Baile de los seises durante el Corpus de 2023.

Baile de los seises durante el Corpus de 2023. EFE

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Así se prepara la nueva generación de Seises de Sevilla para continuar con una tradición de cuatro siglos

El grupo, formado por diez niños de once años, baila el día de la Inmaculada en el Altar Mayor de la Catedral los cantos que entona la Escolanía.

8 diciembre, 2023 05:45

Este viernes, una nueva generación de seises en Sevilla subirá por primera vez al Altar Mayor de la Catedral hispalense. Como cada 8 de diciembre, día de la Inmaculada, los niños realizarán su danza frente al Santísimo al son de los cantos de su Escolanía, un coro de voces blancas integrado en su mayoría por niñas de entre diez y doce años

La tradición del baile de los seises de Sevilla se remonta al siglo XVII, cuando, por primera vez, un grupo de niños seises baila en la octava del Corpus Christi. Es ahí cuando, según Herminio González Barrionuevo, Maestro de Capilla de la Catedral, empieza la historia de los seises, que tiene su precedente en los niños cantores y danzores de la Iglesia, una práctica que se remonta al Renacimiento. Y es que, en origen, los seises también cantaban, aunque hoy solamente bailen.

Lucas, Alberto y Gonzalo son tres de los niños que bailarán por primera vez este viernes, después de dos años de ensayos. Ninguno de ellos reconoce estar nervioso en la víspera de la fiesta, aunque todos muestran su ilusión por colocarse el sombrero con plumas y enfundarse el traje celeste. 

Alberto, no obstante, sí concede que hay algo que le preocupa: "la orquesta, porque es nueva y no sé cómo va a salir eso". Lucas, de su lado, siente "responsabilidad" y "temor a equivocarse", sobre todo por Menchu, la profesora de baile de los chicos, y quien los acompaña en el Altar Mayor durante la octava.

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Por su parte, Gonzalo, sirve de contrapunto, ya que, ante la pregunta de si está nervioso, se pregunta por qué ha de estarlo, una actitud que, según su madre, es normal, dado que es "un niño muy tranquilo". 

Tradición y familia

El de la Inmaculada es un día especial, que empieza temprano para los niños y sus familias. Fátima, madre de Lucas, ya ha vivido la experiencia de los seises, y afirma que los días de octava siempre "giran en torno a eso".

En este sentido, apunta que "se come temprano" para ir a la Catedral, y ya en casa empiezan los preparativos. "Yo los engomino mucho, así que empiezo a peinarlos temprano", comenta entre risas. 

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Aunque el baile de los seises no empieza hasta las cinco y media de la tarde, los niños deben acudir a la Catedral con mucha antelación. Poco antes de las tres y media de la tarde empiezan a cruzar la Puerta de San Miguel cada uno de los diez seises junto a los familiares que los acompañan.

Lo cierto es que las familias de los niños, con un papel destacado de las madres, también viven de manera muy intensa las tres citas anuales de los seises: las octavas de la Inmaculada y el Corpus y el Triduo de Carnaval. Mariví, la madre de Gonzalo, reconoce que ella puede estar incuso más emocionada que su hijo, ya que la de los seises es "una tradición que he vivido con mis padres".

Por ello, Mariví avanza que "cuando lo vea, seguro que voy a llorar", víctima de la "emoción y el orgullo" de que su hijo Gonzalo pueda formar parte "de algo tan bonito como los niños seises". También Isabel, la madre de Alberto, pone el foco en la vivencia de los niños durante este curso, una "experiencia muy bonita" para todos ellos, y también para unos padres que "ilusionados y muy contentos".

Lo cierto es que, al igual que los niños, también los padres forman cada año un grupo singular, ya que no son pocas las horas que pasan juntos cada tarde, ya que sus hijos deben llegar con dos horas de antelación a la Catedral para prepararse.

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En ese tiempo, los niños deben vestirse con los trajes de pajecito, celestes, en el caso de la Inmaculada, y rojos en el Corpus y Carnaval. También aprovechan los minutos para hacer un repaso de última hora antes de abandonar la Sacristía Mayor, donde se unen a la Escolanía para salir, en fila, hacia el Coro de la Catedral.

Todos ellos, coral y seises, son compañeros de colegio, ya que el conjunto en su totalidad se nutre de alumnos del colegio Portaceli de la capital. Por ello, es habitual que la tradición de bailar o cantar en la Catedral se transmita de unos hermanos a otros, o incluso entre generaciones.

Es el caso de Lucas, uno de los niños que bailará por primera vez en el Altar Mayor este jueves. Su hermano mayor, Guille, pertenecía a los seises hasta hace apenas un año cuando, además, formó parte de la única generación que bailó portando mascarillas.

Fátima, madre de Lucas y Guille, no oculta su emoción al hablar con EL ESPAÑOL. Reconoce sentirse "muy afortunada por formar parte de esta tradición de Sevilla" que, además, es ya también una tradición en su familia. Su hermano, como sus hijos, bailó con los seises, al igual que su cuñado. Por tanto, no es de extrañar que a su hijo pequeño, que ahora se incorpora a esta particular saga familiar, le haga "muchísima ilusión" poder bailar ante el Santísimo y "seguir los pasos de su hermano". 

La preparación

Los diez niños que bailarán en la octava de la Inmaculada –que arranca este viernes y terminará el próximo fin de semana– llevan preparándose desde hace dos años para este momento. Por eso, no es de extrañar que, una vez en el altar, "se ayudan mucho" para que todo salga bien.

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Su elección llegó cuando aún cursaban 4º de Primaria, con nueve años. Según relata Alberto a EL ESPAÑOL, un profesor convoca a una primera tanda de niños a la prueba de selección, una primera criba que, probablemente, se base en el tamaño de los niños, para que puedan utilizar los históricos trajes.

A continuación, la prueba para seleccionar a los niños seises se basa en la capacidad de estos para ejecutar los movimientos de las danzas, según relata Alberto. Al parecer, en primer lugar se proponía un movimiento para el grupo en su conjunto, y a continuación, los niños deben ejecutar otro de manera individual.

Durante ese primer curso, dedican media hora a la semana a aprender los bailes, así como a manejar las castañuelas, sonido característico de esta oración musical. En esa fase de la formación, además, ninguno de los niños llega a pisar siquiera la Catedral, ya que los seises de esta edad están dedicados en exclusiva a los ensayos. En el segundo año, surge la oportunidad de bailar como suplente.

Los chicos de quinto amplían el horario de ensayo a una hora a la semana con el objetivo de afianzar los conocimientos del año anterior. Y, en cada una de las citas, un seise de segundo año acude como sustituto en caso de que surja algún percance con los diez niños titulares.

Lo habitual es que los sustitutos acaben por no bailar ante el Santísimo, de modo que, cuando llega el día de la Inmaculada, la mayoría de los seises sube por primera vez al Altar Mayor de la Catedral. Por ello, no es hasta que llegan a su último año de formación cuando los ensayos pasan a ser de una hora, dos días a la semana.

En el caso de las niñas de la Escolanía, el proceso es similar, aunque se incorporan directamente a la coral que participa en las misas del triduo y las octavas. Las pruebas evalúan en primer lugar su capacidad de cantar en grupo, para posteriormente cantar unas líneas de manera individual. En este caso, las niñas del coro cantan durante tres cursos, entre 5º de Primaria y 1º de la ESO, año en el que empiezan a notarse los cambios de voz.