-Mudémonos a Boise, siempre he querido ir allí
-¿Boise, Cotton? Supongo que no es una mala idea
-¿Has estado alguna vez?
-En una ocasión, cuando robamos un autobús allí, ¿te acuerdas?
-Por supuesto, ¡el número 42!
Este entusiasta diálogo pertenece a las últimas escenas de Pink Flamingos (John Waters, 1972), una obra de culto del género del explotation o las midnight movies: películas que abogaban por una contraculturalidad extrema y que se escribían para públicos y horarios marginales. El propio John Waters afirmaría en Vanity Fair que las midnight habían muerto como género durante el 45º aniversario de su película.
La protagonista de Flamingos, la idolatrada Divine (actriz, artista y personaje a partes iguales) adoraría esta noticia del Business Insider: a media hora en coche de la ciudad estadounidense de Boise se puede alquilar una patata gigante hueca en su interior gracias a Airbnb. El tubérculo, de 3 metros y medio de ancho y alto, así como 8 metros y medio de largo, está disponible para su alquiler en la popular plataforma de alquiler de habitaciones y casas online.
El solar se autodenomina Big Idaho Potato Hotel (El Gran Hotel de la patata de Idaho). Su arrendataria es Kristie Wolfe, una antigua empleada de una empresa patatera que se dedicaba a recorrer ferias agrícolas por todo Estados Unidos. De acuerdo con su página web, la misión del Gran Tour de la patata de Idaho consistía promocionar los cultivos de este estado del noroeste de Estados Unidos.
Este peculiar lobby agrícula se recorrió 12 territorios del país norteamericano en un camión a la vez que ayudaban, tal y como aseveran, a ONGs y asociaciones de caridad locales. Las jefas de la empresa, las jóvenes gemelas Tater, aseguran en su web haber residido en España durante una temporada, sin duda atraídas por la fama de nuestras tortillas.
Volviendo al patato-hotel, la descripción del inmueble (la cual parece extraída de una publicación de Humans of Late Capitalism) asegura que esta patata ha paseado sus seis toneladas de peso a través de 48 estados durante los pasados siete años. Ahora, enclavada en un terreno agrícola de unas 400 hectáreas, la casa contiene baterías para dispositivos electrónicos, un minibar o un silo en el exterior que cumple las funciones de un jacuzzi rural.
Los visitantes reciben un suéter con un estampado de vacas a su llegada: "Será tu peluche particular durante tu estancia", reza la descripción del anuncio de Airbnb. La construcción del interior de la patata comenzó tras el fin del tour del lobby. Sus promotores no tenían ni idea de cómo deshacerse del gigante transportado durante media década y Wolfe, harta de carretera y manta, sugirió transformar el tubérculo en un inmueble.
Tras dos años de remodelación y decoración del interior, la patata estaba lista para recibir inquilinos. Su éxito ha sido inmediato. A fecha de la redacción de este artículo, solo se puede alquilar la propiedad del 9 al 10 de junio: el resto del mes está completo. Los costes ascienden a 178 euros por noche, más 67 euros por la tarifa de limpieza, además de las tasas de servicio de la aplicación y los impuestos correspondientes, 58 euros. En total el alquiler por noche supone unos 303 euros, sin contar con el traslado desde Boise a la granja.
El inmueble abrió sus puertas el pasado 22 de abril. Cuenta además con aire acondicionado y una chimenea interior. Las valoraciones de aquellos que han hecho uso de las instalaciones están ocultas al resto de usuarios.
Wolfe cuenta con otros tres inmuebles a lo largo y ancho de Estados Unidos: una casa colgante en Fern Forest, a los pies del Parque Nacional Volcánico de Hawai; otro inmueble en las montañas del estado de Washington, cerca de la urbe de Seattle, y otra habitación con vistas -sauna incluída- al norte de Idaho.