Cuando en abril de 2016 Mariano Rajoy propuso que los horarios de España se equiparasen a los de Reino Unido o Portugal y las jornadas laborales no se extendieran más allá de las seis de la tarde, medios anglosajones como The Washington Post explicaban que lo que pretendía Rajoy era acabar con la siesta. Unos años antes, en 2011, Angela Merkel señaló al elevado número de vacaciones de los españoles como uno de los motivos que nos habían conducido a la crisis económica. Pero ¿qué hay de cierto en esos mitos sobre los trabajadores españoles? ¿A la hora de ponernos en faena somos como nos pintan?
"Seguimos arrastrando muchos topicazos", explica Nekane Rodríguez, directora de Lee Hecht Harrison-Grupo Adecco. "Así que es fundamental diferenciar entre cómo se nos ve social o culturalmente, y cómo nos aprecian las compañías porque la realidad es muy distinta. En comparación con otros países los españoles tenemos una capacidad de trabajo muy alta, tanto en dedicación como en resultados".
Sara Berbel, Doctora en Psicología Social por la Universidad de Barcelona, señala además que a la hora de analizar estos aspectos "es muy importante no culpabilizar a las personas -que es una tendencia muy al alza- sino que hay que buscar responsabilidades en las organizaciones y en la planificación empresarial que hagan".
Ni somos vagos ni echamos la siesta
"La organización laboral en España no se ha modernizado todo lo que debiera. Y eso nos lleva a una cultura del trabajo con hábitos que no nos favorecen", explica Berbel. Un ejemplo serían las largas pausas para la comida que aún prevalecen en muchos sectores. "En algunos casos el parón del mediodía es de dos horas, lo que retrasa mucho la salida por las tardes y merma la capacidad de concentración de las personas", recuerda Berbel. "Está comprobado que la respuesta y la creatividad de un trabajador ante un problema no es la misma a las diez de la mañana, que a las seis de la tarde. ¿Significa eso que somos vagos y que no trabajamos? No, lo que ocurre es que el índice de productividad no se correlaciona con todas esas horas empleadas".
Los largos descansos a media jornada tampoco significan que, por defecto, los españoles echen la siesta a diario. En 2009 la Fundación de Educación para la Salud del Hospital Clínico San Carlos elaboró una encuesta entre 3.000 adultos de toda España y, de ellos, el 58,6% decía no echarse la siesta nunca, frente al 16,2% que indicaba que lo hacía cada día.
A pesar de la rigidez y el exceso de horas, los empleados españoles reciben evaluaciones satisfactorias en cuanto a su rendimiento. Cristina Soler, Talent Manager en Experis -una consultora de atracción de talento- explica que los trabajadores españoles son valorados muy positivamente por las empresas a nivel de Europa, "especialmente técnicos vinculados al campo de la Investigación y de la Ingeniería (aeronáuticos, industriales, químicos) para proyectos de automoción, aeronáutica, oil&gas, etc". A lo que habría que añadir que "países como Francia y Reino Unido siguen buscando en España profesionales del sector sanitario".
Nuestros puntos fuertes, según señala José Castellanos, director ejecutivo Madrid-Andalucía de PageGroup -empresa especializada en selección personal- serían "que nos consideran gente muy trabajadora, comprometida, con ganas de aprender y con afán de superación. Además, nos ven como profesionales cada vez más preparados y cualificados".
Puentes y festivos ¿de verdad tenemos más?
El número de festivos nacionales es algo que los "colegas" europeos nos suelen echar en cara, pero según los datos que facilita la Unión Europea aplicables a 2017, España cuenta con 9 festivos. Serían los mismos que Luxemburgo y solo uno más que Reino Unido. Bélgica sería el primero de la tabla con 17 festivos seguido de países como Dinamarca, con 13, o Francia y Alemania con 11. Es cierto que a estos días libres habría que añadir los festivos locales y regionales, pero en el cómputo global la diferencia de España respecto a los países que cuestionan sus días laborales, no es tan significativa.
"Lo que sí puede ocurrir", explica Nekane Rodríguez, "es que quizás nosotros los gestionemos un poco peor. En otros países casi siempre los colocan en un lunes o un viernes de forma que no tienen puentes tan largos, lo que mejora un poco la organización laboral. Pero todos tienen días festivos muy similares y por motivos diversos. En Holanda, por ejemplo, es fiesta nacional el día que la reina cumple años".
En cuanto a las vacaciones, tampoco es España -con 22 días laborables- el que va a la cabeza. Según recoge el Banco Mundial, son Francia y Finlandia, con al menos 30 días al año, quienes más vacaciones retribuidas ofrecen. En segundo lugar estaría Reino Unido con 28 y en tercer puesto Italia con 26. Además, cuando en julio de 2016 la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) hizo público un informe sobre las características laborales de los países a nivel mundial se vio, por ejemplo, que en España se trabajaba al año unas 300 horas más que en Alemania y 200 más que en Dinamarca.
"Si no somos vagos, no echamos la siesta y no trabajamos menos horas ¿qué es lo que ocurre para que no nos cunda tanto?", se pregunta Sara Berbel. "Pues que la cultura empresarial y la organización laboral siguen fallando". Y en concreto cita algunos datos preocupantes que han sido recogidos por el SIIS (Centro de Documentación sobre Servicios Sociales y política social) en sus estudios: "Del tiempo que pasamos en el trabajo, solo el 61% lo aprovechamos en plenitud. El 47% de las empresas presentan una escasa planificación y calidad de gestión; y en un 28% se produce una supervisión inadecuada". Datos que ponen de manifiesto que las empresas pueden y deben encontrar "métodos de organización más eficaces".
Soler también recuerda que el tema de la conciliación personal y profesional sigue siendo un punto de mejora en España: "Aunque se ha avanzado mucho, todavía no podemos ser del todo competitivos con otros países que además de ofrecer un paquete retributivo interesante, tienen una política de conciliación completa".
"¿Nivel de inglés?"... El problema idiomático
"Comparado con muchos países europeos, el tema de los idiomas sigue siendo un punto débil de los profesionales españoles", explica José Castellanos de PageGroup, "pero es cierto que mucho menos que hace unos años puesto que ya hace tiempo que venimos trabajando mucho este aspecto en España". Desde Experis, Cristina Soler recuerda que "se ha mejorado mucho el nivel de inglés, pero ahora, el inglés solo no es suficiente. Para determinadas posiciones se exige además, el conocimiento de otros idiomas como alemán o chino".
Un nivel pobre de otros idiomas no sólo es un hándicap a la hora de trasladarse a otros países, sino también, como señala Nekane Rodríguez, para "optar a una serie de puestos a nivel interno si trabajamos en una multinacional o una empresa europea". Rodríguez, que está en contacto con empleados de distintos países señala a España e Italia como los dos países que presentan -"con diferencia"- un mayor problema idiomático. "Y es una pena, porque te condiciona para viajar fuera o ir progresando dentro de la empresa, que es algo muy enriquecedor tanto en el plano personal como en el laboral".
La movilidad: asignatura pendiente
"La cultura mediterránea está muy vinculada al territorio y a la familia", explica Sara Berbel. "Al contrario de lo que ocurre en los países nórdicos, por ejemplo, en donde el Estado -y las políticas que desarrolla- son los principales generadores de bienestar, en países mediterráneos como el nuestro la familia es la principal proveedora de recursos y de bienestar". Esa cercanía al núcleo familiar tendría una parte muy positiva, pero también algunos aspectos negativos. "No tanto a nivel internacional porque ahí entran en juego otros factores", señala Berbel, "pero dentro de España sí podría ser una causa de escasez de movimiento".
En este aspecto también se observa un cambio de perspectiva entre los jóvenes. Como indica José Castellanos "las nuevas generaciones están más abiertas a salir fuera que antes. En algunos casos -explica- esto se ha visto motivado por la falta de oportunidades laborales que ha habido durante la crisis, pero en muchas otras simplemente por el afán de mejorar, de seguir aprendiendo y de poder aportar nuestros valores profesionales fuera".
Para Nekane Rodríguez también depende mucho de cómo se plantee la salida al exterior. "Ahora los traslados al extranjero ya no se hacen, como ocurría antes con los expatriados, con un billete de vuelta. Y de esta forma todo resulta mucho más complicado porque existe una parte de desarraigo importante". Y además, señala, "no hay que olvidar que tenemos un gran país en el que vivir y que a veces cuesta renunciar a según qué cosas".