Sevilla

Sevilla es una de las ciudades de mayor patrimonio histórico de España. Una prueba es la cantidad de iglesias que acogen sus calles. En total, hay 125. La más conocida de todas es la Catedral, pero no la más antigua, ya que se terminó de construir en el siglo XV.

El templo cristiano más remoto de la ciudad está en Triana y tiene una historia curiosa detrás. Es la Parroquia de Santa Ana, a la que todos los habitantes de este barrio conocen como su catedral. De hecho, hasta el siglo XIX las procesiones de Semana Santa culminaban su estación de penitencia en ella.

Comenzó a construirse en 1266 por orden de Alfonso X El Sabio, que había hecho una promesa. El monarca padecía de una enfermedad ocular, parecida al glaucoma. Era muy devoto de Santa Ana, a la que le pedía que aliviase sus dolores. Para recompensarla hizo esta iglesia en su honor, tal como cuenta la inscripción en uno de sus muros.

Fue el primer templo cristiano que se levantó en Sevilla tras la reconquista de 1.248. En ella trabajaron conjuntamente maestros canteros castellanos y alarifes musulmanes, expertos en el uso de la piedra y el ladrillo, respectivamente. Así crearon un estilo gótico-mudejar, que ha cambiado parcialmente con el paso de los años.

En esa época, Triana era un barrio que ya comenzaba a crecer y solo disponía de una capilla. Estaba en el castillo de San Jorge, lo que hoy es un mercado de abastos. Se quedaba corta para las necesidades que empezaba a tener la zona.

Muy pronto, Santa Ana se erigió como uno de los templos más grandes de una ciudad que siglos después experimentaría un crecimiento enorme. Se convirtió en el siglo XVI en uno de los centros económicos del mundo al tener el monopolio del comercio con América.

La situación estratégica del templo, en las inmediaciones del río Guadalquivir, provocó que muchos de los recién llegados la visitaran. Además, soldados, mercaderes, y marineros, entre otros gremios, fundaron muchas capillas a su alrededor.

Más adelante, en 1775 sufrió uno de sus peores momentos. El terremoto que devastó Sevilla le provocó grandes daños. Pedro de Silva, que era en aquel momento maestro mayor de obras del arzobispado, tuvo que reconstruirla parcialmente y le aportó un toque barroco en su parte exterior, aunque una remodelación en 1972 recuperó su aspecto original.

El retablo mayor es una de las grandes joyas que hay en su interior. Fue obra de Nufro Ortega y Nicolás Jurate. Cuenta con quince tablas de Pedro de Campaña, uno de los autores más reconocidos del Renacimiento.

Un templo con mucha vida

La Iglesia de Santa Ana sigue siendo en la actualidad uno de los centros neurálgicos de Triana. Es el templo donde siguen casándose, bautizándose y haciendo de la comunión muchos de los trianeros. Incluso aquellos que ya han abandonado el barrio por la subida de los precios.

Las hermandades de alrededor suelen visitarla en pequeños vía crucis, especialmente durante la Cuaresma. También es la sede de su propia procesión del Corpus Christi.

La Iglesia de Santa Ana es el centro de la Triana clásica, que todavía sobrevive en su vecina Plazuela de Santa Ana y en calles como Rodrigo de TrianaPureza y Betis. Allí quedan todavía rescoldos del pequeño arrabal que hoy es uno de los barrios más importantes de Sevilla.