Es la típica estampa de los escaparates de todas las tiendas de electrodomésticos: grandes pantallas de televisión a la venta proyectando imágenes en bucle. El contenido que reproducen suele ser directamente el de cualquier cadena o, en su defecto, anuncios encadenados. Lo que no es tan corriente es que proyecten una película porno para regocijo de los viandantes. Y esto es, precisamente, lo que ha pasado en un comercio de Lucena, Córdoba.
Ocurría el pasado 17 de julio fuera de horario comercial, pero el vídeo del momento se está haciendo viral estos días gracias a las redes sociales. Eran las 21:15 horas cuando los televisores expuestos en el escaparate del Milar situado en la calle El Peso, del centro de la localidad, empezaron a emitir vídeos de alto contenido sexual ante el asombro de los traseúntes, que no dudaron en sacar sus móviles para inmortalizar el momento.
Como era de esperar, las imágenes han corrido como la pólvora por Twitter:
Sin embargo, aunque algunas mentes perversas pudiesen creer que el tema responde a una controvertida campaña publicitaria, el dueño del comercio nada ha tenido que ver con esto. Es más, según el digital LucenaHoy, el hombre ha denunciado los hechos ante la Policía Nacional al día siguiente aportando como prueba el vídeo de las cámaras de seguridad en el que se ve a tres jóvenes manipulando supuestamente el circuito de TV.
El mismo medio asegura que los tres chicos modificaron la imagen ayudados por su teléfono móvil y, en efecto, en las cámaras puede verse cómo dirigen el aparato hacia el televisor. Al parecer, no sería el primer establecimiento del municipio al que le pasa algo similar. Se han registrado casos en una clínica dental y en una farmacia del centro urbano.
Los jóvenes han intentado disculparse con el dueño del Milar, pero la denuncia sigue en pie. De hecho, la travesura podría salirles cara. No obstante, la idea original de emitir una porno en las teles de un escaparate no es de ellos, sino que es una especie de moda viral de la que ningún país se libra. La pantalla de una marquesina en la madrileña calle Preciados, el metro de Washington e incluso un IKEA de Hong Kong han sufrido este tipo de hackeos.
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