2014. “No esperaba nada de esta feria. Cuando vi los carteles parecía la típica feria de Taurodelta o peor”. La gestión de Manolito Chopera hizo estragos en el imaginario colectivo de los aficionados. Los baremos establecen el nivel Taurodelta como tocar fondo. “Por ejemplo, no esperaba la dimensión de Román, que ha estado extraordinario, ni la Puerta Grande de David de Miranda”. A los abonados se les da la posibilidad de elegir 18 corridas de toros de las 34. ¿Se ha perdido algo importante? “Bueno, no quería ir a la de Zalduendo. Y fue cuando Ferrera estuvo sensacional. Al final sí fui. Llevo 14 tardes y he tenido bastante suerte”.
Sobre si es la feria de la regeneración, “los toreros han estado a la altura”, considera. “Puede que si lo ves en frío sea peor, pero la gente se fue de la plaza el día de Garcigrande pensando que le habían robado la Puerta Grande a Ginés Marín”. Para él ha sido una “feria espectacular”. “Es la vez que menos cansado he llegado a la última semana, que siempre cuesta mucho afrontarla”, añade.
Roca Rey vs. Aguado
Madrid estaba diseñada para que Roca Rey cogiera las riendas del toreo definitivamente. Pero en Sevilla ocurrió algo: la irrupción de Pablo Aguado, confirmada en Las Ventas. Los aficionados ahora están divididos. “Viene fenomenal, ¿no? El toreo más desgarrado, más sencillo de Aguado, sirve para enfrentarlo al efectismo, a la técnica especulativa. También tiene que ser un cambio lento, que reeduque a los públicos a los que le gusta la noria. Madrid se pone cachondísima con la noria”, explica Paco Aguado.
“Roca Rey se ha consolidado arriba”, dice Zabala de la Serna, “ninguno ha venido con su fuerza. Tiene una rutina de éxito y taquilla. Arrastra gente a las plazas. Decimos que no se le da sitio a los jóvenes y ¿qué es Roca Rey? Es el máximo exponente de hasta dónde hay que llegar. No hay sistemas ni cierres ni nada. Te instalas y respondes”.
Para él, Pablo Aguado es la “gran joya del toreo”, a cuidar, comenta, “entre todos”. “Particularmente, los taurinos. Ese concepto debe llevar el camino muy medido. Los taurinos se quejan de que la prensa no ayuda a los jóvenes. Siempre con la prensa. Pues los taurinos pusieron a Román con la de Baltasar Ibán. Que en el toreo puede pasar cualquier cosa, pero hay que cuidar a los toreros, saber cómo es cada tipo de torero y saber qué corrida van a matar”.
La Feria de San Isidro “se ha diluido a partir de la novillada de Fuente Ymbro”. Las tres primeras semanas han sido fértiles. “Todos los días ha saltado un toro. Si lo que pretende Simón Casas es decir ‘señores, tenía razón, el bombo es la solución de los males de la fiesta’, está equivocado”. Ha habido buena entrada muchas tardes pero “sólo seis 'no hay billetes de 30'. Eso también hay que analizarlo”.
De todas formas, el éxito del abono o el cambio de régimen están sobre la mesa. “Nos tenemos que congratular incluso los que no creemos en el bombo como solución. Y ha sorprendido a los crédulos también, ojo”. La renovación, quizá, tenga que esperar todavía un poco. “Ginés Marín no ha roto su techo. Álvaro Lorenzo tampoco. Román tiene la capacidad loca de pasar la raya pero está cogido. Nadie dice nada de Talavante, por ejemplo. Se nos ha olvidado con todo lo que ha pasado. Es la flor de Simón Casas, que le ha acompañado en toda esta feria”.