La película que ha irrumpido esta semana en la lista de lo más visto esta semana es la mezcla perfecta de entre Noche de juegos y Puñales por la espalda. Se trata de La herencia del tío, un largometraje de origen polaco que incorpora un misterio intrigante, una colección de personajes con dobles intenciones y que además le plantea al espectador un juego: intentar adivinar quién será el principal heredero.
En apenas una semana y sin apenas promoción, La herencia del tío se ha colado entre los títulos más vistos de la plataforma, con 10,5 millones de visualizaciones en total. Todo ello por encima del filme francés En las profundidades del Sena, que permanece en el segundo puesto del ránking.
El punto de partida de esta película de apenas 94 minutos de duración se sitúa en una mansión llena de complejos enigmas. Cuando su tío rico fallece, una distanciada familia comenzará a pelearse por hacerse con una parte de la fortuna.
Más allá de la trama
Todo se narra desde el punto de vista de un hombre llamado Dawid (Maciej Stuhr), que se dirige a la casa de su tío con el que hace mucho que no habla después de enterarse que ha fallecido. Acude a la mansión con su esposa Zosia (Gabriela Muskala) y sus dos hijos.
El tío de Dawid era el inventor Wladyslaw Fortuna (Jan Peszek), que además de haber sido el presentador del primer concurso en la televisión de Polonia, también se cree que inventó el número PESEL, que es con el que las personas se identifican en el país. Ha fallecido sin tener descendencia, por lo que será un verdadero jaleo repartirse sus propiedades y la fortuna.
Por eso va Dawid a su casa, para leer el testamento de su tío junto al resto de la familia. Aunque pronto descubre que sus primos Karol (Mateusz Król) y Natalia (Joanna Trzepiecinska) también han sido invitados a la lectura del testamento. No se conocían ni habían tenido contacto en los últimos treinta años, por lo que esta será la excusa ideal para celebrar la reunión familiar que nunca han tenido. Aunque ninguno está interesado en otra cosa que no sea saber si serán los herederos.
Cuando Wladyslaw entra en escena, revela que, en realidad decidió fingir su muerte para que la familia se reuniera, demostrando que la codicia era lo único capaz de ponerles de acuerdo. Les revela que su intención es donar todo su dinero a la caridad y que sus sobrinos y sobrinas recibirán las acciones de sus inventos y patentes.
Sin embargo, para poder hacerse con estos diseños, primero tendrán que jugar al juego que les propone. Al día siguiente, todos se reúnen y se sorprenden incluso más al descubrir que Wladyslaw está muerto, y que su cadáver está en el suelo de la cocina, con un cuchillo clavado en el pecho.