San Pafnucio de Egipto fue un discípulo de San Antonio y obispo de una ciudad en Tebaida. Su día a día era cuidar de las verduras que daba la tierra, ya que vivía solo en el desierto. Fue uno de los anacoretas de su época. La oración y la penitencia eran su principal modo de emplear el tiempo.
A su cueva acudían las gentes a recibir consejo, escuchar lo que aprendía del Espíritu con sus rezos y a contrastar la vida con el estilo del Evangelio. Años más tarde, se vio obligado a dejar la soledad contra su gusto porque fue nombrado obispo de Tebaida.
Sufrió persecución por defender a Cristo, le amputaron una pierna y le vaciaron un ojo cuya órbita desocupada, según cuenta la historia, gustaba besar con respeto y veneración el convertido emperador Constantino.
Además, estuvo presente en el Concilio de Nicea, donde se defendió la divinidad de Cristo y se condenó el arrianismo. En esa ocasión, al tratarse otros temas de Iglesia, tuvo el obispo Pafnucio la ocasión de dar muestras de profunda humanidad.
El hombre que venía de la soledad del desierto y podía exhibir en su cuerpo la marca de la persecución se mostró con un talante más amplio, abierto, moderado y transigente que los padres que no conocían la dureza de la Tebaida ni los horrores de la amenaza, ni la vejación. Todos ellos pretendieron imponer que los obispos, presbíteros y diáconos casados dejaran a sus esposas para ejercer el ministerio.
El obispo, curtido en la dura ascesis anacoreta, se opuso a tal determinación haciendo que se fuera respetuoso con la disciplina de la época: autorizar el ejercicio del Orden Sacerdotal a los ya casados y no permitir casarse después de la Ordenación.
Este y otros santos son celebrados durante el 12 de septiembre:
San Leudino de Toul
San Paciente de Lyon
Beato Buenaventura de Barcelona
Beato Francisco Mayaudon
San Elías Espeleota
San Juan Gabriel Perboyre
San Sacerdote de Lyon
Beato José María Segura Penadés
Beato Pedro de Alcántara Villanueva
San Adelfio de Luxeuil
San Daniel Wyn