El precio del aceite de oliva no ha dejado de crecer en los últimos años, lo que ha provocado que muchas personas hayan tenido que buscar alternativas al "oro líquido", uno de los productos más apreciados de la gastronomía española. Además de ser un ingrediente imprescindible en la cocina mediterránea, es un líquido con una gran cantidad de beneficios para la salud.
No obstante, no todos los aceites de oliva son iguales ni poseen la misma calidad, por lo que a la hora de comprar hay que fijarse en sus categorías y denominaciones. Fijarte en estos aspectos es el truco para que no te engañen al comprar aceite de oliva y puedas elegir el mejor para dar sabor a tus platos al mismo tiempo que mejoras tu salud. Para no caer en engaños, deberás fijarte en los siguientes aspectos:
Solo debe contener aceite de oliva virgen extra como ingrediente
Lo primero de todo es tener claro que el aceite de oliva virgen extra (AOVE) es el de mayor calidad, ya que en este caso mantiene todas las propiedades organolépticas y nutricionales del fruto. Este es obtenido de forma directa de las aceitunas a través de distintos procedimientos mecánicos, en unas condiciones de temperatura por debajo de los 27 grados centígrados y sin utilizar ningún tipo de tratamiento químico ni aditivos.
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Por este motivo, hay que fijarse en que el único ingrediente sea aceite de oliva virgen extra. Si, por el contrario, aparecen otros ingredientes como aceites de oliva refinados, aromas, aceites de semillas o colorantes, nos encontraremos ante un aceite de oliva de baja calidad o que incluso no es aceite de oliva.
Por lo general, estos aceites acostumbran a tener un precio más bajo, pero al mismo tiempo tienen menor duración, un sabor más neutro y una menor cantidad de antioxidantes y vitaminas. Además, en algunos casos podrían llegar a incluir sustancias nocivas para la salud.
Ten en cuenta el tipo de extracción
El método más adecuado para conseguir un AOVE de calidad es la extracción en frío, que fundamentalmente consiste en hacer que el aceite pase por un material poroso en el que se retienen las pequeñas impurezas que el aceite tiene en suspensión. De esta forma, se consigue un aceite más transparente, limpio y brillante, que mantiene sin alterar sus sabores, sus aromas y sus antioxidantes naturales.
La extracción en frío se debe realizar a una temperatura inferior a los 27 grados centígrados, ya que, una vez superado este límite, el aceite puede perder sus cualidades. Por este motivo, al acudir al supermercado, hay que fijarse en que en la etiqueta aparezca "extracción en frío" o "cold extraction". En caso contrario, se habrá extraído a mayor temperatura, lo que perjudicará a su calidad.
Fíjate en el nivel de acidez
Otro de los parámetros a observar para poder conocer la calidad del aceite de oliva tiene que ver con su nivel de acidez, que tiene que ver con la cantidad de ácidos grasos libres presentes en el aceite y que se muestra en un porcentaje de ácido oleico. Para que puedas identificarlo bien, deberás tener claro que cuanto mayor sea la acidez, menor calidad del aceite, ya que esto mostrará que el aceite se ha visto deteriorado o que las aceitunas usadas para su elaboración no eran variedades adecuadas o en mal estado.
De acuerdo a la normativa actual, el AOVE no puede superar el 0,8% de acidez, en tanto que el aceite de oliva virgen no puede estar por encima del 2%. Si se encuentran por encima de estos límites, no son aptos para ser consumidos de forma directa, sino que se deben emplear para usos industriales o ser refinados. Por lo tanto, para que no te engañen, busca la acidez más baja posible, lo que te garantizara mejor sabor, frescura y valor nutricional.
Elige el envasado apropiado
El envasado tiene una gran importancia para que el aceite de oliva pueda conservar su sabor y calidad, ya que se trata de un producto muy sensible al aire, al calor y a la luz, que además de las trazas metálicas pueden afectarle y provocar su decoloración, oxidación y pérdida de propiedades.
Por este motivo, el envase debe proteger al aceite frente a agentes externos, siendo la mejor opción aquellos de vidrio oscuro que no permiten que la luz penetre, así como los de acero inoxidable. Aunque cuando acudimos al supermercado son habituales, los envases de plástico o lata son los menores recomendables al poder transmitir olores o sabores o contener sustancias tóxicas.
De igual modo, conviene elegir envases pequeños o medianos, puesto que una vez abierto, el aceite de oliva se oxida con mayor rapidez. Así, se podrán consumir en un plazo de tiempo más corto, si bien siempre habrá que mantenerlo bien cerrado y en lugar fresco y a salvo de los rayos del sol.
Ten en cuenta su denominación de origen
Por último, pero no por ello menos importante, es necesario atender a la denominación de origen del aceite de oliva, ya que este es un distintivo de calidad que certifica su origen y sus características.
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Se pueden encontrar diferentes denominaciones de origen, las cuales nos podrán garantizar que el aceite es de buena calidad y que ha sido elaborado bajo unos criterios de sostenibilidad y tradición, además de contar con unas propiedades organolépticas diferenciadas y únicas. Además, de esta forma, estarás apoyando a productores locales.