El mundo se divide en dos: los que admiten la pizza hawaiana como variante gastronómica dentro de la cocina italiana y los que quieren exterminarla -a ella y a los que la veneran- de la faz de la Tierra. Elevar la voz en determinados círculos para decir que "la pizña mola" puede abocarte a la marginación social e intelectual de por vida.
Hasta tal punto llega la cosa que hay quien dice que existen los crímenes de lesa humanidad y, luego, la pizza con piña. Paradójicamente, este atentado contra la gastronomía italiana nada tiene que ver con el país transalpino. Su origen es alemán y su creador, el cocinero televisivo Clemens Wilmenrod, ideó la mezcla de jamón con piña en 1950 para la Hawaii-Toast (una rebanada de pan con estos ingredientes y un pegote de ketchup encima).
Desde entonces, este atropello culinario goza de un gran éxito en determinados círculos. Pero la pizza con piña, sobre todo, desata los peores instintos, incita a la violencia y se ha llegado a convertir en la reencarnación del Mal. Levantar la mano en un grupo de amigos para sugerir que "podríamos pedir una hawaiana" equivale a soltar al Kraken en una carnicería.
En La Jungla creemos que la pizza con piña debería erradicarse. No por ti ni por mí, sino por el bien de la humanidad, para evitar algún desastre. He aquí 25 razones por las que intentar acometer esta difícil empresa.