El turismo se ha convertido en los últimos años y décadas en uno de los grandes motores de la economía de España. Sin embargo, como todo en la vida, aquellos que tiene algo bueno también suele tener un lado menos positivo. La llegada masiva de turistas genera ingresos y riqueza, pero a la vez, también provoca aglomeraciones de gente en nuestros puntos de mayor interés.
Alguno de los lugares más visitados de España suelen ser nuestras playas, las cuales reciben visitantes, sobre todo extranjeros, durante todo el año. Pero esta situación se agrava cuando llegan los meses de verano. Desde junio hasta septiembre, es difícil encontrar un punto de nuestro litoral que no esté masificado.
Por ello, algunos territorios se plantean tomar medidas para acabar con esta situación, intentando restringir el acceso de la gente a estas playas. En España hay un municipio que ya se plantea tomar esta medida que han adoptado algunas regiones del mundo como Venecia. Esta ciudad italiana hace pagar a sus turistas una tasa por acceder al centro y a algunas zonas de canales. Y en España, Sitges se plantea realizar lo mismo.
¿Llega el fin del turismo en Sitges?
Nuestro país no ha escapado al éxito del turismo en los últimos años y esto ha provocado situaciones preocupantes en muchos puntos de España. Las masificaciones preocupan a las autoridades y ya se plantean medidas para intentar controlar estas aglomeraciones de visitantes.
En muchas ocasiones, no hay diferencias entre acudir al monumento más bonito de la ciudad con hacerlo a la playa más conocida, ya que implica hacer cola y pasar un largo tiempo de pie esperando a tener hueco, llegando incluso a pagar por entrar. Al final, unas vacaciones de relax se convierten en una pesadilla similar a una mañana de coche o transporte público para llegar al trabajo.
Para intentar evitar estas situaciones, Sitges se plantea imponer una medida muy polémica: cobrar a sus turistas de día la entrada en la localidad. Y es que las aglomeraciones no solo provocan problemas en las playas, también en los locales, bares y restaurantes. Hay más gente de la que se puede atender.
Por ello, mediante este cobro, Sitges pretende reducir las aglomeraciones para animar a que las visitas sean más largas de un día y que se alojen en la ciudad. Así se pretende mejorar la calidad de vida de todos. Un modelo muy similar al que ya se ha puesto en marcha en Venecia, que cobra una tasa a los turistas que no están alojados en la ciudad por cada día que quieren entrar al casco histórico.
¿Qué ver en Sitges?
Sitges es un municipio de la provincia de Barcelona que tiene unos 35.000 habitantes. Sin embargo, durante la época de verano, con la llegada masiva de turistas, multiplica su población. Lo que muchas personas desconocen es que Sitges es mucho más que playa y ocio nocturno. De hecho, es uno de los pueblos más bonitos y particulares de Cataluña, con infinidad de rincones maravillosos por descubrir.
Sitges no solo tiene un gusto especial por el lujo y por su clima cálido, también puede ofrecer un casco antiguo precioso con calles empedradas. O se puede realizar una ruta muy interesante por las mansiones modernistas de comerciantes que se enriquecieron tras hacer las Américas y que se afincaron allí entre los siglos XIX y XX dotando a la zona de un estilo arquitectónico muy singular.
Además, también destaca de la zona el Palacio Maricel, levantado sobre unas antiguas casas de pescadores y un hospital y que llama la atención por sus tonos blancos y azules. Por último, no podemos pasar por Sitges sin ver la Parroquia de Sant Bartomeu i Santa Tecla, un templo barroco del siglo XVII que cuenta con dos campanarios y unas estupendas vistas al mar. Además, muy cerquita tenemos el Cañón del Baluard.
Por último, una de las cuestiones que más destaca de Sitges es u ambiente internacional, el cual se hace notar en todas sus playas de aguas cristalinas. Las más importantes son la Playa de la Fragata, la Playa de Balmins o la Playa de Sant Sebastiá. Esta zona, situada en el antiguo barrio marinero, fue elegida como la mejor playa urbana del mundo por el New York Times.