“Si entrara en los cálculos, aspiraciones y posibilidades de la Institución Teresiana fundar en Burgos un internado con edificio propio, yo tendría el gusto de poder ofrecerle a usted al efecto los terrenos demarcados en el plano adjunto”. Es un extracto de la carta que doña Amalia Santos presentó al padre Pedro Poveda, ofreciéndole unos terrenos de su propiedad para establecer en la ciudad castellana una nueva academia de la Institución Teresiana.
La Institución Teresiana es una asociación católica de profesores laicos, fundada por el sacerdote -más tarde santo- Pedro Poveda en 1911. Con su constitución se trató de unificar la enseñanza de hombres y mujeres, que por entonces se realizaba por separado, sin embargo, “solo prosperó la parte femenina, lo cual trajo consigo el desarrollo de una serie de academias, que es como comienza la Institución”, explica Encarnación González, doctora en Historia Moderna y Contemporánea y licenciada en Derecho Canónico.
Con una doble función como escuela e internado, permitió a muchas mujeres “acceder a los estudios de magisterio y proporcionarles una residencia, muchas veces con becas, de manera que muchas chicas que por razón económica no hubieran podido pagarse un hospedaje, las academias se lo facilitaron”, continúa González. La Institución Teresiana progresa y se extiende por toda España, e incluso a otros países como Chile e Italia, convirtiéndose en la primera asociación laica femenina reconocida por el Papa en 1924.
En una ocasión, en 1917, el padre Poveda viajó por primera vez hasta Burgos, donde tenía un conocido, el padre Silverio. Junto a él, cuenta la historiadora, “empezaron a pensar en la posibilidad de fundar una academia-internado para que las chicas que vivían en los pueblos pudieran ir a este centro educativo y hacerse maestras”.
De centro de enseñanza a residencia de mayores
Tras poner en marcha una primera residencia, en unos pisos con unas condiciones no muy adecuadas para dicho fin, en octubre de 1919 llegó la carta de doña Amalia Santos, quien motivó la construcción del “primer edificio que se levanta específicamente para una academia teresiana”, afirma González. Se inauguró en 1923 para impartir bachillerato y estudios de Magisterio y, al menos por fuera, hoy en día se mantiene igual. Dicho edificio, situado en el número 3 de la calle Valladolid, es actualmente una residencia de mayores -CleceVitam San Pedro Poveda- cumpliendo con una de las condiciones de doña Amalia, que era “que, si en algún momento dejara de ser un centro para la formación de estudiantes, la casa debía darse al obispado”.
Durante más de cincuenta años ‘El Teresiano’, como conocían los burgaleses al edificio de la Institución, formó a generaciones de estudiantes y maestras que acudían de la ciudad y otros pueblos cercanos. Sin embargo, la ley educativa de 1970 fue aumentando las exigencias y condiciones que debían tener los centros escolares, hasta que en 1976 “llegó un momento en el que el edificio no se podía adaptar a la nueva legislación”.
Fue en ese mismo año cuando se donó al obispado siguiendo las directrices de doña Amalia. Desde entonces, el edificio ha tenido otros usos: ha sido un centro de Formación Profesional, sede temporal de Correos y hasta una biblioteca, aunque ninguna de las actividades tuvo demasiada continuidad. A partir de 2012 el edificio permaneció sin uso. “Recuerdo con mucha pena verlo vacío”, asegura la historiadora, quien también fue alumna del centro.
'El Teresiano' cobra vida de nuevo
Hace tres años se decidió arrendar el inmueble a la empresa de servicios Clece y transformarlo en una residencia de mayores, disponiendo “que las rentas generadas por referido edificio sean destinadas de modo permanente a actividades educativas”, conforme a la voluntad de doña Amalia Santos de que el edificio siempre cumpliera, de alguna forma, con una labor educativa.
Para convertir un antiguo colegio en una residencia resultó necesaria una importante remodelación en su interior, pero se ha mantenido el exterior de la fachada, respetando sus ventanales y frisos originales. Además, pese a tener en la actualidad un destino muy distinto a su razón fundacional, y como gesto al fundador de la institución por el significado que esta conserva en Burgos, se le ha dado al centro el nombre de San Pedro Poveda, artífice de 'El Teresiano'.
Ahora la residencia acoge alrededor de 80 personas, muchas de las cuales han sido alumnas o profesoras del antiguo Teresiano, como es el caso de Asunción Martín Benito. En una conversación por teléfono se emociona al recordar su paso por el colegio: “La experiencia no pudo ser más bonita. Muchas veces me sorprendo pensando en aquellos tiempos y veo que fueron muy felices”.
Muchas residentes, antiguas estudiantes, han vuelto con ilusión a este edificio ya emblemático. Como cuenta Asunción, “aquí hemos coincidido varias antiguas alumnas y es una maravilla ver que la formación que nos habían dado en el colegio no caduca nunca. Lo hemos comentado entre nosotras, cuando nos vemos y nos buscamos, es un clima que no ha cambiado”.
Atención personalizada y envejecimiento activo
La elección de 'El Teresiano' para instaurar una residencia no fue casualidad, ya que se encuentra en pleno centro de Burgos, siendo así accesible para los residentes y sus familias. “Clece siempre se decanta por edificios que estén bien ubicados y tengan fácil acceso al exterior, lo que permite que se puedan hacer muchas actividades”, explica Sonia de Diego Bilbao, supervisora de la residencia CleceVitam San Pedro Poveda.
Pero ahí no terminan las ventajas de este centro, también las encontramos en su metodología, la cual se basa en dos pilares: la atención personalizada y el envejecimiento activo. Para ello, las cuatro plantas del edificio están diseñadas teniendo en cuenta la organización de los residentes en unidades de convivencia, que permite a las personas mayores vivir en grupos reducidos para que su día a día sea lo más agradable posible.
Además, explica la supervisora del centro, “se les da un abanico amplio de posibilidades e incluso son ellos los que proponen actividades, nos van diciendo sus preferencias y lo que les gustaría hacer”. Han tenido lugar clases de canto y coro, teatro y cada viernes realizan terapia canina, pero quizá la más curiosa es que aquí se siguen haciendo reuniones y meriendas de la Institución Teresiana.