Son los rostros del dolor. El dolor de una mascarilla que rasga los pómulos, de unas gafas de aislamiento que traspasan el tabique nasal y dejan marca. Equipos de protección individual (EPIs) que ahogan, agobian, te hacen sudar e incluso a veces ni siquiera te dejan ver o respirar. Estos tres rostros, enrojecidos y con heridas, representan a los miles de sanitarios que se están dejando la piel, literalmente, para salvar la vida de todos los españoles, contagiados de Covid-19, en los hospitales. Reutilizando todos sus medios de protección durante varias semanas porque no tienen más. Doblando turnos porque no hay más personal y al borde del colapso. Y que, sin embargo, solo piden una cosa: que te quedes en casa y les ayudes a salvar vidas.
"Quédate en casa, mientras te quedas allí, estás salvando vidas. Nunca hubo algo tan sencillo, ya estamos otros para llenarnos de cicatrices", escribe la enfermera Jone Voneka, en el centro de la imagen. Ella trabaja casi sin descanso para atender enfermos de coronavirus en un hospital del País Vasco y admite sentir cada día más "pena y frustración" viendo cómo aumentan los casos positivos —España suma más de 40.000 contagiados— y su centro no tiene siquiera como respirar.
Algo que también le cuesta a ella misma después de estar diez horas trabajando con un mismo EPI en Urgencias. "No hay suficientes equipos, usamos las mismas mascarillas durante una semana y te hacen polvo. Y si tienes algún problema, lo siento, te aguantas", relata. Para que, mientras tanto, "haya aún gente por la calle sin respetar el confinamiento, paseándose y recreándose. Todo el personal está luchando contra todo pronóstico para hacer frente a la situación, que nos inunda y ahoga; así que, por favor, quédate en casa", insiste esta sanitaria.
"No somos héroes"
Para Luisi Tenorio, su rostro, lleno de señales por la mascarilla desechable que posiblemente habrá usado varios días, es el resultado de enfrentarse a una guerra sin chaleco antibalas, de apagar un incendio sin traje y sin manguera. En definitiva, de cuidar sin que te cuiden.
"No, no somos héroes, es nuestro trabajo, nuestra vocación. Somos personas que cuidamos de personas. Así que ayúdame a cuidarte, quédate en casa. Yo salgo por ti", cuenta esta enfermera del Hospital Infanta Sofía, en Madrid.
A María Jesús, sin embargo, su rostro no es lo que más le preocupa cuando termina su turno de noche de diez horas. Sino el miedo. "Cuando salgo, la primera palabra que me viene a la mente es miedo, sin dudarlo".
Esta sanitaria, que pueden ver en la imagen que ilustra este reportaje con las gafas de aislamiento colocadas, asegura que las enfermeras, sobre todo, tienen miedo. "Miedo de contagiarnos y a su vez contagiar a nuestros seres queridos. Miedo a enfrentarnos a medidas sin protección suficientes. A que se prolongue en el tiempo y tardemos mucho en ver a nuestras familias porque nosotros también estamos en aislamiento", relata esta profesional.
Un aislamiento que lo único que le permite a María Jesús es ir a trabajar cada día y enfrentarse al virus, que ya se ha cobrado la vida de más de 2.500 personas en nuestro país. "Ojalá todo el mundo sea consciente y haga las cosas bien", concluye.
"Sin las armas necesarias"
Las señales del rostro de Nazaret, otra enfermera que comparte su foto con este periódico, en cambio, son mucho más duras. "Con marcas de guerra y sin las armas necesarias", escribe en la instantánea que ha compartido en su red social hace escasas horas.
El periodista Eduardo Mendoza también publicó hace unos días en Twitter una imagen de su hija, enfermera en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario La Paz, uno de los centros más azotados por la crisis sanitaria que vive el país. Con una foto del rostro enrojecido de su vástaga, escribía: "Es su cara después de horas con el traje EPI. Está cansada. Pero, solo piensa en descansar para volver a currar. Y como ella, miles de profesionales sanitarios. Quedaros en casa".
Pero si alguien reflejó la más dura realidad que viven los sanitarios, fue la enfermera que hace unos días se grabó en su coche. Impotente. Llorando. Tras acabar su turno en un hospital madrileño. "Esta es la cara que se te queda después de llevar diez horas el equipo de protección y encima tengo que dar gracias porque me han dejado un equipo para las 10 horas. Así que hazlo por quien te de la gana, por ti, por tu familia, pero quédate en tu casa. No aproveches para salir todos los días a la calle porque te dejen en determinadas situaciones. Esto esta empezando y viene algo muy gordo, no hay respiradores, no hay personal, no hay EPIs y sales de trabajar con esta cara y con lágrimas. Así que por favor, quédate en tu casa, tú que puedes".