La expectación sobresaliente, el runrún y el ambientazo de previa, los tendidos a rebosar de negritas, los palcos y banderillas engalanadas confirmaban que la Beneficencia es el día D del toreo. A la hora H se asomaba el viejo Rey desde el balcón real. Una pena que no acompañe el formato cómodo con el que Taurodelta y Comunidad deslizan la cita, uno de los últimos bastiones en estos tiempos oscuros. La gente sigue yendo por inercia. Eso hay que cuidarlo.
No cabía nadie más en Las Ventas. Las miles de personas que se apretujaban contra la piedra presenciaron una histórica doble Puerta Grande desequilibrada: José María Manzanares la descerrajó toreando y el palco se la entregó a López Simón, resucitado por su generosidad.
Apareció 'Dalia', un precioso toro quinto de Victoriano del Río para apuntalar una corrida hasta el momento desigual y feota. Las hechuras perfectas. Una cara que invitaba a torear. Manzanares recogió la insinuación con cuatro verónicas templadas y exactas que fluyeron hasta la segunda raya. El empaque lo llenaba todo. 'Dalia' embestía con metrónomo. Cuando salió del caballo, Manzanares se fundió con la sensacional embestida en unas chicuelinas de mano baja barriendo cualquier duda. La plaza entró.
El inicio de faena por bajo tuvo sabor. Dos trincherazos descorrieron las cortinas. Entraba luz. Formidable conjunción. Sin tirones. El viento racheaba. La primera serie con la derecha fue corta, intensa, resolviendo el torero con un molinete el apretón de las distancias y el redondo. Y se echó la muleta a la izquierda.
Uno enseñó el camino. La siguiente tanda de naturales fue monumental, muy despacio, una cascada de cuatro o cinco muletazos desde delante, recogidos, encajados, sin estridencias, con la barbilla en el pecho, la cintura rematando el pulso y pasando el extraordinario 'Dalia' por la faja. Suavidad para envolverlo. Torería a raudales, que hacía falta. No se ha visto nada igual en veintitantas tardes. Redimido Manzanares, el olé retumbó. Los tendidos se volcaron con el de pecho. Por la mano derecha había surgido uno antes esculpido, yéndose todo el torero detrás.
Una rueda de derechazos y trincheras, enredados toro y torero como si no quisieran despedirse llevó al hombre al suelo. Sin colocar el toro y al encuentro, un estoconazo fulminante puso en sus manos las dos orejas. Con el segundo, que embistió a topetazos y no quiso cuentas con el peto, no hubo ni un atisbo de lo que estaba por venir. A su aire los dos. Los pechugazos rozaron la cintura y Manzanares se lo quitó del medio con otra buena estocada.
Antes, López Simón ya había abierto la Puerta Grande. Dos salidas a hombros separadas por el Nilo. Desde dos orillas. El tercero fue bueno, poca cosa en sus hechuras. Cuesta arriba. En la muleta se vino arriba. Embestía con todo, con transmisión. Los estatuarios despidieron aún más la embestida suelta. Las series de derechazos surgieron tan rápidas y aceleradas que la tercera llegó en un suspiro.
Se enroscó Simón en su cintura. Se desmayó después en otra más, la mejor. El cambio de mano abierto y largo prologó la segunda parte. Se agarró el toro. Atacó el torero. La plaza se encendió desde la primera tanda. Se rajó el toro y cogió la de verdad el de Barajas. De la estocada salió volteado. La gente entró. Julio Martínez lo embarcó camino de Alcalá. La bronca después de la jovial vuelta al ruedo atronó Madrid.
Se fue a chiqueros el madrileño con el sexto. Mejor hecho el toro en esta ocasión. Se las traían los banderilleros con las flores de los palos. Arruga pinchó directamente dos palos. No terminaba de pasar. Se metió en su terreno Simón. Medio muletazo y el 'ay'. La estocada fue a la primera.
Sebastián Castella fue testigo una vez más del impacto de sus compañeros. Como el pasado viernes 13. Sin fuerza el primero, blandeó en las primeros momentos. Lo intentó por ambas manos. Metía la cara el toro. No terminó de trepar a los tendidos su labor. El cuarto fue más deslucido, armado y zancón. Comenzó con el pase cambiado la faena a su octavo toro en esta feria. Los toques fuertes lo descomponían. Castella se tiró a los circulares una vez que se agotó la leve calidad, después de armar varias series. Se dejó llegar los pitones al pecho. Alguno en la sombra se levantó como si hubiera presenciado una aparición. Otro lo imitó. Luego que si los millenials. Lo pinchó y desde el callejón recogió la ovación.
VICTORIANO DEL RÍO/ Sebastián Castella, José María Manzanares y López Simón
Monumental de Las Ventas. Miércoles, 1 de junio de 2016. Corrida extraordinaria de Beneficencia. Toros de Victoriano del Río, sin fuerza el 1º, un importante 3º, más deslucido el 4º con fondo, un 6º a menos, y dos de Toros de Cortés, embistió a topetazos el 2º, extraordinario el 5º.
Sebastián Castella, de tabaco y oro. Espadazo tendido y trasero y varios descabellos. Aviso (silencio). En el cuarto, pinchazo caído y espadazo casi entero bajo. Aviso (palmas).
José María Manzanares, de grana y oro. Estocada arriba (silencio). En el quinto, estoconazo (dos orejas).
López Simón, de azul marino y oro. Espadazo trasero y tendido (dos orejas). En el sexto, estocada trasera (ovación). Salió a hombros junto a Manzanares.