Los trabajadores del metal de la bahía de Cádiz siguen con su huelga indefinida para ejercer presión en la negociación del nuevo convenio colectivo que recoge subidas salariales por debajo del IPC anual en los próximos años, entre otras cuestiones que, de modificarse, a ojos de la patronal restaría competitividad a la industria de la provincia encabezada por Navantia, Airbus y Alestis. Las imágenes de las protestas han logrado llegar a los medios nacionales y el debate está servido.
Los vídeos de las manifestaciones, en las que han llegado a prender fuego y enfrentarse a la Policía, han provocado sentimientos encontrados en la opinión pública. Por un lado, han despertado la solidaridad y, por otro, la indignación de los que no ven necesario que las acciones de protesta lleven consigo gestos vandálicos. En este contexto, el alcalde de Cádiz, José María González 'Kichi', ha querido romper una lanza a favor de los trabajadores mostrando su apoyo.
"Somos obreros, no delincuentes", ha defendido, añadiendo que "hemos tenido que prender fuego para que Madrid se fije en nosotros". También el líder de Más País, Íñigo Errejón, ha querido justificar los altercados y poner en valor la huelga, asegurando que gracias a acciones reivindicativas de este calibre "hoy trabajas 8 horas y no 10", y pidiendo además "respeto y solidaridad":
El tuit de Errejón no ha caído en saco roto y, además de llevarse miles de aplausos, también ha provocado la reacción contraria. De hecho, han sido cientos los tuiteros que se han molestado en replicar sus palabras para criticarlas e incluso para asestarle más de un zasca, como podemos ver en esta selección de respuestas:
Algunas de las respuestas señalaban que fue Felipe II quien instauró la jornada de ocho horas en nuestro país y no una huelga, y eso no es del todo correcto. Es cierto que el monarca estableció por Edicto Real en 1593 que "todos los obreros de las fortificaciones y las fábricas trabajarán ocho horas al día, cuatro por la mañana y cuatro por la tarde", teniendo además en cuenta que "las horas serán distribuidas por los ingenieros según el tiempo más conveniente, para evitar a los obreros el ardor del sol y permitirles el cuidar de su salud y conservación", dando además vacaciones pagadas de 10 días a los obreros de El Escorial e incluso contemplando bajas laborales.
Sin embargo, aunque toda esta legislación laboral se considera un precedente mundial y se extendió también a los habitantes de las colonias americanas, lo cierto es que se diluyó tras la muerte de Felipe II y no fue hasta 1919 cuando en España se implantó la jornada laboral de ocho horas con la sanción del decreto correspondiente. Este derecho no cayó del cielo, sino que se consiguió en la conocida como huelga de La Canadiense, una protesta instigada por la CNT en las industrias de Barcelona que duró 44 días, consiguió el paro del 70% de factorías catalanas e incluyó "huelgas, boicots e insumisión civil".