Volvía Diego Ventura a Las Ventas, donde es el rey, buscando su decimotercera Puerta Grande. En Sevilla suma 10 del Príncipe. Los números avasallan como su manera de montar a caballo, sin resquicio. Estuvo a punto de salir de nuevo en volandas a la calle Alcalá después de una actuación casi perfecta a lomos de 'Sueño', la perla de su factoría: qué manera de estirarse, de galopar y aguantar a los toros. Una figura.
Había salido espoleado el centauro de la Puebla después de los fuegos artificiales con los que Cartagena desorejó al cuarto. Se reservó hasta ese momento a su arma secreta, al caballo ideal. Salió 'Sueño para acabar con el cuadro. Al principio desembarcó en la orilla del toro, quebrando en los medios y dejándose encerrar en el tercio. 'Sueño' se elevaba grácil y salía del apuro como si nada, natural y sereno, sin alardes en el valor.
Después Ventura decidió que fuese el toro el que llegara, apuró en el embroque y ahí dio la vuelta a la tarde. Cayeron arriba dos banderillas y los tendidos se entregaron sin vuelta atrás, arrebatados público y caballero. Conexión total. Acompañó 'Rana', que repitió en todo momento y acudió sin pensarlo a la cabalgadura. Otra vez se recordó a El Pana, postrado en el infierno de la tetraplejía. Con 'Remate' terminó de alcanzar la cumbre Ventura y miró al cielo cuando echó mano del rejón, como si se temiera lo que efectivamente ocurrió: el fallo con el acero echó el cerrojo. Aun así, la gente pidió la segunda con fuerza, que negó la autoridad. Finalmente dio dos vueltas al ruedo, una acompañado de 'Sueño'.
Antes de la apoteosis de Ventura, Cartagena había cuajado una actuación efectista e inteligente que le valió para abrir una nueva Puerta Grande. La sosería de su murube, un cuarto de espectacular badana, fue el trampolín perfecto para lanzarse en brazos de los tendidos. Armó su triunfo bajo los destellos de los fuegos de artificio, los caballazos de punta a punta.
También toreó y su virtud estuvo en convencer al toro entre las carantoñas con el público. La banderilla al violín y la rueda de las cortas terminó de allanar terreno. Un rejonazo en el sitio precipitó la cascada de pañuelos y el presidente se dejó llevar como no haría después con Ventura, que ya está escrito. El pinchazo del sevillano igualaba las dos actuaciones.
En la primera parte de la corrida, todo quedó a medias para los dos. Ventura erró también con el rejón enfriando una actuación que fue un reguero de cosas buenas sin redondear, donde destacó 'Nazarí' en el galope a dos pistas recorriendo el anillo con los pitones a milímetros de la panza. Y Andy Cartagena paró al motor fuera borda del primero, lanzado a galope tendido contra la montura. Lo entendió y moldeó esa condición desatada y bronca con 'Sol y sombra'. Se confió con la hermosina y el toro alcanzó la grupa por dos veces.
Manuel Manzanares, que abrirá la segunda tarde de José Tomás en España el próximo 24 de junio en la Feria de Hogueras, tuvo mala suerte con el tercero, desentendido de jinete y caballo. Tuvo que tirar de él, pero el toro prefería las tablas. El galope bueno se frenaba en cuanto veía la ventana. Al final, se sujetó en el medio pero no duró. Manzanares dejó algún momento bueno y lo fulminó de un efectivo rejonazo. No se terminó de acoplar sin embargo con el sexto, fallando en los rejones de castigo y con el ambiente a la contra en el tercio de banderillas. Llovieron algunas almohadillas cuando se echó el toro.
MARÍA GUIOMAR CORTÉS DE MOURA/ Andy Cartagena, Diego Ventura y Manuel Manzanares
Monumental de las Ventas. Sábado, 7 de mayo de 2016. Segunda de feria. Media entrada. Toros de rejones de María Guiomar Cortés de Moura, con fondo el 1º, un 2º a más, el 3º desentendido, soso el 4º y el 6º, repetidor el 5º.
Andy Cartagena, un pinchazo sin soltar y rejonazo caído (silencio). En el cuarto, rejonazo arriba (dos orejas). Diego Ventura, dos pinchazos sin soltar, medio rejón trasero y un descabello (silencio). En el quinto, pinchazo y rejón (oreja con fuerte petición de la segunda y dos vueltas al ruedo). Manuel Manzanares, rejonazo fulminante (silencio). En el sexto, rejón algo caído (pitos).