Lo cierto es que Halloween nos está dejando historias entrañables, como la maravillosa cobra que se ha visto en una fiesta organizada por una discoteca de Madrid; pero también aquellas que han llegado de la mano de la originalidad de los disfraces. Por ejemplo, el de Eva González y su hijo, que han triunfado en las redes irreconocibles y tenebrosos, o también el que ha lucido Laura Escanes, que no da tanto miedo, pero sí muchas risas.
Pero, ¿qué pasa después con todos estos disfraces tan vistosos? ¿es fácil desprenderse de ellos? Ahora, gracias a una tiktoker, sabemos que es mucho más complicado de lo que parece, sobre todo cuando decidimos pintarnos el cuerpo para meternos en el papel. María Reus Huang, una alicantina de 24 años con más de un millón de seguidores en TikTok, confió demasiado en la pintura de Amazon, como ella misma ha dicho, y no le quedó otra que tomarse con humor que su cara luciese amarilla.
La joven se pintó la cara, el busto y los brazos de verde para grabar un vídeo por Halloween en el que se metía en el papel de una especie de bruja que bebía un brebaje para tener el aspecto de una bella princesa. María eligió para la ocasión la canción Noel's Lament, una de las que forman parte del musical Ride the Cyclone de Jacob Richmond y Brooke Maxwell, la segunda entrega de la trilogía Uranium Tenn Scream:
Su vídeo tiene más de 47.000 reproducciones, pero el anterior, donde María relata lo que le había pasado, sube ya de las 465.000. "Estoy a punto de tener un ataque", anunciaba, contando que estaba "limpiando la brocha con la que me he pintado todo el cuerpo de color verde y no se ha ido la pintura, se me han quedado los dedos amarillos". Recordaba además que, en teoría, el maquillaje se iba con agua, pero no tardaría en comprobar que no solo no se iba, sino que dejaba un rastro amarillento en su piel:
"¡No puede ser! ¡No puede ser, María! ¡No!", dice entre risas, destacando que "tengo la cara amarilla". Su vídeo no ha tardado en viralizarse y tener cientos de comentarios, sobre todo de usuarios que le aconsejaban cómo quitarse la pintura con "ducha supercaliente y esponja a muerte", "baños en tila con limón", "jabón neutro y aceite Johnson" e incluso "agua bendita". La joven confesó que "después del bote entero de jabón y dos duchas, he vuelto a la normalidad".