El EGO, esa voz interna que nos dice cuan importantes somos, puede ser tanto una herramienta de autoconfianza como un gran obstáculo para nuestras relaciones y convivencia en sociedad. En la actualidad, donde la autopromoción es casi una religión, el ego ha encontrado un terreno fértil para crecer y, en muchos casos, desbordarse.
El ego se manifiesta de múltiples formas en nuestra vida cotidiana. Desde la persona que interrumpe constantemente en las reuniones para imponer sus opiniones, hasta aquellos que sienten la necesidad de compartir cada pequeño éxito en las redes sociales. El ego no solo busca reconocimiento, sino que también demanda validación constante de los demás.
Las redes sociales han amplificado enormemente el ego de las personas. Plataformas como Instagram, Facebook y Equis ofrecen un escaparate perfecto para la autopromoción. Cada “like” y comentario positivo se convierte en alimento para el EGO, reforzando la necesidad de mantener una imagen idealizada y, a menudo, irreal. Esta búsqueda de validación puede llevar a una distorsión de la realidad y a una dependencia peligrosa del reconocimiento externo.
Si las redes refuerzan los egos, la vida laboral aún más. En el trabajo, los egos inflados pueden ser especialmente peligrosos. Un jefe con un ego desmedido puede crear un ambiente de trabajo tóxico, donde la colaboración y la creatividad se ven sofocadas por la necesidad de una sola persona de sobresalir. Los compañeros de trabajo con egos inflados pueden provocar conflictos, reducir la moral del equipo y obstaculizar el progreso de proyectos.
Ni que decir tiene lo que sufren las relaciones personales a causa de los egos. Una pareja en la que uno o ambos miembros tiene “sobreegos” pueden enfrentarse a constantes luchas de poder, falta de comunicación efectiva y una competencia innecesaria. La amistad se ve afectada cuando uno de los amigos siempre necesita ser el centro de atención, minimizando los logros y necesidades del otro.
No todo sobre el ego es negativo. Un ego saludable es crucial para la autoestima y la confianza en uno mismo. En ocasiones nos ayuda a establecer límites, a decir NO cuando es necesario y a defender nuestras opiniones y derechos. Sin embargo, la clave está en mantener un equilibrio, donde el ego no domine nuestras acciones y relaciones. Por lo tanto, deberíamos saber manejar nuestro ego con autoconciencia de reconocer cuando el ego está influyendo en nuestro comportamiento y nuestras decisiones. Practicar la empatía o sea ponerse en el lugar de los demás para entender sus perspectivas y sentimientos. Si fuéramos capaces de utilizar todas estas herramientas seguramente crearíamos un entorno más armonioso y productivo.
Y superproductivo ha sido el premio “Procuradora Ascensión García Ortiz” que el Ilustre Colegio de Procuradores de Sevilla ha otorgado un año más a aquellas personas o instituciones que se hayan significado por una brillante trayectoria profesional y humana. Este año el premio ha recaído en la Policía Nacional con motivo de su 200 aniversario.
El jefe superior de la Policía Nacional en Andalucía Occidental, Andrés Garrido, recogió el galardón en nombre de la institución agradeciendo al Colegio dicha distinción “es un honor muy grande poder recoger este premio en representación de todas la mujeres y hombres que han formado parte de nosotros a lo largo de estos años y de los que, en la actualidad trabajan incansablemente por y para los ciudadanos, con entrega, eficacia y con ese TESON DE HIERRO que reza en nuestro himno”
Asimismo, durante el acto, se ha rendido homenaje a una serie de procuradores sevillanos que han cumplido 40 años de ejercicio profesional, mediante la Insignia de Oro del Colegio, por su labor diaria, ejemplo de eficiencia y compañerismo. Estos procuradores a los que felicito desde aquí con: Javier M.ª Diánez Millán, Luis de la Lastra Marcos, Vicente Silva Arroyo y Eladio García de la Borbolla y Vallejo.
También desde aquí felicito a los fundadores de Scoobic, creadores de una compañía revolucionaria: Antonio Sánchez Morales, José María Gómez Márquez, Pablo Marfil Serrano, José Enrique Díaz Buzón y a los asesores Juan Verde y Ramón Paredes. Por sus maravillosos vehículos de última milla.
Y una milla tendrás que correr después de tomar el delicioso menú degustación que ofrece el restaurante El Limón, en la Casa Palacio de Don Ramón. Todo delicatesen, como aperitivos de ensalada marroquí con lubina semicurada sobre regaña y salsa de lombarda y carpaccio de presa ibérica curada en casa, brotes y queso semicurado.
Los primeros platos consistían en ostra azul con aires de salsa chermoula y ostra gratinada con salsa mornay; autentica pastela de pollo con ensalada vinagreta de frutos secos y vainilla y tartar de gamba blanca al ajillo sobre portobello. De segundo te ponen corvina con Parmentier de apio nabo, guisantes salteados en beurre noisette y solomillo de ternera con foie-gras, pure de coliflor ahumada, salsa de oporto y crujiente de hojaldre.
Y para terminar, ese postre llamado El Limón, de chocolate de limón relleno de una deliciosa mousse de ídem…para morirse y, no hay que morirse sin haberlo probado… Un verdadero placer.
En la siguiente nos vemos y os seguiré contando que pasó por aquí.