El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, quiere cerrar la Plaza de España y cobrar a los forasteros una tasa por acceder. Estarían exentos los empadronados en la provincia.
La idea ha abierto la caja de los truenos y ha supuesto un enfrentamiento entre el Ayuntamiento y el Gobierno central.
Sin embargo, la iniciativa no es la única propuesta que hace saltar chispas en Sevilla. O que causa un profundo debate mediático y público.
Teleférico Tomares-Sevilla
Es el caso, por ejemplo, de otra propuesta que hizo, cuando aún era primer edil de Tomares, José Luis Sanz: un teleférico para llegar a la capital.
La idea, que nació en 2007, volvió a estar sobre la mesa diez años después. No se llegó a hacer, pero pareció convencer a muchos. Era una forma rápida de llegar desde la localidad del Aljarafe hasta Sevilla en poco tiempo y sin contaminar.
A lo largo de los años ha habido ideas más peregrinas. Es el caso de un puerto deportivo al estilo de Puerto Banús, que se proyectó en la margen de Los Remedios del río Guadalquivir.
Marina de Sevilla: una Venecia en el Guadalquivir
El proyecto se iba a llamar 'Marina de Sevilla' y se puso sobre la mesa hace 30 años. Nunca se construyó tampoco, pero incluía una idea que hoy tendría un valor añadido: usar el puente de hierro o de Alfonso XIII -hoy en desuso- para comunicarla.
El proyecto quería crear una suerte de Venecia en la margen derecha del río a su paso por Sevilla. Contemplaba tiendas, un hotel de lujo y hasta sala de conciertos.
Es una idea muy parecida a la que se presentó en 2015 con sala de conciertos y complejo comercial. Park Arena se llamó en su segundo intento, que tampoco salió a la luz.
La construcción original, Marina de Sevilla, iba a ser un diseño de Ricardo Bofill. Hasta 6.000 millones de euros y 500 empleos prometía la idea. Ni una cosa ni la otra. Quedó en nada.
Una basílica de Aníbal González
Hoy la polémica está en la Plaza de España, una obra de Aníbal González. Pero ¿sabía que el arquitecto regionalista estuvo a punto de construir una basílica en Sevilla que iba a poder competir con la Catedral?
El proyecto surgió a finales de los años 20 del siglo pasado, justo cuando levantaba la Plaza de España. El templo de iba a llamar Basílica de la Inmaculada Milagrosa y se llegó a poner incluso una primera piedra. La bendijo el entonces cardenal Ilundáin. En el acto estuvo el Rey Alfonso XIII.
El templo neogótico iba a estar en lo que hoy es Nervión, espacio que regaló la marquesa de Tarifa. Nunca se levantó. La muerte del arquitecto truncó su construcción.
Pero iba a ser impresionante. Con dos torres de cien metros, su fachada se iba a alzar hasta los 45. Y tendría una gran plaza delante para poder admirarla. Por dentro, 10.000 metros cuadrados.
La plaza frente a la Catedral
Esta proyecto, de primeros del siglo pasado, también levantó ampollas. La Catedral de Sevilla, uno de los templos góticos más grandes del mundo, no tiene una plaza donde contemplarla bien. Está rodeada de edificios.
Eso lo quisieron cambiar Juan Talavera, Aníbal González y José Espiau, que plantearon tirar las casas delante del templo -lo que hoy son las calles Arfe y Dos de Mayo- para hacer una gran plaza para poder ver la Catedral. Pero era muy caro. Nunca se hizo.
La biblioteca fallida de Zara Hadid
La arquitecta estrella, premio Pritzker, proyectó una biblioteca en el Prado de San Sebastián -junto a la Plaza de España-. Sin embargo, nunca se construyó. ¿La razón? Varias sentencias y los fondos de la Unión Europea.
Las obras en este caso se llegaron a iniciar, pero nunca acabaron. De hecho, la Justicia obligó a devolver al entorno a su estado original. Ni biblioteca ni nada, sentenció el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA).
La remodelación de la Alameda
La obra, que planteó en su momento el entonces alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, provocó todo tipo de críticas. La idea era reformar este especio, hasta entonces muy degradado.
Los vecinos se quejaron porque perdieron aparcamientos; la oposición, porque el proyecto desvirtuaba la zona... No había árboles suficientes, se criticó.
Casi 20 años después y pese a esas críticas, la zona es hoy un foco de ocio indiscutible. Y, aunque perdió el albero y sus árboles originales, conserva algo del espíritu original.
Peatonalización de la Avenida
Las quejas fueron muchas en este caso y en el de la calle Asunción, así como en el caso de la Plaza Nueva. ¿Cómo iba a llegar la gente al Centro? ¿Qué iba a pasar con los comercios de la zona?
Las dudas duraron lo que duraron las obras. En cuanto los ciudadanos se volvieron a hacer con el espacio se vio cómo se llenaban de vida otra vez. Pero la polémica existió.