Monteseirin junto a Antonio Muñoz.

Monteseirin junto a Antonio Muñoz. EP Sevilla

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Sevilla recuerda los 25 años de la victoria de Monteseirín, el último alcalde que transformó la ciudad

La figura del socialista desarrolló un modelo de ciudad que hoy permanece con obras tan características como las Setas o Torre Sevilla. 

14 julio, 2024 06:45
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En 1999 Alfredo Sánchez Monteseirín fue elegido alcalde de Sevilla. Estaría en el cargo hasta 2011. Doce años de mandato, el más largo de la capital andaluza para un alcalde en la historia. Más de una década en la que cambió la ciudad y levantó proyectos que, aunque polémicos, han marcado a la ciudad.

En realidad, Monteseirín no ganó las elecciones del 99. Fue la popular Soledad Becerril quien se alzó con la victoria, pero por muy poco. Y la decisión sobre quién debía gobernar en la capital andaluza la tuvo en su mano quien había sido socio de Becerril: Alejandro Rojas-Marcos, entonces candidato del hoy extinto Partido Andalucista (PA). 

En el 'juego de tronos' que se convirtió Sevilla tras las elecciones municipales, Rojas-Marcos se decantó por el PSOE. Se dijo que los andalucistas habían pedido a Becerril Urbanismo y eso había provocado que se rompiera la baraja. El entonces líder del PA lo negó. La relación con los responsables del PP de entonces no era buena y no lo disimulaban. 

Gracias al desencuentro entre Soledad Becerril y Rojas-Marcos empezó el mandato más largo que se ha visto en la Plaza Nueva. Lo contaba entonces la periodista Lourdes Lucio en El País: "Un socialista, Alfredo Sánchez Monteseirín, volverá a partir de hoy a ser alcalde de Sevilla".

"La capital señera del PSOE, después de ocho años en la oposición. El artífice ha sido el fundador, presidente y candidato del Partido Andalucista (PA), Alejandro Rojas Marcos, quien aseguró que la actitud 'intransigente' de la candidata popular Soledad Becerril impidió reeditar el acuerdo con el PP", seguía la crónica de quien tiene todas las claves de la política andaluza hace décadas. 

Hasta 12 años

Sí, Monteseirín llegó cuando nadie lo esperaba. Y se quedó lo que nadie imaginó. Ahora que su salud está delicada -sufrió un ictus grave que le tiene apartado de la actividad pública-, hay quienes en su entorno echan en falta un homenaje a su figura. 

Porque, aunque es cierto que su gestión despertó simpatías y antipatías, lo cierto es que hizo historia. Sus proyectos han marcado Sevilla. Para los críticos y para quienes creen que son genialidades. 

Del Gobierno de Monteseirín salió, por ejemplo, las Setas de la Encarnación. La obra, sobre la que han corrido ríos de tinta, es hoy unas de las atracciones más destacadas para los turistas. Incluso el Ayuntamiento, en manos del PP, que tanto la criticó, las promociona como hito urbano. 

Pero ese romance reciente con la estructura de madera y hormigón no fue así cuando Monteseirín lo presentó. La solución al solar del mercado de la Encarnación levantó ampollas porque, rodeado de lugares históricos como la iglesia de la Anunciación, se antojaba demasiado moderno para Sevilla. 

Torre Sevilla

Pero Monteseirín nunca vio un freno en este argumento. Ni en las Setas ni en ningún proyecto. Es el caso de la Torre Sevilla, al principio llamada Pelli por el arquitecto que la diseñó. El único rascacielos que tiene Sevilla y que, desde la Cartuja, desafía a la Giralda. 

La afrenta contra el alminar, hoy campanario, despertó las iras de la Sevilla más clásica. Cómo va a haber un edificio más alto que la Giralda. La cuestión no fue solo una cuestión de gustos. Hasta la Unesco advirtió de que su impacto podía  poner en riesgo la declaración del patrimonio de la ciudad. 

Aunque la torre no tenía muchos adeptos entonces, hoy es un elemento más integrado dentro de la ciudad. Hasta se ha especulado con levantar más rascacielos cerca. Como en el caso de las Setas, que los turistas han elevado a símbolo de Sevilla, el diseño de Pelli se ha impuesto. 

Otro de los grandes proyectos de Monteseirín como alcalde de Sevilla fue la inauguración del tranvía. Entonces solo recorría el tramo que llegaba a San Bernardo. Ha habido que esperar un cuarto de siglo para verlo llegar a Nervión. 

Tranvía de Sevilla

Las críticas entonces fueron feroces puesto que, se entendió, esta iniciativa sustituía el Metro por el Centro y le hurtaba a Sevilla es opción. Aunque en parte algo así pasó, la realidad es que la línea la usan hoy miles de sevillanos cada día. Y más que lo vas a hacer porque se espera que llegue hasta Santa Justa, lo que conectará la estación con la Plaza Nueva en cuestión de media hora. 

De la mano de IU, a quien hay que otorgarle parte de la idea, Monteseirín implantó en Sevilla una extensa red de carriles bicis sin lo que hoy no se entendería la ciudad. Los ciclistas han crecido al calor de las nuevas vías que se empezaron a hacer entonces. 

Misma cuestión ocurrió con las peatonalizaciones. Una de las más sonadas en su momento fue la de la calle Asunción. Entonces algunos vecinos, comerciantes y la oposición pusieron el grito en el cielo. El proyecto era, en boca de algunos, el Armagedon que venía a destruir Los Remedios. 

Pero 25 años después la calle Asunción tiene más vida que nunca. Los vecinos y comerciantes parecen contentos. Y, de hecho, las peatonalizaciones se han extendido a otros puntos de la ciudad. De hecho, el alcalde, José Luis Sanz, del PP, ha anunciado que va a retomar proyectos para vetar los coches en nuevas zonas de Sevilla. 

Peatonalización

También acometió la peatonalización de la avenida de la Constitución y la Plaza Nueva. ¿Se acuerda cuando el coche llegaba hasta la misma esquina de Sierpes o Tetuán? Eso acabó entonces. 

Dentro de este afán de cambiar Sevilla, el equipo de Monteseirín puso sus ojos en la Alameda de Hércules. Epicentro de la modernidad y de lo alternativo, era a su vez una zona degradada. Hay quien no lo recuerda, pero antes de la modernización de la zona los coches seguían subiendo a la plaza para aparcar. 

Monteseirín apostó por un proyecto llamativo y, una vez más, complicado de entender. El socialista levantó el albero tradicional y puso losas amarillas. Bancos modernos en vez de los clásicos. 

Las obras fueron molestas. Y el resultado se discute aún hoy. Lo que nadie le puede quitar a Monteseirín es que transformó la zona, hoy renovada y con menos bolsas de marginalidad. Quizás en la plaza de la Mata, donde persiste la prostitución y algunos casos de atracos o violencia menor, la reforma no ha llegado aún. 

VPO en Sevilla

Ahora que el problema del acceso a la vivienda es un problema, toca echa la vista atrás. Durante el Gobierno de Monteseirín se construyeron hasta 15.000 VPO en Sevilla. San Jerónimo, Los Bermejales, El Porvenir... No se ha vuelto a ver algo así. 

Desde luego, no es todo mérito del exalcalde. En esas operaciones entró la Junta de Andalucía, el Gobierno central y empresas privadas. Pero sí que es cierto que Monteseirín se llevó las mieles de la burbuja de la construcción. Las hieles fueron para su sucesor, Juan Ignacio Zoido, que tuvo las manos atadas por la falta de financiación producto de la galopante crisis que trajo el ladrillo a Sevilla y el resto de España. 

Los proyectos y el impacto del larguísimo mandato de Monteseirín no está exento de sombras. Hubo polémicas, acusaciones de corrupción, episodios opacos. Pero fuentes cercanas al político descatan que a esa parte más fea de su gestión se le ha dado tanto bombo que no ha habido lugar para recordar todo lo bueno que hizo por la ciudad. 

Porque, destaca alguien que colaboró con él esos años, Monteseirín tenía una idea de ciudad. Un proyecto integral que transformó la capital de Andalucía. Guste o no. A los sevillanos, en todo caso, les debió de parecer bien. Le dejaron gobernar desde la Plaza Nueva 12 años. Ningún otro alcalde ha tenido tanto respaldo.