Para el Premio Nobel de Economía James Heckman, “el aprendizaje comienza en la infancia, mucho antes de que empiece la educación formal, y continúa durante toda la vida. El éxito o el fracaso en esta etapa sientan las bases para el éxito o el fracaso en la escuela, lo que a su vez conduce al éxito o al fracaso en la enseñanza post escolar”. El nobel, experto en la economía del desarrollo humano, es un firme defensor de la educación infantil (aquella que engloba las etapas de los 0 a los 6 años) por ser un momento clave en el desarrollo de las personas.
Numerosos estudios avalan la tesis de que los niños que cursan educación infantil obtienen mejores resultados académicos a lo largo de toda su vida escolar, pero también se percibe su influencia en otros aspectos relacionados con habilidades no cognitivas como la socialización, el trabajo en equipo o la responsabilidad. La etapa de los 0 a los 3 años es decisiva porque es un periodo en el que los niños comienzan a descubrir el mundo, a interactuar con los demás y a adquirir autonomía.
Trabajos como el realizado por Daniel Santín, catedrático de economía y coordinador de la Fundación Ramón Areces, y Gabriela Sicilia, investigadora en la Universidad de La Laguna, muestran “que los años recibidos de educación infantil afectan significativamente y de forma positiva al rendimiento académico de los alumnos, lo cual podría sugerir que la educación infantil tiene efectivamente un carácter formativo y no meramente asistencial”. Se observaron en este experimento académico, por ejemplo, diferencias significativas en los resultados de matemáticas entre los alumnos que habían asistido al menos un año a preescolar.
La educación infantil, aunque no determina el éxito, sí puede ser un elemento de peso en el transcurso académico y, aunque “algunos conocimientos quizás no se recuerden a largo plazo, las vivencias que acontecen en esta etapa quedan grabadas en el alma para siempre. Se te instala en el subconsciente y te acompañará en muchos momentos de tu vida”, cuenta Manu Velasco, maestro de Educación Infantil y de Educación Primaria con más de 17 años de experiencia en el aula. Para los niños, su hasta entonces pequeño universo se expande muy rápidamente en estos años, añade Velasco, porque “aprenden a planificar, a entender el paso del tiempo, a saber comunicar una idea, una duda o una emoción”.
¿Qué razones intervienen en la decisión de llevar a los hijos a educación infantil?
Adriano Villar Aldonza, profesor en la Universidad de la Rioja especializado en economía de la educación, pone el toque de atención en que “las familias en España actualmente están costeando en torno al 40% de esta etapa educativa, que viene a ser entre 250 y 500 euros dependiendo de cada comunidad autónoma”. La no gratuidad de la primera etapa de educación infantil, que sí ocurre en la segunda, genera una importante brecha entre ambas. La escolarización a partir de los 3 años es del 96% en España, según las cifras del INE, sin embargo, en la etapa de 0 a 3 años es tan solo del 40%, una cifra que, además, varía bastante según las comunidades autónomas.
Lamentablemente en España, apunta el catedrático Daniel Santín, la decisión de escolarizar a los hijos antes de los tres años es fundamentalmente económica: “Existen pocas becas para familias de nivel económico más bajo y la educación infantil va a estar muy condicionada por la posibilidad de pagar”. Solo a partir de los dos años “se observa un cambio en el comportamiento de los padres a la hora de decidir escolarizar a sus hijos”, añade Villar.
Tras el económico, la conciliación laboral es el otro factor principal que influye en la decisión de los padres de llevar a sus hijos a una escuela de educación infantil. Fue el caso de Noelia y Víctor, padres de dos niños. Con la llegada de su segunda hija compaginar horarios y vida familiar se volvió un reto imposible, y es cuando decidieron llevar a la pequeña Valeria a una escuela infantil pública en Getafe, gestionada por Koala Escuelas Infantiles, una compañía perteneciente a Clece.
“A día de hoy no tenemos el tiempo suficiente para darles todo lo que necesitan en esa edad, así que decidimos que lo mejor era que personas que se dedicaran a esto les dedicaran ese tiempo a nuestros hijos”, cuenta Noelia, aunque en un principio reconoce que “era un poco reacia a la hora de llevarles, pero cuando les empecé a llevar y vi cómo aprendían, cada día me ponía más contenta con todas las cosas que mi hijo y mi hija hacían”. Su marido, Víctor, también se mostraba sorprendido con los pasos que daban sus hijos en la escuela: “Esto no es criar, esto es educar y ayudarles a desarrollarse”.
Las efectos socioeconómicas de invertir en educación
Educar es lo más rentable socialmente, más aún si se hace desde una edad temprana. Es una pieza indispensable para el progreso, de la que se recogen frutos a lo largo de toda la vida. Santín explica que “existe una fuerte evidencia que muestra que los niños que han asistido más años a educación infantil de calidad obtienen un reconocimiento académico más elevado y además tienen menor probabilidad de repetir curso. Esto lo que acaba produciendo a la larga es que los niños que han cursado infantil pasen más años en el sistema educativo, vayan a la universidad, al final tengan salarios más elevados y paguen más impuestos, impuestos que al final redundan en la sociedad.”
Continúa Santín que esto se pudo explorar en España a través de un experimento casi natural, cuando se aprobó la LOGSE en los años 90. Fue la primera ley en extender la gratuidad de la educación infantil a los 3 años. “No todas las comunidades autónomas la implantaron al mismo tiempo, lo que permitió observar qué diferencias se producían en el rendimiento académico. Se encontró un impacto positivo, sobre todo en lectura y en la repetición de cursos, en aquellas donde se implantó de forma rápida y los niños empezaron a ser escolarizados a los 3 años”.
En este sentido también cabe detenerse en una investigación de Villar, profesor en la Universidad de la Rioja, sobre los efectos de la escolarización temprana en niños de cinco y seis años, donde se concluye que “la detección de problemas de aprendizaje y su resolución en las edades tempranas pueden ayudar a reducir los costes del sistema educativo en su conjunto” y destaca, además, cómo estos efectos positivos “se ven amplificados cuando hablamos de niños y niñas que proceden de ambientes desfavorecidos”.
La universalización de la educación
La definición de educación infantil en España ha ido evolucionando a medida que se sucedían las leyes educativas, pero fue a partir de los años 90 cuando esta etapa comenzó a adquirir cada vez más importancia, hasta situarnos en la actualidad en cifras de escolarización similares a otros países de la Unión Europea como Francia o Bélgica.
Sin embargo, como ya hemos mencionado, la tasa de escolarización en la primera etapa de educación infantil en España se encuentra en torno al 40%, una cifra que además varía bastante según las comunidades autónomas. Algunas como País Vasco, Madrid o Galicia superan el 60% mientras que en Canarias o Murcia esta cifra no supera el 30%. Para resolverlo, expertos como Santín abogan porque “al menos desde los dos años la educación sea gratuita”.
Para Villar, el problema reside también en que cuando se reconocieron los dos ciclos de educación infantil, “en España nos hemos volcado sobre todo en la segunda etapa. Para la primera sí que se animaba a las comunidades a incrementar la participación de los menores, pero no se daban unas pautas concretas. La evolución de esta etapa ha respondido más a los esfuerzos autonómicos que a lo que es un camino común, esto ha dado luego a una serie de desigualdades territoriales”.
De esta manera, el avance de la educación infantil en España recae en alcanzar la universalización, asegurando que todos, sin distinción, puedan acceder a esta etapa educativa tan determinante en el futuro de los más pequeños. Para Villar, “aquí ya no solo entra en juego el propio individuo y los efectos que pueda tener la educación infantil sobre ello, sino que hay que tener una perspectiva un poco más amplia y entender que la educación infantil no solo contribuye en el desarrollo del individuo, también incentiva la calidad y mejora el sistema educativo en su conjunto.”