Mario Biondo, cámara italiano y marido de la presentadora de televisión Raquel Sánchez-Silva, fue hallado muerto en el salón del piso de ambos en Madrid en extrañas circunstancias en mayo de 2013. Diez años después, Las últimas horas de Mario Biondo, serie documental de Netflix, ofrece, según dice la nota de prensa, "una visión retrospectiva y reflexiva sobre uno de los sucesos más mediáticos de la historia de España".
Y eso es, a grandes rasgos, lo que propone la docuserie dirigida por María Pulido. Al contrario de lo que pueda sugerir su título, en los tres episodios de esta producción no se intenta resolver el misterio ni exponer tesis evidencias que confirmen o desmientan si se había suicidado -como sostiene la policía española- o si por el contrario, había sido asesinado -como defiende la familia Biondo-.
No lo hace, porque eso no es lo que le interesa. El documental asume desde el principio como válida e irrefutable la conclusión a la que llegaron la policía forense y la justicia española: la muerte de Mario Biondo fue un suicidio. Aunque uno de los expertos entrevistados afirma que un suicidio no implica la intencionalidad de acabar con la propia vida, sino que la muerte se ha producido a manos de la víctima. Una línea difusa con la muerte accidental.
“Nuestro propósito ha sido acercarnos a los acontecimientos desde el punto de vista de la investigación periodística. A través de cientos de horas de trabajo, de conversaciones con expertos y testimonios clave, nuestro objetivo siempre ha sido que la docuserie ofrezca al espectador, por primera vez, toda la información para que pueda valorar los hechos de un caso que siempre ha estado muy marcado por el debate mediático”, explica la directora de la serie documental, María Pulido.
La familia Biondo
En la nota de prensa enviada para anunciar el estreno no se especificaba si el documental contaría con la participación de la familia Biondo. Tanto ellos como algunos de los expertos que apoyan su teoría expresaron en redes sociales que le habían enviado un burofax a Netflix en el que declinaban la autorización previamente otorgada de utilizar sus imágenes y declaraciones en Las últimas horas de Mario Biondo.
La razón, haber descubierto a posteriori que Guillermo Gómez, ex agente de Raquel Sánchez-Silva, es uno de los productores de la serie documental (y una de las personas que da su testimonio ante cámara), información que aseguran se mantuvo de forma clandestina, porque de saberlo, no habrían aceptado participar.
También afirman que dado que Gómez está detrás del proyecto, el único objetivo del material es "blanquear" a la presentadora y desprestigiar a la familia Biondo, que afirman que hay pruebas suficientes que sustentan la teoría del asesinato, que hay sospechosos y que una mano negra quiere ocultar la verdad.
En los tres episodios que se han puesto a disposición de la prensa la presencia de los padres y los dos hermanos de Mario Biondo ocupa gran parte del metraje. Junto a ellos, periodistas, criminólogos, expertos en leyes e investigadores españoles e italianos.
El circo mediático
Las últimas horas de Mario Biondo no es tanto un documental producido para limpiar la imagen de Raquel Sánchez-Silva -aunque cumple esa función- sino, como en el caso de Nevenka y Controlando a Britney Spears, señalar a los medios de comunicación por el manejo que se hizo de la información, cómo se explotó para llenar horas de programación televisiva, vender revistas y generar visitas en los medios digitales.
El momento más vergonzoso en ese sentido es el segmento en el que una periodista italiana explica que la empresa contratada por la familia Biondo para realizar un peritaje que aportó numerosas pruebas que confirmaban su tesis, era en realidad una sociedad falsa con un largo historial de estafas en Italia, a la que en España los medios se refirieron como un "equipo multidisciplinar que une a varios despachos de abogados y profesionales entre EE. UU. e Italia", dotando de veracidad la información sin antes verificarla.
Los medios italianos también han explotado este caso al máximo y han mantenido a la familia Biondo, en especial a la madre en los platós, con la excusa de buscar justicia y que se descubra la verdad que oculta la policía española por el "poder y contactos" que tiene Sánchez-Silva, cuando en realidad solo quieren llenar horas de televisión y hacer drama en directo.
Si bien la serie documental permite a la familia Biondo exponer su caso y sentimientos sin que parezca haber censura, y demuestra cierta empatía al demostrar que ellos también han sido víctima de los medios, este, como todos los documentales tiene un punto de vista, y el suyo es: durante diez años se ha acosado sistemáticamente a Raquel Sánchez-Silva convirtiéndola en sospechosa sin pruebas.
A favor de la serie, es justo destacar que no hicieron uso en la pantalla de ninguna imagen del cadáver de Mario Biondo, a pesar de hacer mención al perfil de Santina Biondo, en el que sí aparecen.
La docuserie llega con polémica y esta no va desaparecer, solo se va acentuar una vez esté disponible en la plataforma por los comentarios en redes de los miembros de la familia Biondo y los expertos que les apoyan, que por un lado sugerirán que han usado sus imágenes sin permiso y por otro afirmarán que el proyecto es propaganda. Una narrativa que se beneficiará de la reciente vinculación de Sánchez-Silva con Netflix, plataforma donde presenta el reality Falso amor.
'Las últimas horas de Mario Biondo' se estrena en Netflix el 3 de agosto.