Más de treinta años después asistí a un acto de graduación y vuelvo a la Universidad Pablo de Olavide. Hace años estuve allí para colaborar en la puesta en marcha de las redes sociales. Eran tiempos en los que Adela Galdón dirigía un brillante departamento de comunicación que lanzaba un gran número de notas de prensa cada día -lo que los periodistas siempre agradecíamos- y las redes sociales empezaban a formar parte de nuestras vidas. Fue una etapa emocionante en la que crecimos profesionalmente a la vez que lo hacían Tuenti, Facebook, YouTube o Twitter.
Esta universidad lleva su nombre en honor del político ilustrado Pablo de Olavide (1725-1803), que destacó, entre otros asuntos, por la fundación de varios municipios en el Plan de Nuevas Poblaciones. Hoy un gran número de alumnos de la UPO vienen de otras ciudades. La vida. Olavide, quien tuvo que marchar en el siglo XVIII, convertido en punto de atracción de la capital andaluza en el XXI.
“Durante el período escolar, el estudiante ha estado mentalmente inclinado sobre su escritorio; en la universidad debe ponerse de pie y mirar a su alrededor” (Alfred North Whitehead). “A los 21 años todavía se puede jugar a ser explorador”, animaba esta semana Miguel Ángel Moreno (padrino de la 12 promoción del Grado de Biotecnología) a los alumnos presentes antes de la imposición de becas: “Salir de la zona de confort siempre es bueno”. “La Biotecnología sí que es Disney y no lo que está cerca de París”, afirmaba Juan José Infante Viñolo (Invitado der honor) durante su intervención. “La universidad da herramientas que después siempre podrás utilizar con ilusión e interés”, declaraba Infante ante el auditorio mientras lamentaba el hecho de que la mayoría de los jóvenes conocían a Dani Güiza pero no sabían quién era Antonio Giraldez (jerezano catedrático de Genética de la Universidad de Yale). “La Biotecnología es uno de los pilares de este siglo”, decía quien esta semana defendía en Bruselas un proyecto para conseguir una ayuda millonaria, la máxima para una startup tecnológica. Tópicos. Desde aquí se exportan muchas más grandes ideas. Triste tener que recordarlo siempre.
La profesora Aroa López Sánchez anunciaba la imposición de becas a medio centenar de alumnos que se despiden tras cuatro años de estudio (dos de ellos en pandemia) del edificio 24 de la UPO. Tras las palabras de Adrían Macías de la Rosa y los representantes de los alumnos, Juan Carlos Aguilera (decano) concluía el acto afirmando que el valor de lo conseguido se mide en empeño y tenacidad. “Sed pacientes, constantes, perseverantes y resistir cuando llegan momentos malos”. Sin dejar pasar como recomendaciones la tan necesaria ‘Soft skills’ y las palabras de Picasso: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. A la meta de las carreras largas siempre se llega en compañía, recordaba. “Lo importante son las personas” y “la vida es un libro blanco que os corresponde escribir ahora”, animaba a los jóvenes.
La Universidad enseña, protege y ayuda, como la Guardia Civil. El otro día tuve una avería en la A-66 y permanecí acompañado durante unos 20 minutos por una pareja de agentes hasta que pude seguir la marcha. Un Cuerpo de Seguridad Pública que forma parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y al que corresponde agradecer dicho gesto.
Gestos como el de los rostros de los progenitores de quienes recibían sus becas. La ciudad ofrece estos días un gran repertorio de ceremonias de graduación en colegios, institutos, universidades… y sus merecidas fiestas. Hoy hasta en algunas guarderías se imponen becas.
En todos estos años algo ha cambiado. El ‘Gaudeamus Igitur’, el himno universitario por excelencia con el que se cierran los actos solemnes en la Universidad ya no se canta, se escucha. Muchos jóvenes no sabían que existía antes de que comenzara a sonar el CD (hoy probablemente sustituido por Spotify) en los altavoces del salón de actos. Cosas de tiempos modernos. “Independientemente del máster que realicen lo más valioso son ellos mismos”: las personas, recordaban antes de concluir el acto. En el mundo hay mucha buena gente por conocer. Como los agentes que me atendieron el otro día en dirección a Mérida. Bienvenidos jóvenes al mundo adulto. Al final, bien. La vida se abre ante los jóvenes graduados. Alegrémonos, pues…