Almudena LLorente (20) no había compartido aula con hombres hasta que empezó la universidad en septiembre de 2018. Después de 13 años en un colegio en el que sólo había mujeres, llegó a su primera clase de Derecho y ADE en la Universidad Autónoma de Madrid. “No tuve ninguna dificultad ni me resultó extraño compartir clase con chicos”, expresa Almudena mientras cierra la pantalla del ordenador porque ha terminado su clase online. Almu, como la llaman todos en su casa, es la tercera de ocho hermanos, seis chicas y dos chicos, y todos han recibido educación diferenciada —así lo denominan sus defensores—.
Eso, sin embargo, se puede acabar –al menos, en gran parte–. El PSOE y Unidas Podemos han presentado, impulsados por la ministra de Educación, Isabel Celaá, las enmiendas al Proyecto de Ley Orgánica de modificación de la LOE (LOMLOE). La finalidad de estas enmiendas, además de otras como reforzar la autonomía de los centros educativos, es eliminar las ayudas a colegios concertados de educación segregada —así lo denominan sus detractores—.
Estas ayudas son las que mantienen con vida a los 87 centros españoles concertados que diferencian por sexo. “Al quitar las ayudas a los centros concertados que diferencian por sexo, la supervivencia de éstos sería muy complicada, es muy difícil que subsistan”, reconocen desde la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), preocupados por las graves consecuencias que puede tener para estos colegios esta pérdida. Entonces, ¿qué pasaría con estos centros si se retiran las ayudas que reciben? “Si se eliminan las subvenciones, estos colegios pasarían a convertirse en centros públicos de educación mixta o bien centros privados”, prosiguen desde CECE.
La familia Llorente de Santiago es una de las muchas que sigue optando por llevar a sus hijos a un colegio, en este caso privado, en el que diferencian por sexo. “No creo que la educación diferenciada sea mejor o peor que la educación mixta, pero, en nuestro caso, los colegios que escogimos responden a las necesidades que considerábamos imprescindibles en la educación de nuestros hijos, tanto a nivel académico como en valores”, nos cuenta Fernándo Llorente, trabajador de recursos humanos y padre de Luján (23), Rocío (22), Almudena (20), María (19), Fátima (17), Belén (14), Fernando (11), y Juan Pablo (8).
Lo que queda de manifiesto es que hay dos grupos afectados. El primero es las familias que eligen para sus hijos este modelo educativo. “Yo no podría pagar un colegio privado”, cuenta Natalia Gago, madre de 5 hijos que asisten a colegios concertados de educación diferenciada. Natalia ha elegido este tipo de educación porque, a pesar de que ella asistió a un colegio mixto, “el rendimiento de niños y niñas es mejor por separado”. Natalia habla de los colegios concertados como “un intermedio entre un público, en el que no puedes decidir, y un colegio privado que, como es nuestro caso, no todo el mundo se puede permitir”.
El otro colectivo afectado son los colegios concertados de educación diferenciada. María Ruiz, directora del colegio femenino Fuenllana de Madrid, explica a través de una conversación telefónica con El ESPAÑOL, que el modelo único que quiere imponer el gobierno veta la pluralidad, privando a las familias de su derecho a decidir. “Las familias de Fuenllana cuentan con unos ingresos medios, no es un colegio para privatizarlo”, nos argumenta la directora del centro. Y añade: “Este es un tema para dialogar, no para imponer”.
En medio de esta polémica, EL ESPAÑOL se ha trasladado a casa de la familia Llorente de Santiago en Las Rozas de Madrid para conocer más sobre la educación diferenciada. “No sólo diría que los colegios que diferencian por sexo aportan los mismos valores inclusivos que los colegios mixtos, sino que considero que los colegios femeninos apuestan más por la igualdad de la mujer y el empoderamiento para llegar a altos puestos”, nos cuenta Lujan de Santiago, trabajadora de un banco y madre de ‘los Llorente’.
Educación ‘feminista’
“Yo quería dedicarme al mundo del deporte, un mundo dominado por hombres en el que la mujer está en un segundo plano”, comenta Rocío, la segunda de los hermanos Llorente, tras ofrecerse generosamente a hacer tortitas de merienda para todos. Siempre ha sido una apasionada de la gimnasia y ha tenido claro que se quería dedicar a ello desde pequeña.
Ella quería estudiar el doble grado de Fisioterapia y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (INEF) pero esta carrera sólo la ofrecen en universidades privadas. Para sorpresa de Rocío, la Universidad Europea de Madrid sacó una beca con diez plazas para abonar el 80% del curso académico. Se presentaron cerca de 200 personas y la ganaron ocho hombres y dos mujeres, una de ellas la protagonista de esta historia: “Los valores como el liderazgo y la valentía son virtudes que me inculcaron en un colegio femenino” y de educación 'feminista'.
María es la cuarta de la familia Llorente. Estudia Enfermería en la Universidad de Alcalá de Henares y también disfruta del deporte rodeada de hombres. María decidió apuntarse con una amiga a un equipo de fútbol americano con contacto ‘mixto’: “Era mixto pero las únicas chicas del equipo éramos mi amiga y yo”. Su equipo ganó el campeonato de Madrid a pesar de que se enfrentaron a otros en los que todos eran hombres. “A mi me han educado en que no es cuestión de ser hombre o mujer, sino que la base de todo es el esfuerzo”, cuenta María.
Diferenciada siglo XXI
Aunque los detractores de la educación segregada consideran esta educación algo antiguo y excluyente, la madre de esta familia ofrece un punto de vista contrapuesto: “Prestar atención a la mujer y darle un protagonismo que a lo largo de la historia no se le ha dado es importante”. Y añade: “Tenemos que tener derecho a una educación personalizada ya que muchas veces no hemos tenido las mismas oportunidades”.
Lujan de Santiago defiende que la educación diferenciada del siglo XXI nada tiene que ver con la recibida en el siglo pasado. “La finalidad de separar durante la etapa escolar por sexo es fomentar un desarrollo de acuerdo a las distintas velocidades de maduración y aprendizaje”, explica.
En casa de los Llorente, aunque se recibe educación diferenciada, poca desigualdad hay a la hora de repartirse las tareas. La nevera, además de cantidades industriales de comida, tiene un cuadro pegado en la puerta con la distribución de las labores de la casa. Fernando y Pablo, los dos pequeños tienen asignados días en los que les toca limpiar igual que al resto de sus hermanas. El pasado viernes, a Fernando le tocó poner la mesa con su hermana Belén, la pequeña de las hermanas, y a Juan Pablo limpiar el salón con Rocío.
Libertad y respeto
No obstante, si hay algo en lo que han coincidido todos los miembros de la familia Llorente es en la importancia de la libertad. Luján, la mayor de las hermanas, estudia sexto de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid, donde todos sus compañeros de clase son distintos pero eso no es un problema: “La base de la educación es el respeto y la libertad”. Y añade: “Son imprescindibles para hablar de una buena educación por eso creo que también se debe respetar la decisión de unos padres de elegir la educación diferenciada para sus hijos”.
Esta idea de libertad de decisión la avala Pedro José Caballero, presidente de La Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos (CONCAPA). “Mientras haya demanda de colegios de educación diferenciada y los padres los reclamen libremente, deberían mantenerse esas ayudas a colegios concertados. Si se quitan estas ayudas las verdaderamente perjudicadas serán las familias”, declara a EL ESPAÑOL. Y afirma: “Se tiene que mantener el derecho de los padres para decidir el tipo de educación que quieren para sus hijos porque estos colegios no segregan, sólo diferencian”.
Renta e hijos
Además de las tasas que reciben los colegios concertados, también se está debatiendo sobre las diferentes propuestas de la Ley de Diversidad Familiar. En ella se recogen las ayudas y bonificaciones que la Administración concede con el objetivo de estimular la natalidad y mejorar la situación de las familias monoparentales. Al respecto de esta ley, Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno, ha afirmado que la nueva regulación vinculará dichas bonificaciones al nivel de renta además de al número de hijos.
Aprovechando la presencia de esta familia numerosa, Luján, la progenitora, ha afirmado que mientras la renta se vincule al número de miembros de la familia y no por familia completa no le parece mal. Luján también se ha acordado de la problemática que existe en nuestro país en relación a las pensiones: “No debemos olvidarnos de que ante una pirámide poblacional que pide a gritos aumentar la natalidad, todas las medidas que no incentiven que las familias tengan hijos seguirá generando problemas en el futuro para mantener a una población cada vez más envejecida”.
Lo que la familia Llorente refleja es la satisfacción con el modelo educativo que han escogido. Dicho modelo dejará de ser accesible para muchas familias que, si el Gobierno retira las ayudas a los colegios concertados que diferencian por sexo, no podrán ‘permitirse’ la educación diferenciada, ya que pasará a existir sólo en colegios privados.