Después de los dos últimos días, pareció que estábamos en familia en la Maestranza. Nunca se había visto tan poco concurrido un miércoles de farolillos. El cartel estaba hecho como por los recortes de la confección del resto de feria. Por unas cosas y por otras los tres debían estar en la semana buena pero no cabían en los otros cartelazos. El Pagés más Plaza 1. Supongo que la ausencia de Morante ha descuajaringado los planteamientos.
Qué tarde más plácida. Un gustazo. La corrida de El Pilar sumó a esta sensación con las caras amables, las expresiones maternas y las intenciones directas. Hubo toros escasos de trapío. Sositos, tímidos en sus embestidas. Con muchas posibilidades. Clase para torear bien en algunos.
Las verónicas de Garrido abrieron el desgarro en la tarde templada. Se fueron los dos hasta los medios. Este toro era tocadito arriba. Amable, justo. Hay intensidad en todo lo que hace Garrido. Como las chicuelinas desde el peto, volandero el capote. Resolvió el torero un achuchón con un recorte que gustó. Con la muleta, lo rompió hacia delante y la gente entró. Lo hizo la música con el muletazo más enroscado. Toreó despacio Garrido. Sobresalió especialmente en los pases de pecho. Se barruntaba la oreja. Por él pitón izquierdo el toro era diferente. Más genio, reponiendo. Logró una tanda luchada en las distancias, anticipándose con el toque a la embestida rabiosilla del toro. Ojalá hubiera acabado en ese pase de pecho, que fue una pintura de Escarcena. Le dio dos tandas más: una sin importancia, borrosa, y los ayudados hacia delante con ansia por recuperar el terreno perdido. El termómetro de la oreja se enfrió un poco más. Se atracó en la suerte suprema. El toro tardó bastante en caer y la petición no fue mayoritaria. Luego, protestaron más de los que la habían pedido. Las vueltas al ruedo también valen.
El sexto reponía con la tarde marcando azules. Junto a los sobreros, fue el más adelantado. Tuvo genio interpretable. Si Garrido le obligaba respondía con tornillazos. Miró a tablas. Apostó por el lado izquierdo el matador. Iba a ser difícil superar la sima excavada por los compañeros pero ahí estaba el extremeño, remontando a base de apretar hasta la tanda con la derecha que recogió de nuevo a la gente. El molinete de rodillas no tuvo tanta carga explosiva. Algún natural de la gavilla a pies juntos cuando se cumplían las tres horas de función dejó sentenciado al toro. A pesar del bajonazo se precipitó la petición, in crescendo de voces. Supuraba la bronca con las mulillas olisqueando la sangre. Garrido paseó su trofeo.
De Juan Bautista no me gustó, entre otras cosas, el terno. Una cosita pintoresca —como si lo hubiera sacado de una exposición de Justo Algaba— que él creía justificada por venir a Sevilla, conocida como la capital del arte por los horteras. Sevilla atrae a los intensos-flamencos como Ibiza a los canis. Son los efectos colaterales del folclore. La cuadrilla parecía también estrenar vestidos azabache y con hilo blanco y ya los imagino comentando en el café no veas cómo vamos a ir a Sevilla, miarma, impostando el acento, tan del otro lado de Despeñaperros. La figura del sevillita se ha expandido trágicamente por el país dormitorio que ha construido Andalucía a su alrededor.
Bautista ayudó siempre al altito primero, toreando a media altura. Logró buenos momentos, como la media del quite, así templada. El toro tenía un punto más de raza por el izquierdo pero tampoco le hacía desplazarse más. Algún natural suelto dejó. Alargó Bautista porque entre la poca entrega del toro y su muleta liviana podrían haber estado toreando hasta Nochevieja. Se puso un poco vulgar la cosa.
Bautista llama a los toros gritando "hop". ¿Por qué? ¿Qué ha pasado con el clásico "já" seco? Creo que tiene que elegir ese vestido, la barba perfilada de los ternos.
El sobrero Guajiro tuvo el cuajo que le faltó al resto. Una cara muy torera. Humilló en el capote con buen son dos veces antes de perder las manos. Bautista lo ve claro pero no transmite de Arles para abajo. Buen puyazo el segundo de Sandoval. Se puso a torear de inmediato con la izquierda. El toro tenía virtudes. Fijeza, prontitud, nobleza y un recorrido trotado. Bautista le ligó no sé cuántos muletazos bajo el sonido de los abejarucos. Afloraban los primeros pitos cuando cogió la izquierda. Estos toreros deberían venir a Sevilla con otras corridas. Se apagó el toro como nos apagamos todos.
López Simón también parecía estrenar una berenjena y azabache muy torero. Otro planteamiento. El gusto de estrenar en las plazas importantes es de categoría. Las formas con las que está en la plaza enseñan su desorden interior. La tutoría artística de Curro Vázquez le ha cambiado algunos automatismos, pero en él hay una fuerza que le lleva a torear de la forma con la que ha llegado a donde está. Con el suave y soso Mirabajo se le vio entre esas dos aguas. Alguna tanda encadenada a la rosca de la cintura, algunos remates desempolvados de vídeos, algunos naturales templados. Se explayó con un eco lejanísimo de Talavante. Casi un suspiro. No puso el tramo de emoción que le faltaba al toro, con la raza en reserva; las palmas sonaron a consolación. Mirabajo se echó sin estocada.
Feísimo el quinto. El perfil era un seis y un cuatro. Poca cosa. Al lado del caballo parecía el pequeño de los Dalton. Quiso coger los vuelos humillado. Tenía un galopín entusiasta, un pequeño toro movido por una convicción importante. López Simón lo tiró y fue devuelto, quizá le susurraron la reata del sobrero.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Miércoles, 18 de abril de 2018. Décima de abono. Menos de media plaza. Toros de El Pilar, sin entrega ni fuerza el 1º, soso el 2º, con fondo el 3º, bueno el 4º bis, transmitía el 5º, geniudo el 6º.
Juan Bautista, de grana y azabache. Estocada delantera que se expulsó. Un descabello (silencio). En el cuarto, pinchazo y espadazo casi entero (silencio).
López Simón, de berenjena y azabache. Pinchazo (silencio). En el quinto, estocada trasera casi entera (silencio).
José Garrido, de blanco y oro. Espadazo tendido y un punto trasero. Aviso (vuelta al ruedo). En el sexto, bajonazo (oreja).